FÚTBOL / REAL VALLADOLID
Por fin una alegría
Los blanquivioleta derrotan al Alcorcón por una ventaja insuficiente tras 19 tiros, 8 de ellos entre los palos / Aguado y Weissman marcan los goles de la victoria / Excelente partido del mediocentro, que marcó el tempo del encuentro
324. No son los días que un planeta tarda en completar su órbita, sino los minutos que llevaba el Real Valladolid sin marcar, hasta que Aguado quitó el tapón de la falta de gol y por el mismo sumidero se marcharon los miedos, el agarrotamiento, la pereza, la inacción y hasta la mala suerte arbitral (un poste del rival, una mano propia en el área no señalada), para firmar una victoria. Por fin.
El triunfo no sólo sirvió para sumar tres puntos sino para comprobar que este equipo está vivo. Perdonó la goleada, en parte por falta de puntería, en parte por aciertos de un Jiménez que estuvo espléndido en la meta amarilla. Los de Pacheta realizaron 19 disparos, ocho de ellos a puerta. Más las jugadas en las que fallaron el último pase. Un arsenal ofensivo.
Así es casi imposible perder, y menos si los jugadores se mueven, se desmarcan, piden el balón y son solidarios. Tras dos partidos de infierno y uno de tedio, por fin la afición pucelana tuvo momentos para divertirse y hasta para querer que el partido no finalizase, una vez certificado el 2-0 más tarde de lo esperado.
Sin embargo toda esta oda a la alegría debe ser colocada entre paréntisis. No es que no ocurriese, sino que sucedió ante el colista, un equipo desmontado y desvaído, que se mantiene en pie por arreones individuales y que incluso tuvo cerca el empate, lo que quizá hubiese podido cambiar el escenario.
La resurrección pucelana fue ayer evidente, pero el sello que la certificará lo expiden en Ponferrada el próximo viernes. Si se ve ante el colíder un Pucela de esta guisa y además logra ganar, las puertas de la esperanza podrán abrirse de par en par, y no a medias, como ahora.
Pacheta dio la vuelta al dibujo y alineó un 4-4-2. Joaquín no entró en la convocatoria por molestias musculares y el burgalés formó con Queirós y Olivas en el eje de la zaga. Funcionó. Pero mejor aún fue el mediocentro. Aguado, que coincide en apellido con el que fue cedido a Fuenlabrada y Numancia, se vistió de kaiser para hacer con el partido lo que le dio absolutamente la gana. Voy a verlo otra vez en la tele porque no me lo creo. Paró, templó y mandó. Puso ritmo sosegado cuando hacía falta y aceleró cuando el juego lo pedía. Se ofreció, pisó las dos áreas... y marcó.
Una pared suya con Weissman abrió el marcador. Entró en el área y de un sutil toque cruzó el balón. Era el minuto 18 y uno antes Ais había anulado un gol a Al Badaoui por fuera de juego.
El Pucela siguió elaborando pero dos pases amarillos de lado a lado dieron problemas. En el primero chutó mal Hernández y en el segundo Bellvís estrelló el cuero en el poste. Mesa y León la tuvieron, pero les faltó puntería.
Tras el descanso vino el monólogo pucelano. Los locales intentaron de todas las formas posibles el gol de la tranquilidad. Weissman, León, Anuar, Cristo y Aguado casi marcan, antes de que el israelí aprovechase un pase en profundidad de Anuar para regatear a dos defensas y mandar el balón cruzado a la red tras pegar en el poste. Era el minuto 86 y nadie quería que el partido acabase. Como ocurre con las mejores fiestas.