Ghetto 13-26 invoca a los Ícaros de hoy para hablar de símbolos y perdedores
La compañía vallisoletana estrena ‘(Jódete Armstrong) Gagarin lo vio primero’, con Marta Ruiz de Viñaspre, Adriana Herrador, Rocío Torío y Clara Parada dirigidas por Félix Fradejas
El ser humano, desde tiempos ancestrales, siempre ha recurrido a los mitos, con sus héroes y sus gestas –y caídas– legendarias, para explicarse el mundo, para encontrar su lugar en él. Todavía hoy sigue moldeando en barro sus propios dioses, sus propios símbolos. Ídolos a los que reverenciar en el deporte, la música o la interpretación, convertidos en iconos para después...
Este sábado (21.15 horas) en el Teatro Calderón, Ghetto 13-26 mira a las estrellas para reflexionar sobre todo ello con el estreno, en el marco del MeetYou , de (Jódete Armstrong) Gagarin lo vio primero , coproducido por el festival y el coliseo vallisoletano.
Un montaje con «muy mala leche, muy punk», en palabras de Félix Fradejas , autor de la dramaturgia y la puesta en escena. Y es que el responsable de espectáculos como Underground o Se prohíbe mirar el césped , parte de la figura del primer cosmonauta que voló al espacio, de su vida y de sus actos, para hablarnos «de nosotros mismos» . A Gagarin, recordemos, le bastaron 108 minutos para inscribir su nombre en la historia.
«Lo que empieza siendo un biopic se va deformando para reflexionar sobre los perdedores y la utilización de los símbolos», apunta el también actor, que aparecerá brevemente en un escenario conquistado por Marta Ruiz de Viñaspre, Clara Parada , una Adriana Herrador , actriz de Tripabajo, formada en Esadcyl y que de niña ya hacía sus ‘cameos’ en Ghetto ( El último ángel, Tablas de carnicero ), y por Rocío Torío , cantante de De Perdidos al Trío y una de las ‘hijas’ de La Nave del Calderón. «Todas se representan a sí mismas y a un puñado de personajes poco definidos, casi dibujados, que por momentos se acercan a lo estrambótico, con un humor rotundo y negro para reírnos de todo», avanza Fradejas.
‘La popularidad es una cosa irreparable’, dijo el Ícaro de las estrellas convertido ya en héroe del pueblo, seis años antes de que el hombre (Armstrong) posara un pie en la luna. A Gagarin, convertido en monumento viviente, Moscú le prohibió volar para evitar accidentes fatales, le cortó las alas, le abrió una puerta al abismo. El héroe imperfecto se dio al bebercio y a las faldas, y puso en práctica aquello de vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver. Lo que le faltaba para hacerse eterno.
Gagarin, por qué no, podría ser Maradona tras hundir a Inglaterra, Elvis prisionero de Parker, nuestro Joselito y hasta algún joven político abandonado por los suyos, aunque mejor no bajar tan al fango.
«Es la idea del juguete roto, de la utilización de los símbolos por parte de un sistema que suele ser despiadado, que te estruja sin reparos», advierte Fradejas, que subraya el carácter seductor del joven, que provenía de una familia de campesinos. Cuántos artistas de ayer y de hoy no se reconocerían en el ajado espejo del soviético. «Cuántos no han sido elevados a la cumbre con los aplausos para, una vez utilizados, dejarlos caer cuando ya no interesan o cuando, simplemente, acaba la función», se pregunta el director del montaje.
¿Por qué tenemos esa necesidad de crear dioses que acaban en la hoguera? Ghetto 13-26 lanzará esta y otras preguntas que difícilmente encontrarán respuesta –que tampoco es su estilo–. «Nos cuestionaremos las cosas y nos reiremos mucho, pero no somos como Galeano, que tenía respuestas para todo y una visión del mundo incontestable. No somos tan sabios, pero sí estamos capacitados para seguir preguntándonos como artistas por la condición humana», reivindica Fradejas, que ha buscado «renovar» una puesta en escena dominada por el color rojo, y por un bosque de trípodes para jugar con la simbología de la Guerra Fría . No faltarán la música popular, con una versión de Torío de Ochi Chernye ( Ojos negros ), ni las composiciones propias, firmadas por ésta, Herrador y Fradejas.