FÚTBOL / REAL VALLADOLID
Al Real Valladolid se le escapa vivo el Betis
Los blanquivioleta son incapaces de plasmar su superioridad a causa de su falta de acierto y ceden un empate / Jugaron con uno más desde el minuto 35 por expulsión de Pezzella
El ser humano cuenta con una serie de reflejos adquiridos. Por eso el homo balompedicus tiende a asociar el 0-0 con el bostezo, el tedio, la languidez, la monotonía. Quien lea el resultado y vea la hora de juego, puede preguntarse por qué estaban metidos entre ladrillos más de 22.000 sufridores, en lugar de disfrutar del vermú y la comida en un soleado y caluroso mediodía, de los que apenas quedan ya en el año.
De nuevo la realidad rompe el cliché del resultadismo, porque sólo los más hambrientos se acordaron de que había que comer. El partido que protagonizaron Real Valladolid y Betis fue emocionante, divertido y vibrante. El Pucela ganó a los puntos pero no por KO, y por eso empató.
Sólo le faltaron el gol y una mayor clarividencia en los metros finales: la zona de entrar a matar hasta la bola. El Pucela falló con la espada tras una excelente faena, por una mezcla de aturullamiento, malas decisiones, escasa puntería, acierto de Rui Silva y, sí, poca suerte. No es fácil someter a un rival que ha ganado todos sus partidos de la Liga Europa y que se hubiese colocado tercero de haber vencido en Zorrilla. El Real Valladolid lo consiguió durante muchos minutos, aunque los béticos se escapasen vivos al final. Gozarán de pocas ocasiones tan claras para ganarlos. Un hecho a analizar, junto a la satisfacción por el buen juego.
El partido quedó marcado por la expulsión de Pezzella en el minuto 35. El argentino derribó a Plano cuando éste enfilaba solo hacia Rui Silva. Del Cerro Grande, al lado, señaló primero mano del blanquivioleta. El escándalo en el estadio fue mayúsculo y rectificó, vía VAR, tras ver las imágenes en el monitor a pie de campo.
La superioridad facilitó las maniobras de un Pucela que ya había salido alegre y vertical al partido. Pacheta alineó el once titular de Getafe, excepto el obligado cambio de Plata. Iván Sánchez entró en su lugar. Los locales comenzaron a meter ritmo al choque y se hicieron con el balón. No cabe hablar de cansancio bético por el partido de Roma, pues sólo repetían en el once Pezzella, Guido y Canales. El mérito del Real Valladolid estaba ahí, aunque sintió el peligro a los 19 segundos, con un balón que botó delante de Joaquín y que recogió Borja Iglesias para disparar alto.
El Panda y Sergio León monopolizaron las ocasiones de peligro en la primera mitad. El albivioleta replicó con un disparo alto y el verdiblanco ajustó la contrarréplica con un tiro que se perdió cerca del poste izquierdo de Masip. El Pucela, que había perdido el balón, lo recuperó tras la expulsión de Pezzella. Y llegó a ocasión más clara de esta mitad: un cabezazo de Sergio León bien picado pero excesivamente centrado, que rechazó Rui Silva. Escudero le puso el balón perfecto desde 25 metros.
La segunda mitad aportó un fútbol menos vibrante pero con más ocasiones. Iván Sánchez puso a prueba a Rui Silva nada más reanudarse el juego, pero el portugués paró en dos tiempos. Escudero chutó después desde fuera del área, enviando el cuero cerca del larguero. Fue el preludio de la ocasión más clara de esta parte: Sergio León entró en el área y puso un balón en el segundo palo a Kike. El cordobés actuó como delantero, pasando adelantado para que su compañero entrase en carrera a rematar en boca de gol. El toledano ejerció de centrocampista. Esperaba el balón al pie y se quedó clavado. El esférico se perdió a escasos centímetros del poste.
Y entonces llegó el primer cambio. Nadie puede acusar ayer de falta de valentía a Pacheta, que acabó con los cuatro delanteros -incluido Narváez- en el campo, pero hay veces en que la osadía sale mal en un deporte en el que las matemáticas no ejercen su dictadura.
Weissman entró por Aguado y el Pucela dejó de atacar bien. Es más, se rompió por el centro y el choque se abrió, para tomar después peligrosamente el camino del ida y vuelta, con el riesgo de convertirse en correcalles.
Tras una jugada de pin-ball en la que el Betis pudo marcar con dos rebotes, llegó su ocasión más clara. Escudero, en el suelo, quiso sacar la bola como si hiciese hip-hop y se la puso en los pies a Iglesias. Su pase en profundidad dejó a Canales sólo ante Masip, que sacó un pie salvador cuando casi se cantaba el gol. Pocas de esas falla el cántabro, lo que engrandece el mérito al catalán.
El Real Valladolid se dedicó al final a colgar balones, sobre todo desde la izquierda. Guardiola gozó de las dos últimas ocasiones. Su tiro escorado, duro y seco, fue repelido por Rui Silva. Y un cabezazo posterior se marchó alto.
El Pucela dejó escapar vivo al Betis. Correcto. Pero no se le escapó un pelamanillas, sino un excelente equipo. Con esta línea de juego, los de Pacheta puede edificar con garantías el edificio de la salvación. Y sin bostezos.