FÚTBOL / REAL VALLADOLID
Empate sin sustancia del Real Valladolid
El Pucela firma su primera igualada sin goles de la Liga ante un Zaragoza con más chispa pero menos oportunidades claras / Weissman envió el balón al larguero y Cristo desperdició dos ocasiones diáfanas / Plata fue expulsado
El Partick Thistle es un equipo de las ligas menores escocesas que se hizo famoso por una anécdota. Durante un partido, su central Colin McGlashan y un rival chocaron sus cabezas en la pugna por un balón aéreo. Tras ser ambos atendidos, el masajista del Partick se fue corriendo hacia el técnico para decirle que el defensa estaba para ser cambiado, pues no recordaba ni quién era. Entonces el entrenador John Lambie , un motivador nato famoso por sus arengas, le espetó lo siguiente: «¡Perfecto! ¡Dile que es Pelé y que vuelva al campo rápidamente !».
Al Real Valladolid hay que practicarle una sofronización colectiva antes de los partidos y decirle que juega siempre en Zorrilla . Puede que vea el estadio pintado de azul, blanco, rojo, amarillo o verde. Son variaciones del violeta-morado de su estadio. Donde triunfa. Donde acogota a los rivales. Donde está labrando un ascenso que corre el peligro de escaparse por las grietas de sus partidos a domicilio .
Porque los blanquivioleta siguen mostrando una cara diferente lejos de casa . No apabullan, lo que tampoco es fácil. Pero es que a veces son casi anulados por el rival. La Real Sociedad B, negada en Anoeta, fue una pequeña isla de tranquilidad. En La Romareda llegaba la prueba del nueve. Y el Zaragoza le puso contra las cuerdas más de lo debido , para ser un aspirante al ascenso directo.
Sobre todo en una primera parte en la que, tras unos minutos de tanteo, el Pucela casi ni la olió . El empate del descanso, luego definitivo, fue producto de la mala puntería de los maños, su gran problema esta temporada, y del orden defensivo blanquivioleta. La segunda parte fue más competida. Los aragoneses llegaban bien pero las ocasiones más claras fueron para el Pucela, que pudo firmar la victoria con un tiro de Weissman al larguero y una ocasión de Cristo , solo ante Álvaro, que el canario desperdició de forma increíble.
Aun así el ritmo y la chispa de inicio fueron para el Zaragoza, que jugaba a una velocidad más. Los de JIM pensaban más rápido, actuaban más rápido y se anticipaban en las jugadas divididas . El Pucela, espeso, no hacía daño arriba y aunque Aguado se multiplicaba en la medular, no era el día de Mesa para sacar los planos y dibujar pases . Tampoco el de Morcillo, perdido en la banda zurda, lo contrario que el entonado Plata en la diestra. Atrás sobresalían los centrales, a los que se les acumulaba el trabajo. En especial el omnipresente Javi Sánchez, por fin expeditivo como un zaguero italiano de los años 60.
El Zaragoza mandaba pero sus órdenes se diluían al borde del área . La primera parte sólo contabilizó tres tiros con peligro. Dos de NanoMesa: uno con escaso ángulo en el que el balón se fue alto por poco y otro a las manos de Masip. Borja, desmarcado, envió el balón cruzado en exceso. Por parte castellana sólo cabe consignar un tímido e incruento tiro de Plano, que se estorbó con Aguado.
En el descanso el Real Valladolid metió los dedos en el enchufe, pues volvió con más voltaje. A los tres minutos Weissman recogió un balón centrado por Luis Pérez para enviarlo a la media vuelta al larguero . Fue la mejor ocasión del partido por parte de ambos equipos. Luego Masip hizo un paradón a Borja, aunque ya había fuera de juego.
Y llegaron dos ocasiones muy claras, ambas para Cristo , que salió en el minuto 80. En la primera se resbala y cae cuando corría hasta la portería. En la segunda, (con diez al estar Plata bien expulsado por pisar el tobillo a Borja) el punta, tras una contra, queda solo ante Álvaro para fusilarlo, pero se entretiene y le roban el balón. Pareció el perezoso de Zootrópolis.
El Pucela no jugó mal. Dio la cara. Luchó. Pero ser aspirante al ascenso directo exige mucho más a domicilio . Es difícil ganar cinco partidos seguidos, y más ante un rival que pierde poco. Pero pertenecer al grupo de los elegidos requiere de esfuerzos así. Con sudor pero también con épica. Aunque ningún jugador sea Pelé.