Diario de Valladolid

Julio Falagán mostrará su obra en la Bienal Africana de Arte Contemporáneo

El vallisoletano, que estos días exhibe en la madrileña Corner Gallery un trabajo a cuatro manos con Óscar Seco, acudirá en mayo a Dakar

Una de las obras de Falagán y Seco

Una de las obras de Falagán y Seco

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Julio Tovar
Valladolid

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El próximo mes de mayo, Julio Falagán (Valladolid, 1979) mostrará su obra en la Bienal Africana de Arte Contemporáneo , en Dakar (Senegal), junto a otros artistas como Chus García-Fraile, Arturo Comas, Paula Anta, Avelino Sala y el colectivo formado por la salmantina Dea Gómez y el pontevedrés Diego Omil ‘Los Bravú’. Todos ellos acaban de recibir el apoyo de Acción Cultural Española (AC/E), que los ha becado con su Programa para la Internacionalización de la Cultura Española (PICE).

Falagán mostrará, fundamentalmente, trabajos iniciados antes de la pandemia que tuvieron su germen en la primera Convocatoria de Residencias Ankaria, que se celebró a finales de 2018 en la citada Senegal. Creaciones en las que el universo iconográfico del español y el de la cultura popular senegalesa se abrazaban. La crisis sanitaria ha impedido hasta ahora que los creadores pudieran mostrar allí sus trabajos. 

«Son proyectos que han ido mutando, en cierta manera», reconoce Falagán, que expondrá en la Galería Siki de Saint-Louis y en el Museo Boribana de Dakar. 

Mientras, en Madrid, Falagán protagoniza estos días junto a Óscar Seco (Madrid, 1964) la muestra Soy y Sombra , en Corner Gallery & Studio , en Carabanchel, con trabajos hechos ‘a cuatro manos’. 

«Todo surge un día que Óscar ve un cuadro mío, ya terminado, y me sugiere pintar por encima. Ahí decidimos crear una obra conjunta, pero Carlos Cartaxo –uno de los responsables de Corner Gallery– en seguida nos animó a hacer una exposición», evoca Falagán.

Juntos, al alimón, crean paisajes que, en la confluencia de distintas tradiciones artísticas, resultan perturbadores. Lo ruinoso, lo monstruoso y lo catastrófico afloran en unos cuadros en los que también está presente la pulsión violenta del ser humano, en sus costumbres cinegéticas o en sus imposibles artilugios llameantes. «Hemos trabajado cada uno sobre la obra del otro, de forma cómoda y fácil. Tenemos códigos diferentes, pero ambos usamos el lenguaje del collage. Estamos acostumbrados a trabajar con iconografías ajenas», reconoce el vallisoletano, que en Sol y Sombra se ha reencontrado con una forma de hacer que era propia «de su yo del pasado». «Ahora me interesa menos lo narrativo y más reflexionar sobre el medio. Ha sido muy interesante unir ambas cosas, sin renunciar a esa vertiente más pictórica que desarrollo últimamente», celebra el artista. 

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