Las ausencias deslucen la clausura
Los premiados agradecen el reconocimiento a través de vídeos y sólo tres acuden al Calderón a recoger sus galardones
La Seminci bajó ayer el telón de su 64 edición. La fiesta de las Espigas resultó ser un campo árido de protagonistas. Las ausencias se hicieron notar en el teatroCalderón, donde el público sólo pudo sentir el cariño de los premiados a través de la pantalla.
El aplauso unánime del respetable a las películas ganadoras de los grandes premios -Öndög para la Espiga de Oro y A vida invisible de Eurídice Gusmao, para la de plata- fue el único calor que se sintió en el patio de butacas.
La gala de clausura comenzó con ritmo, el que sirvieron con su música los integrantes de Kubbo. Después una voz amagó con que aparecería en el escenario PabloCarbonell, pero el cómico sólo lo hizo proyectado en la pantalla, como si fuera un presagio de lo que estaba por venir.
Carbonell anunciaba que «se había ido a cazar gamusinos», pero que la gala se quedaría en buenas manos: las de Eva Marciel y Elena Sánchez, maestras de ceremonias en la bajada del telón de la 64ª Seminci.
Sin la chispa que aportó Carbonell en el día inaugural, las presentadoras guiaron la gala por el terreno del simple protocolo por el que empezaron a pasar todos los premios, pero no los premiados. Sólo tres de los protagonistas, Carlota González-Adrio, Camila Kater y Basil Da Cunha acariciaron su premio en directo.
El inspirador discurso que dejó sobre las tablas del Calderón el pasado año el canadiense Phillippe Lesage cuando levantó al cielo de Valladolid la Espiga de Oro a la Mejor Película tomó más valor con el paso del tiempo. El director volvió a pisar con sus inconfundibles deportivas blancas las tablas vallisoletanas. En esta ocasión como miembro del jurado, para premiar a su predecesor, Wang Quan´an.
El director chino no acudió a recoger el premio por Öndöng. Fue su distribuidor, Enrique González Kuhn el encargado de representarle. «Son seis años de Caramel films y tes Espigas de Oro. Esto sólo se consigue con trabajo en equipo», destacó el receptor del premio grande de la Seminci.
La presencia del ganador fue, al menos, más latente que la del director de la película merecedora de la Espiga de Plata, Karim Aïnouz, que no tuvo escudero sobre el escenario ni vídeo en pantalla. A pesar de su ausencia, el público aplaudió esta producción de forma unánime.
La gala discurrió entre la normalidad más plana y la confusión más surrealista. Momentos en los que un vídeo travieso saltaba antes de que lo indicara el guión o cuando Eva Marciel le quitó, para luego devolvérsela, la dirección de la película O fin do mundo -premio al Mejor Largometraje de Punto de Encuentro- al suizo portugués Basil Da Cunha, que destacó la labor social que brinda el séptimo arte: «El cine es una manera de dar voz a los más desfavorecidos, a gente que no tendía otra manera de hacerlo», declaró, premio en mano.
La nota de color, literalmente, la puso en la gala de clausura Rúnar Rúnarsson. El autor de Bergmál (Echo) recibió el galardón al Mejor Director y lo celebró enviando un vídeo desde lo que parecía un sótano con un cambio constante de luces. Una anécdota que despertó la sonrisa y el aplauso del público asistente al Calderón.
La gala de clausura se convirtió en la ‘cibergala’ muchos de los premiados se encontraban fuera de Valladolid por compromisos profesionales o personales, como el joven realizador de Frisson d´amour, Maxence Stamatiadis, que no pudo recoger su premio ante su inminente paternidad.
Muchos optaron por agradecer el reconocimiento a través de vídeos. Otros mandaron un whatsapp a sus compañeros de trabajo para que hicieran llegar su agradecimiento a público y jurado.
A través de la pantalla se presentaron también los mejores actores que han pasado por los cines de Valladolid durante esta semana. Es el caso de Levan Galbakhiani -An then we danced- y de Julia Stockler y Carol Duarte, que reciben su premio de manera conjunta por su papel en The invisible life of Eurídice Gusmao. Interpretaciones conmovedoras que las actrices esperan que lleguen más lejos: «Si os habéis emocionado con la película espero que esa emoción se extienda a todo el mundo», deseó Stockler.
La fusión musical de flamenco y música urbana de Orovega y Al Blanco sirvieron la sal a una clausura en la que se recordó a figuras como Pilar Miró o el montador Pepe Salcedo -que daba nombre a un premio por primera vez-, al que Teresa Font dedicó unas sentido homenaje.
El punto y aparte de la Seminci también dejó palabras para la reivindicación. Como la que realizó la hispano brasileña Camila Kater que agradeció a las mujeres de Carne por contar su historia aunque el gobierno brasileño las «quiera callar» al tiempo que amenazó con «seguir haciendo el cine que quieren».