Rubén Abella regresa a las librerías este lunes con la novela ‘Dice la sangre’
Finalista del Nadal en 2009, el vallisoletano regresa al catálogo de Menoscuarto con una novela que muestra tanto como oculta y donde no siempre es fácil discernir la verdad
Rubén Abella, en una imagen de archivo
El escritor vallisoletano Rubén Abella regresa este lunes a las librerías con Dice la sangre, una novela hecha de testimonios cruzados cuyo objetivo es descubrir qué ocurrió en el seno de una familia durante el verano de 1985, un mosaico de la memoria que muestra tanto como oculta y donde no siempre es fácil discernir la verdad.
«Imagina esta situación: hace tiempo que sospechas que la historia de tu familia no es como te la han contado. Hay algo que no encaja. No sabrías decir qué es, pero te quita el sueño porque intuyes que en lo más hondo de ese misterio se esconden las claves de tu propia vida. Imagina que, para descubrir la verdad, pides a distintas personas que te cuenten por escrito lo que saben de los tuyos. Eso es, en esencia, Dice la sangre», advierten desde la editorial palentina Menoscuarto, a cuyo catálogo regresa Abella después de publicar títulos como California (2015) e Ictus (2020).
Portada del libro
En el centro de la narración está Pilar. Tiene un cáncer terminal y, como no quiere morir en Madrid, ha pedido que la lleven a su pueblo natal: Tabira. Pasa los días en la cama, a merced de la enfermedad. La historia la cuentan, entre otros, su madre, su marido, la enfermera que la cuida, sus hijos Tesa y Ariel, la novia de este, un amor de juventud, un hombre con discapacidad intelectual, un solitario pastor de ovejas, un matarife al que llaman el Cuco cuya pandilla, ese verano, está enemistada con la de Ariel. Sus testimonios tejen un complejo tapiz, una especie de sinfonía coral de la memoria que muestra tanto como esconde, donde no siempre es fácil discernir la verdad.
Con su primera novela, La sombra del escapista, Abella recibió en 2002 el Premio Torrente Ballester. Con la segunda, El libro del amor esquivo, resultó finalista del Premio Nadal en 2009. En 2007, No habría sido igual sin la lluvia mereció el Premio Mario Vargas Llosa NH de Relatos, incursión en el género del microrrelato al que volvió en 2010 con Los ojos de los peces. Es autor también de la novela Baruc en el río (Editorial Destino, 2011) y de Quince llamadas perdidas (Editorial Algaida, 2020)