Diario de Valladolid

‘Martillo y Láudano’, arte más allá de lo racional

Colectiva comisariada por Julián Cruz con obras de Elena Blasco, Alfredo Rodríguez,José Díaz, Andrea Zucchini, Carlos Fernández-Pello, Lisa Dalfino y Sacha Kanah

Fotografía de Alfredo Rodríguez expuesta en la galería Javier Silva.-MIGUEL ÁNGEL SANTOS/PHOTOGENIC.

Fotografía de Alfredo Rodríguez expuesta en la galería Javier Silva.-MIGUEL ÁNGEL SANTOS/PHOTOGENIC.

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Ana de la Fuente

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El diálogo entre artistas en un mismo espacio expositivo contribuye a extraer novedosas aportaciones que manan tanto de las conexiones que se establecen por los elementos comunes, como por su reinterpretación individual dentro del conjunto. Es el objetivo de Martillo y láudano, la última exposición que acoge la galería Javier Silva (calle Renedo, 8), comisariada por Julián Cruz con trabajos de Elena Blasco, Alfredo Rodríguez, Lisa Dalfino y Sancha Kanah, Andrea Zucchini, José Díaz y Carlos Fernández Pello.

Una exposición en homenaje a Rafael Llopis, Karl Marx y Cthulhu. Así, en palabras de Julián Cruz, el título proviene de un párrafo escrito por Rafael Llopis en su introducción a Los mitos de C thulhu. «Cuando Llopis emplea ambos términos, de forma atributiva, lo hace para referirse a la capacidad que tiene el arte de producir artefactos racionales cuyo efecto o uso es embriagador, estimulante o, en el caso del láudano, paliativo. Es decir, que se hacen obras de arte, no para escapar de este mundo, sino para amplificarlo en su riqueza».

En este sentido, los artistas que participan en esta exposición, «tienen un gusto y una simpatía declarada por la literatura fantástica, que no sería la fantasía, si no lo que Llopis llama la necesaria sombra del racionalismo».

Cruz señala que el papel de esta exposición ha sido también «el de vincular la exitosa pero sesgada opinión de Karl Marx respecto a la religión, considerada el opio del pueblo. Históricamente -y, en parte, por la falta de profundización- se ha creído que el opio, en esta frase, era algo despectivo, un elemento alienador. Pero lo que Marx dice es que la religión es necesaria mientras exista porque proporciona un alivio a una condición desalmada. Y esto nos enseña que Marx, lejos de las opiniones más vulgares, valoraba históricamente el papel de la religión, a la que nosotros llamamos, sin burla ni ironía, lo fantástico».

De este modo, en la galeríaJavier Silva, fotografías, esculturas, pintura o cerámicas se articulan en un único conjunto expositivo, dialogan entre sí, trazando una línea de continuidad entre la materia y la imaginación humana.

Diversas disciplinas, diferentes metodologías, distintos artistas pero un hilo conductor que parte del gusto por la literatura fantástica. Desde los cuerpos desmembrados de Alfredo Rodríguez, «que a mí me trasladan poderosamente a las muñecas de Hans Bellmer» - señala Cruz- hasta los ecosistemas imaginarios de las esculturas de Lisa Dalfino y Sacha Kanah, pasando por la ‘criatura saturnina’ de Andrea Zucchini, que se devora a sí misma, «y que recuerda a los gestos retorcidos de H.R. Giger» o la fotografía de Fernández Pello titulada Mis mejores obras nunca duran demasiado, en la que explora los límites entre lo orgánico y lo material.

«Obras plurívocas, que formalmente comparten colores, gestos y operaciones parejas pero que, en ningún caso, están cerradas al discurso establecido». Y es que para Cruz, el papel del arte «es el papel de lo fantástico», porque el arte se encarga de «desplazar, desmitificar, transformar o destruir los usos, valores, sensaciones y significados tradicionalmente unidos a las imágenes y los objetos».

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