El desastre continúa

Más de lo mismo en el RCDE Stadium. El Valladolid dejó escapar la ocasión de meter al Espanyol en el grupo de equipos que van a luchar por la permanencia hasta el final. De nuevo, un desastroso inicio de partido facilitó el trabajo al rival, que a los 19 segundos ya mandaba en el marcador. Borja Iglesias, verdugo del Valladolid en numerosas ocasiones durante su etapa en el Zaragoza, aprovechó el desconcierto general de todo el equipo en la primera jugada y levantó el balón ante la salida de Masip. El desastre pudo ser mayor porque en la siguiente llegada a portería Masip desvió con el pie el remate de Darder y evitó el segundo gol. El Espanyol parecía un gran equipo de Champions y el Valladolid daba la impresión de estar ausente, algo que le ha ocurrido en varias ocasiones y que de nuevo le penalizó.

De nada sirven los planes de Sergio cuando los jugadores no están aplicados. El técnico reforzó la defensa ante la baja de Calero y situó a Borja cerca de Kiko Olivas y Joaquín. Era trascendental frenar las embestidas de Borja Iglesias y Darder pero ambos burlaron la vigilancia defensiva en un comienzo de partido que pudo dejar KO al Valladolid si llega el 2-0.

Reaccionaron los hombres de Sergio y el partido se equilibró. Lo malo es que el Valladolid no tiene estiletes como Borja Iglesias y así pudo comprobarse en su primera llegada a la portería de Diego López. Guardiola hizo lo más difícil al salir airoso en dos regates pero estropeó la acción individual con un remate flojo y sin colocación.

Al menos se veía a un equipo recuperado del mazazo inicial. El Espanyol ya no llegaba con tanta facilidad al área y el dueño del balón era el Valladolid. Óscar Plano probó fortuna con un lanzamiento desviado y Alcaraz estuvo más acertado, al fin, con un remate ajustado al poste izquierdo tras recibir una asistencia de Guardiola. Era el minuto 17 y comenzaba otro partido. El empate reforzó la autoestima de los jugadores. Habían roto al fin la sequía goleadora y estaban frenando a un rival que se mostraba impreciso en los pases. También fallaba el Valladolid en muchas de sus entregas pero seguía llegando bien al marco local.

La clave del partido fue en el minuto 45. Guardiola falló el penalti que le habían hecho y dio vida a un Espanyol herido. La parada de Diego López pesó como una losa en el ánimo de los jugadores del Valladolid pero lo que comenzó a hundirles fue el gol de Hermoso a los diez minutos de la reanudación. Otro mazazo, otro sopazo que dejó aturdido al Pucela.

Los desajustes defensivos propiciaban internadas peligrosas del Espanyol. La zaga del Valladolid estaba siempre al límite en las acciones de fuera de juego y en una de ellas Wu Lei estableció el definitivo 3-1. Ya no hubo arreglo ni en el campo ni en el banquillo porque los cambios realizados por Sergio no mejoraron el juego del equipo.