Diario de Valladolid

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El Real Valladolid, un muerto en vida

Los blanquivioleta firman en Albacete un nuevo ridículo y su tercera derrota consecutiva sin goles / Otro invento de Pezzolano con un 4-4-2 sin delanteros

Kenedy.

Kenedy.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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A los zombis, los auténticos de Haití, no los de las pelis de serie B, se los conoce como muertos en vida. Una droga primero los deja en estado catatónico y luego se los recupera levemente para que se mantengan en pie, pero andando a cámara lenta y con el cerebro tan frito que sólo saben obedecer... y mal. 

Habrá que demostrar que el Real Valladolid no ha hecho la pretemporada en Haití ni le han suministrado la tetrodotoxina proveniente del pez globo que lo ha dejado así. Porque el Pucela está en estado catatónico. Es un  muerto en vida. Y al frente de este ejército Walking Dead figura el más afectado: su entrenador.

Pezzolano, en u n arranque de soberbia, dijo en la previa al fiasco de Albacete que los que reciben críticas son los grandes. Si es así, el uruguayo ya mide más que Mohamed Alí y la Jurado. Los más grandes. 

El entrenador blanquivoleta ayudó a escribir el epitafio en el Carlos Belmonte de la tercera derrota consecutiva del Real Valladolid, que tras ganar al Sporting lleva 0 puntos de 9, 0 goles a favor y 5 en contra. Lo mejor en La Mancha fue el resultado, porque el Albacete hizo méritos para marcar más goles y el Pucela no realizó más que un tiro entre los tres palos: una falta directa al primer palo atajada por Bernabé. Ni un disparo a gol tras esta jugada. Ni una elaboración. Ni un atisbo de mecanismos defensivos grupales, ni ideas claras para defender el balón parado. NI mucho menos un juego trenzado ofensivo. Nada. El Pucela es un zombi que se arrastra por el césped.

Pezzolano ayudó a esta condición de equipo ido con una alineación para la historia. Un 4-4-2 sin delanteros, que es algo así como un coche sin ruedas. Colocó arriba a Iván Sánchez y Kenedy, con Moro y Rosa (por la izquierda) de extremos, Monchu y de la Hoz de mediocentros y Luis Pérez, Henrique, Quintana y Escudero en la zaga. 

Si en el partido anterior fue Boyomo quien pasó a arresto domiciliario, en esta ocasión fue Cédric. El mismo día que se va Sergio León. Hay veces que no hacen falta enemigos para hacer daño. 

El partido fue un esperpento parecido al de Alcorcón, sin capacidad de arreglo desde la grada, donde el míster presenciaba el encuentro y se dice que se ve mejor.  Tras cinco minutos de falso control visitante, el Albacete se dio cuenta de lo que tenía delante y se estiró.

No había presión en la medular, ni orden táctico para cubrir bien las bandas en las basculaciones, por lo que el Albacete comenzó a hacer de las suyas. Tras un tiro alto de Isaac bien sacado por John, llegó el gol. Córner, el balón se abre, llega al área, John no sale, De la Hoz se arruga y Djetei salta como impulsado por muelles para marcar de cabeza. Solo, eso sí, como es habitual.

El camerunés lo volvería a intentar en saque de falta pero remató mal y John sacó el balón. Fue poco después de esa falta de Monchu, cumbre y paradigma del peligro pucelano en el partido.

La segunda parte fue un sindiós. La realidad iba por un camino y Pezzolano por el opuesto. No sacó delanteros. Sólo a Boyomo y Montiel tras el descanso. Medina perdonó el 2-0 solo ante John pero no fue tan magnánimo poco después, al fusilar de tiro cruzado en el área al meta pucelano. Y sí, estaba solo. Otra vez. 

Con dos goles abajo, Pezzolano por fin  decidió introducir delanteros en el partido, que si no ya era dar mucha ventaja. Entró Marcos André para hacer pareja con Kenedy, que arriba es como las cabras que acompañaban a Heidi. Da saltitos y de vez en cuando se inmiscuye en el juego. Un poste de Quiles pudo suponer el 3-0 pero el Albacete no quiso hacer sangre. No se machaca a un muerto, y menos cuando completa una plantilla de rebajas.

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