FÚTBOL / REAL VALLADOLID
Aguado, el ‘káiser’ imprevisto
El jienense se erige como líder tras estar en verano en la lista de descartes / Se corona ante el Alcorcón como conductor del juego
Todas las quinielas respecto a la confección de la plantilla pucelana colocaban a Aguado fuera. Hasta el club le ofreció para hacer lote con jugadores blanquivioleta que interesaban a otros equipos.
Pero ni por esas. Aguado era un patito feo. Ningún equipo de Segunda lo quería, tras sus estancias insípidas como cedido en Soria y Fuenlabrada. Con el Numancia jugó la segunda parte de la temporada 19-20. Sólo disputó ocho partidos, cuatro como titular.
Peor le fue con los madrileños. Estuvo a préstamo toda la temporada 20-21 y sólo actuó en 13 ocasiones, una de ellas en Copa. Fue titular en Liga dos veces y únicamente disputó un partido completo. No llegó a jugar en 20201 con los azulones. En marzo se produjo una rotura de clavícula que acabó por destrozar su temporada.
Las credenciales del jienense eran propias para tomar la puerta de salida en agosto, pero le restaban dos años de contrato y Pacheta vislumbró en él lo que no vieron otros técnicos desde que brilló con el Córdoba en la 18-19, pese al descenso. Esa temporada Miguel Ángel Gómez ya se había fijado en él y ató su fichaje en enero.
Ahora por fin el mediocentro justifica su contratación, devolviendo al míster, al equipo y la afición la confianza depositada por Pacheta en él. Este contó con Aguado en todos los partidos y ante el Alcorcón llegó a su apogeo, en su mejor actuación de albivioleta. Los dos equipos jugaron a lo que él quiso. Fue el káiser que controló el partido, sus espacios y tiempos, desde su atalaya en la medular.
«Desde el primer minuto había que enganchar a la afición y lo conseguimos. Ya en el calentamiento notamos su apoyo. Todo eso ayuda a que las cosas salgan bien. Yo estuve en la línea del equipo. Cuando somos valientes y atrevidos, salen las cosas más fluidas», comenta el andaluz, que no tiene una explicación para estos dos años de actor secundario.
«Cada temporada es un mundo. No voy a decir si fue culpa de otras personas o mía. Miro el día a día y hacia adelante, nunca atrás. Estos han sido años complicados, con mucho sufrimiento de mi familia, que ve que no le salen las cosas a uno de los suyos».
Su gran actuación del domingo se vio coronada por un tanto de estreno y casi por un segundo. «Fue un alivio y una alegría marcar mi primer gol en Zorrilla y en Liga con este equipo».
Aguado cree que el gran reto del Pucela reside en pensar en él mismo, antes que en los rivales. «Este partido hay que hacerlo contra el Alcorcón, el Girona o el que sea. Es verdad que venía el colista, pero habíamos perdido los tres anteriores. Era un partido-trampa. Sólo hay que fijarse en nosotros, dar la talla y estar centrados. Así, da igual quién tengamos delante».
Por eso no minimiza el triunfo ante el último. «El Burgos también está abajo y nos metió tres. Cualquiera te puede poner las cosas difíciles. Lo importante era cortar la racha negativa y lo conseguimos».
El mediocentro no quiere verse como imprescindible en el equipo. Ni siquiera se postula como titular. «Siempre voy a estar preparado y quiero ponerle las cosas muy difíciles al míster, como el domingo hicimos todo el equipo». Y no esconde su preferencia por el 4-4-2. «Atacando estuvimos algo más ordenados y defensivamente no sufrimos tanto.
En los partidos anteriores no estábamos cómodos atacando y dejamos muchísimos espacios detrás de los mediocentros. Los que lo sufrían eran los defensas, por culpa de los atacantes».