Diario de Valladolid

REAL VALLADOLID

Horroroso

El Oviedo gana en Zorrilla de forma merecida y agrava la crisis del Valladolid, pésimo en el trabajo defensivo y sin ideas en ataque

El debutante Julio chilla a sus compañeros tras encajar el segundo de los tres goles que le metió el Oviedo.-J.M. Lostau

El debutante Julio chilla a sus compañeros tras encajar el segundo de los tres goles que le metió el Oviedo.-J.M. Lostau

Publicado por
Javier Álamo
Valladolid

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Era cuestión de tiempo. El Valladolid sufrió para ganar en casa al Alcorcón y al Bilbao Athletic, no pasó del empate con el Nàstic y ayer perdió frente al Oviedo, que fue muy superior. Esta vez, el rival vino a jugar con todas las de la ley, sin miramientos, y se llevó el premio gordo. Marcó tres goles y pudieron caer algunos más. Zorrilla no es un fortín. Y a este paso puede convertirse en un chollo para los adversarios del Valladolid, sabedores de sus notables carencias.

El Oviedo le buscó las cosquillas al Valladolid desde el primer minuto. Ejerció de visitante, pero durante muchos minutos dio la impresión de estar jugando en el Carlos Tartiere. Los 2.000 aficionados que le arroparon en la grada disfrutaron como nunca. Su equipo le estaba dando un repaso al Valladolid y mantenía intacta su ambición pese a ver cómo igualaba hasta en dos ocasiones la desventaja. Un estudio a fondo del comienzo de Liga del Valladolid le sirvió a Sergio Egea para maniatarle en todas las líneas.

Una vez más, el Valladolid perdió la batalla en el centro del campo, en la zona donde se fabrica el fútbol. Vila y Erice movieron el balón a su antojo y Susaeta y Hervías tuvieron muy entretenidos al debutante Ángel y a Moyano. Logrado el primer objetivo, sólo faltaba poner la chipa en el ataque. Y así fue. Por primera vez en la temporada, el Oviedo jugó con dos delanteros. Y ambos marcaron.Primero Linares tras aprovechar un fallo de Marcelo y después Toché, a placer, ante el desliz colectivo de la zaga. Entre medias de ambos goles había marcado Juan Villar pero sin ningún efecto en el desarrollo del partido porque el Oviedo tuvo en todo momento la paciencia que le está faltando al Valladolid en los partidos. El tortazo fue de mayores consecuencias porque enfrente había un rival muy bien plantado.

El Valladolid iba a remolque en el marcador y en el juego. Apenas creó acciones de peligro, mientras Julio tenía bastante trabajo en la portería ante la debacle en el centro del campo y en la defensa. El Valladolid sufría. Sólo le inquietó al Oviedo en uno de sus escasos despistes. Ángel centró, Óscar cabeceó y David Fernández desvió bajo los palos con Esteban ya batido.

Garitano cambió el dibujo tras el descanso. Trató de reforzar la zaga con un tercer central, Samuel, y buscó más presencia en la zona ancha con Tiba. No le habían gustado ni Óscar ni Álvaro Rubio y ambos ya estaban fuera del campo.

El Valladolid se recuperó, aunque sólo a medias, cuando el Oviedo dio un paso atrás y le cedió el balón. Llegó un nuevo empate con el gol de Ángel y a renglón seguido asistimos a un guión similar al del primer tiempo. El Oviedo volvió a tomar la iniciativa, la presencia de Aguirre le creó más problemas al Valladolid y entre Julio y Marcelo evitaron el tercer gol.

Ni la velocidad de Tiba curó los males del Valladolid. El Oviedo insistía en su juego de ataque. Mientras Garitano sufría junto al banquillo, Egea veía factible el triunfo y supo mover bien todas sus piezas. El Valladolid no creaba ninguna ocasión. No se atisbaba la remontada y el Oviedo buscaba con ahínco el tercer gol, reforzado por la velocidad de Aguirre y Koné.

Pero fue Susaeta quien remató a este insulso Valladolid. El extremo recogió el balón en la línea de medios local, salvó sin grandes esfuerzos la marca de André Leao y soltó un zapatazo que dejó heladas las gradas de Zorrilla. Julio se lanzó a la derecha pero el balón entró como un obús junto al poste. Era el justo premio a un Oviedo superior y mucho más ambicioso y el castigo a un Valladolid que continúa sin encontrar el rumbo. El tercer gol terminó por destrozar anímicamente a los hombres de Garitano. Sobre el césped no había nadie capaz de evitar este mazazo.

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