Diario de Valladolid

TRES SEGUNDOS / ANÁLISIS

El Real Valladolid Baloncesto y el tiempo imperativo

Preocupación en la directiva de un UEMC Real Valladolid, de nuevo sin alma, que vuelve a tocar fondo y queda señalado tras el ridículo en Pisuerga ante el CB Prat

Imagen del último partido del UEMC Real Valladolid ante el CB Prat. / J. M. LOSTAU

Imagen del último partido del UEMC Real Valladolid ante el CB Prat. / J. M. LOSTAU

Publicado por
Guillermo Velasco
Valladolid

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Mientras el fútbol ilusion a y ha logrado no solo modificar sino olvidar el semblante triste del Real Valladolid de Sergio González que acabó con el descenso a Segunda División, su nuevo hermano pequeño, el baloncesto, hace el camino inverso .

El Real Valladolid Baloncesto, que logró tocar el cielo con el ascenso a la ACB   (luego no ascenso) de la mano de la bodega Carramimbre , a la que incomprensiblemente dejó escapar mordiendo vilmente su mano, ha visto como su proyecto, su nuevo proyecto cae a los infiernos sin remisión. El UEMC Real Valladolid, construido (digan lo que digan) para luchar cuanto menos por el intento de recuperar los galones ACB perdidos años atrás , parece caer en barrena sin remisión repitiendo, calcando los errores del pasado .

La ilusionante llegada de Roberto González al banquillo vallisoletano , el gran deseado, no ha servido ni siquiera para ejercer de parche para que ese globo que se infló de forma súbita hace dos campañas con Hugo López a los mandos, se desinfle sin remisión desde ya mediada la temporada pasada.

El baloncesto a día de hoy no engancha . Y no porque no es capaz de ganar sino porque es capaz de perder con todos o casi todos. No hay rival pequeño para un equipo sin alma, que no transmite con la grada y, lo más preocupante, que por lo visto no tiene visos de hacerlo. La última derrota ante el CB Prat, la octava en 14 partidos este año, escoció y mucho . Y no solo al público (entre ellos algún directivo) que decidió marcharse impotente antes de que terminara el partido y la lección a cargo de un rival que se presentaba en Pisuerga como antepenúltimo clasificado y con tres bajas de peso, sino del propio club.

La preocupación por las paupérrimas prestaciones del equipo y sobre todo por la imagen que traslada en los partidos en Pisuerga ha encendido la luz de alarma . Un equipo triste como su entrenador , incapaz, de momento (y aquí sigo cruzando los dedos) de cambiar el semblante fantasmagórico de su equipo. 

El baloncesto se tambalea . Y ya de nada sirve hablar de un presupuesto bajo o ajustado porque en poco o en nada se parecen las condiciones que tienen los jugadores de la actual plantilla a las que tenían equipos del pasado reciente que no solo eran capaces de competir e incluso ganar sino de conectar con la grada, con el público, con la sociedad, con las empresas, a la postre las que deberían llevar en volandas al proyecto. Pero es la pescadilla que se muerde la cola. Si tu no das no esperes que nadie te dé . Así de claro.

El baloncesto de hoy , a Dios gracias, no es el teatro . Necesita de impulsos, de la víscera, de una voz más alta que otra, de verbos en tiempo imperativo, incluso aunque sea en momentos puntuales, ¿por qué no? del uso del látigo. El UEMC Real Valladolid sigue tocando fondo y lo hace, lo más grave, en casa, ante su gente, ante posibles futuros patrocinadores. El club, atado de pies y manos monetariamente, no es capaz de digerir lo que ve.

El próximo partido ( el sábado a las 19.00 horas) ante Palma, el colista, puede ejercer quién sabe de ultimátum para alguno o quién sabe  para algunos. Así, está claro que no vale.

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