Diario de Valladolid

Mauro Alberto García busca luz desde el extrañamiento

«Hay un anhelo de ir más allá de lo que tenemos cerca y, al mismo tiempo, apreciar lo cotidiano», dice

Mauro Alberto García posa con su último poemario. - SAMUEL TEJEDA

Mauro Alberto García posa con su último poemario. - SAMUEL TEJEDA

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

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Mauro Alberto García (Valladolid, 1975) regresa al catálogo de la editorial La Oficina con su tercer poemario tras entregar al sello madrileño Los confines del lobo (2014) y Otra piel (2016). Vuelve a los anaqueles con La edad de los cometas , con versos escritos entre 2016 y 2018; un poemario, dice, que ha desmontado y recompuesto en varias ocasiones buscando su unidad.

Y en unos versos siempre cargados de simbolismo que evocan absurdos, vergüenzas y enojos, hastíos, deseos y resignaciones, hay una constante: un cierto extrañamiento, un sentimiento de desubicación. «Diría que esa sensación es una constante en la vida, no solo en este poemario. Esa falta de certezas, esa incredulidad ante lo que nos rodea y a la incertidumbre, quizá sí es más palpable en este poemario frente a los anteriores», reconoce el poeta, convencido de la necesidad de ir más allá de lo que nos rodea. 

‘Continúa aprendiendo / mientras dura el proceso / la escucha, la huida’, desliza en Estelas –los rastros–, una de las cuatro partes de un poemario estructurado en torno a las Gravitaciones –la atracción de los cuerpos–, Órbitas –la influencia– y Estaciones –la estancia, la morada. 

«Es como si la vida se nos quedara un poco pequeña. En La edad de los cometas hay, diría, un cierto anhelo de trascender, de ir más allá de lo que tenemos cerca y, al mismo tiempo, de apreciar lo cotidiano, de observarlo mejor, de buscar una mirada nueva, más desprejuiciada. Se mide todo en términos de tiempo y espacio, pero el ser humano y la propia naturaleza son mucho más», matiza el vate vallisoletano.

La poesía, en ese sentido, pretende un despertar, una toma de conciencia. «¿Qué sentido tiene la palabra poética? Ha de ir más allá, adquirir un significado exceda del convencional», abunda el autor.

Liberación

Defiende el poeta la escritura como un ejercicio de «liberación» aunque escriba en unos versos que no halla en ese acto ‘tregua, cuaderno de bitácora’. «Uno escribe contra la vida, pese a que le apasiona. Pero, como decía Pessoa , se nos queda pequeña, por eso está el arte. No encuentro en lo que escribo lo que amo, pero necesito escribir, porque libera», reflexiona Mauro Alberto García, un amante de la poesía de Gamoneda y Benedetti, de Pizarnik y Éluard, de García Montero o de Iribarren.

«Me gusta toda la poesía. No busco ser críptico o ambiguo. Mis versos nacen así. Las cosas que son más irracionales y más simbólicas para ti tienen un porqué, aunque no conecten con una realidad concreta», responde cuando se le pregunta si su poesía se ha vuelto más oscura, más simbólica pese a esa última parte, más cercana a la poesía de la experiencia. «He intentado ir a lo esencial, a lo más despojado y puro, pero no sé si mi obra se ha vuelto más hermética». admite.

No faltan evocaciones al amigo perdido –Tierra yacente, dedicado al pintor Javier García Prieto –, a las víctimas de la violencia de género –Pronóstico reservado–, o a la crueldad de una sociedad que abandona a sus niños a su suerte –Hambre–.

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