Diario de Valladolid
Publicado por
CARLOS RAÚL MARTÍNEZ
Valladolid

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Se nos fue, y no quiero ponerme triste porque como bien decía uno de sus grandes amigos en el mensaje que nos anunciaba su fallecimiento, el propio Quino estaría ahora gritándonos: «dejaos de chorradas y tomaros unas cañas». Así era. Un tipo capaz de desdramatizar, de simplificar todas las cosas. Es la manera que tenía de llegar al fondo, a lo verdaderamente importante. Quino Salvo era una persona distinta que ha dejado un legado acorde con su tamaño. Fue muy protagonista en todos los escenarios y lo fue sin quererlo, sin sobreactuar. Era un imán, llegaba a un sitio y hacía corro. Se ha hablado mucho de su capacidad de esfuerzo, esa que le hacía bajar al gimnasio de la residencia todos los días, incluso cuando su salud estaba ya muy deteriorada. Vivió una realidad paralela durante la enfermedad, se negaba a aceptar una evidencia cruel, injusta para alguien que había amado tanto la vida y hasta el último momento pensó en salvarse. Un día, cuando sus fuerzas se estaban acabando nos dijo: «ya queda poco…», pero después de un silencio tenso añadió: «...para que vengáis a conocer las islas Cies, ya lo tengo todo organizado». Dios mío, que fuerza.

Quino Salvo ha sido sin duda una de las personas más influyentes en mi vida. Yo, para bien o para mal, no sería como soy si no le hubiera conocido. Me enseñó a ser buena persona (que tópico, pero que cosa tan importante), a no etiquetar, a no desperdiciar lo pequeño ante lo grande y sobre todo a no hacer daño gratuito. También a pedir perdón. Él no tenía necesidad de hacerlo muchas veces, pero cuando tocaba, tocaba y el problema quedaba resuelto muy rápido. Siempre decía: lo más importante en la vida es la naturalidad. Que verdad más grande. Todo esto ha quedado marcado en mi vida gracias en buena parte a él.

Quino tenía otra cualidad que siempre he envidiado: su capacidad para sorprender. Era una bomba, siempre tendía a salirse del tiesto, a tirar el guión e improvisar, y como lo hacía siempre, en cualquier ámbito, la vida junto a él era muy divertida. Te hacía estar atento, no perderte nada y te obligaba a pensar rápido.

El resto de cosas están en la hemeroteca: sus éxitos, su carrera de jugador y entrenador, su innegable sentido y conocimiento del juego, su respeto por el club y la afición vallisoletana. Sumen todo y darán con un perfil de persona de las que ya quedan pocas, una especie en extinción. Descansa en paz amigo mío.

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