AL CONTRAATAQUE
La final histórica
Valladolid dio la vuelta al mundo el pasado 17 de abril. Las imágenes del estadio Zorrilla lleno en un partido de ¡rugby! traspasaron las fronteras y dieron la razón a quienes confiaron en este rotundo éxito mucho antes de que se pusieran las entradas a la venta. SilverStorm El Salvador y VRAC Quesos Entrepinares hicieron posible que la final de la Copa del Rey 2015-2016 haya pasado a formar parte de la historia del deporte vallisoletano y nacional.
Al espectacular dispositivo de seguridad que estableció el Ayuntamiento le podrían haber sobrado la mitad de los policías encargados de que no se produjeran incidentes. Existía preocupación porque las más de 26.000 localidades estaban sin numerar. Las llamadas al civismo y al respeto lanzadas por el Consistorio y los dirigentes de los clubes tuvieron una respuesta ejemplar. No hubo ningún problema, ni dentro ni fuera del campo. Zorrilla estaba prácticamente lleno una hora antes del comienzo del partido, las aficiones de ambos equipos mantuvieron el respeto habitual que impera en el rugby y la final fue una fiesta por todo lo alto, a la que sumó el Rey Felipe VI tras la insistencia por parte del Ayuntamiento.
Son multitud las personas que se cuelgan medallas después de organizar grandes citas deportivas. Algunas son más descaradas y recuerdan que ya habían vaticinado a priori la apoteosis vivida en Zorrilla. La realidad es que hasta los más optimistas se llevaron las manos a la cabeza y pusieron cara de incredulidad cuando el alcalde lanzó el órdago a los clubes. ¿Por qué no se puede jugar la final en Zorrilla? Si a Pepe Rojo acuden entre 5.000 y 6.000 personas en un derbi, al estadio podrían ir 26.000.
Dicho y hecho. Todas las partes implicadas se dejaron el alma en esta final histórica. Los trabajadores del Real Valladolid se volcaron de principio a fin y a su intenso esfuerzo se sumó el de la Fundación Municipal de Deportes y el del VRAC y El Salvador, rivales en el campo pero más unidos que nunca en las tareas de organización, en ese trabajo gris que pasa inadvertido para la gran mayoría pero que trae consigo el éxito absoluto en uno de los mayores acontecimientos deportivos que se han visto en Valladolid.
Ha sido una señora lección. El día de la final, en Zorrilla hubo espectadores que no habían presenciado nunca un partido de rugby. Compraron su entrada nada más ponerse a la venta porque pensaron que debían asistir a ese derbi y para empaparse de los valores que transmite el rugby. En estos partidos no se silba a nadie y el respeto es máximo hacia el rival y hacia el árbitro. No podía ser de otra forma en un deporte que al término del partido reúne a los jugadores de ambos equipos para disfrutar del tercer tiempo: ¡Primero jugamos y después analizamos el partido!