Diario de Valladolid

SONORAMA

Lejos del ruido, cerca de la gente

De Perdidos al Trío conquistó el viernes el barrio arandino de Santa Catalina, ajeno al trasiego masivo de asistentes al Sonorama en la zona centro

De Perdidos al Trío inauguró el Escenario Castilla y León con la intención de sorprender al respetable.-GASPAR FRANCÉS

De Perdidos al Trío inauguró el Escenario Castilla y León con la intención de sorprender al respetable.-GASPAR FRANCÉS

Publicado por
Diego Santamaría

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No las tenían todas consigo los De Perdidos al Trío durante los primeros compases de su concierto en el Sonorama. Lejos del barullo de la zona centro, la banda vallisoletana inauguraba el viernes el Escenario Castilla y León, en el barrio de Santa Catalina, con las caras conocidas de quienes se habían desplazado expresamente hasta Aranda de Duero para verles. «Al principio parecía que no iba a ir mucha gente», pensó la vocalista, Rocío Torío. Y lo mismo se le pasaba por la cabeza a Olmo Vera (batería). Sin embargo, al cabo de cinco minutos el lugar empezó a llenarse. Los vecinos del barrio y unos cuantos melómanos sedientos de nuevas propuestas se arremolinaron para ver en directo a ese grupo del que tanto se habla en la ciudad del Pisuerga.

Sean cinco o sean cientos, De Perdidos al Trío se entrega en cuerpo y alma al público. El quinteto aterrizó en el Sonorama con la firme intensión de que su nombre «vaya sonando» más allá de Castilla y León pese al handicap de tocar en una ubicación apartada y en un horario coincidente con varios bolos en el cogollo de la fiesta. Aún con todo, gustaron y eso se notó en la venta de discos y camisetas tras su actuación, amén de las felicitaciones recibidas por parte de muchos asistentes.

Para Olmo, lo mejor de todo fue la «fantástica» sonorización del escenario y el trabajo desarrollado por los técnicos. Tanto él como sus compañeros salieron «contentísimos» del bolo. Rocío, por su parte, considera que hacerse un hueco en el Sonorama es una «experiencia interesante». No solo por el escaparate en sí, sino también por la oportunidad que brinda a las bandas emergentes para establecer contactos con promotores, mánagers y productores en busca de nuevos talentos.

A punto de cumplir tres años en activo, De Perdidos al Trío ya sabe lo que es llenar grandes plazas. Su amplitud de miras, dotada de una capacidad innata para fusionar estilos tan dispares como el jazz, el reggae, el gospel, el swing o los ritmos latinos sin que parezca forzado; les ha permitido acceder a eventos por los que muchos suspiran toda su vida. Las fiestas de su ciudad, el Orgullo en Madrid, el Summer End de Simancas o la última edición del Conexión Valladolid han apostado sin dudarlo por Rocío, Olmo, Nacho, Inés y Rebeca.

La culpa de todo la tiene su ópera prima: ‘Jam Ñam’. Su indiscutible victoria en el concurso Onda Rock les abrió las puertas de un estudio en el que descargaron buena parte de su constante tormenta de ideas. Lo mejor del disco, según Rocío, es que «no te aburres» porque «tiene un poco de todo». La variedad imperante en cada tema, generalmente en función de lo que a la vocalista le «sugiere» una melodía previamente concebida, refleja la evolución sonora del conjunto. Desde los inicios, cuando solo eran tres -de ahí el nombre-, hasta los últimos pasos antes de grabar el álbum en cuestión.

«Ha sido la semana fantástica», confiesa Olmo en alusión al Sonorama y a la reciente entrada en estudio para grabar nuevos temas. Al igual que Rocío, prefiere mantener el misterio hasta que el proyecto vea la luz. No en vano, la cantante cree que la propuesta sorprenderá notablemente a sus seguidores porque «no tienen nada que ver con el anterior disco». A mayores, señala que se moverá en «una línea un poco más comercial» que «tira mucho hacia el funk». Y hasta aquí puede leer, pues se resiste a soltar más prenda de momento.

Entretanto, De Perdidos al Trío continúa defendiendo su directo con solvencia allí donde se les reclama. Lo primordial, apunta Rocío, es «salir de Valladolid» musicalmente hablando. Lo bueno es que, cada vez más, les van «llamando»y para desplegar su eclecticismo sonoro «donde sea». Lo mismo da un garito que un gran festival. Lo importante es dejar un buen sabor de boca.

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