TRIUNFO EN ABU DABI
Bale impulsa a un insípido Madrid ante el Kashima japonés (1-3)
El equipo de Solari jugará la final del Mundial de Clubs gracias a tres goles del atacante galés
La semifinal del Mundial de Clubs entre el Madrid y el Kashima fue una piscina de bolas de la que solo se divirtió Bale. Los dos equipos disfrutaron de espacios y tiempo para que acumular posesión, visualizar pases y correr al hueco; la presión alta, la intensidad y el ritmo de juego brillaron por su ausencia, y en ese contexto renació Bale, superior a su par y con espacio para correr. El galés hizo tres goles y sentenció una victoria de subsistencia para Solari, suficiente para seguir caminando pero exigua para disipar los problemas endémicos del equipo.
El primer minuto puso de manifiesto que el partido iba a ser sufrido para un Madrid que se quedó con el susto en el cuerpo tras las dos ocasiones iniciales del Kashima. El equipo de Solari apenas inquietó en la primera parte, sumido en un ritmo cansino y discontinuo, dominado como un equipo inferior, sin precisión en el pase ni intensidad en la presión.
SOSIEGO CON LA POSESIÓN
Encontró algo de sosiego a través de la posesión, tan inofensiva como eficaz para adormecer a los japoneses, que no se dieron por aludidos y, con la solitaria oposición de Llorente, siguieron encumbrando a Courtois, de nuevo, como el mejor madridista del partido, forzando un mano a mano que el balga solucionó con solvencia.
El Madrid es una sombra de lo que fue. Su juego exhausto revela una fatiga crónica en la creación de juego y en el rendimiento de los referentes, para la que ya no valen las excusas de principio de temporada.
LA APARICIÓN DE BALE
Entre ataques del rival y pérdidas de balón, el equipo de Solari encontró la falla en la defensa japonesa en la banda izquierda, con mérito compartido entre la candidez del lateral Nishi y el Bale más entonado del último mes, y la explotó con codicia. Por ahí llegó casi todo el peligro del Madrid y por ahí llegó el primer gol, con una combinación del galés un Marcelo lejos de poder dar exhibiciones físicas pero fundamental en la creación del equipo.
El técnico japonés intentó frenar la herida que estaba haciendo Bale en su defensa con el veterano Uchida, pero el resto de sus compañeros de zaga se propusieron hacer inútil el plan del técnico. Una cesión escandalosa de Yamamoto se convirtió, previa dubitativa intervención de Seunghyun, en la mejor asistencia que recibió un jugador del Madrid y Bale transformó el regalo en gol.
LESIÓN DE ASENSIO
El galés completó su exhibición goleadora un minuto después, con un gran disparo cruzado imposible para Suntae, y sentenció al tenaz Kashima. Solari le dio entonces minutos a Asensio, que recayó de las molestias que tenía en el muslo y no aguantó más de diez minutos sobre el césped. Regresó Casemiro tras su lesión, en otro partido más que solvente de Llorente.
También entró Isco, con mucho tiempo por delante, pero su trascendencia en el partido fue equiparable a su importancia dentro de los planes de Solari: residual. Los síntomas de la enfermedad del Madrid siguieron manifestándose con recurrencia, y el Kashima siguió jugando sin oposición, con la complicidad de un Madrid dejado, casi inapetente, hasta que Doi consiguió un gol que el Kashima mereció, previa sempiterna interrupción del VAR.
AL AIN EN LA FINAL
Lejos del convencimiento que podría reflejar el resultado, el Madrid ya mira a la final del Mundial de Clubs, donde espera el local Al Ain, verdugo de River en la otra semifinal, otro rival de nivel remoto al equipo de Solari, que sigue sobreviviendo entre dudas y poco convencimiento.