Diario de Valladolid

Una alquimista de la fotografía

El Herreriano acoge hasta el 12 de noviembre la primera gran retrospectiva en España de la mítica fotógrafa Sarah Moon

La fotógrafa francesa Sarah Moon expone en el Museo Patio Herreriano de Valladolid.-J.M. LOSTAU

La fotógrafa francesa Sarah Moon expone en el Museo Patio Herreriano de Valladolid.-J.M. LOSTAU

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Ana de la Fuente

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Cansada de posar para las cámaras, decidió probar al otro lado del visor. No fue el único cambio. Abandonó su verdadero nombre: Marielle Hadengue y se rebautizó como Sarah Moon. Su objetivo no era otro que dar rienda suelta a su desbordante imaginación, profundizar en el arte fotográfico e imprimirle entidad propia. De esto hace casi cincuenta años y ahora, convertida en un icono de la fotografía, parte de su ingente universo artístico se exhibe por primera vez en España. Lo hace en el Museo Patio Herreriano. Sarah Moon ha viajado hasta Valladolid para asistir a la inauguración de la retrospectiva con la que la homenajea el museo. Y la casualidad quiso que ayer unos visitantes que habían acudido expresamente desde Madrid para disfrutar de su obra se encontraran con la artista si saber que Moon iba asistir a esta inauguración.

De procedencia judía, llegó con su familia a Londres siendo una niña huyendo de una Francia ocupada por los nazis. Comenzó ejerciendo como modelo y posó para los más reconocidos fotógrafos de la época. Sus primeros contactos con la fotografía fueron de manera casual. Alguien le prestó una cámara y mientras esperaba entre sesiones de fotos, comenzó a retratar a sus amigos. Ahora, casi medio siglo después, el Museo Patio Herreriano realiza una retrospectiva de su personalísimo legado a través de 161 imágenes de una artista a la que algunos definen como una «alquimista de la fotografía».

Una artesana de la imagen nada condescendiente con las ultramodernas técnicas digitales ni con el realismo de lo perfectamente enfocado a la que no le gusta abusar del retoque ya que, según dice, «la belleza no lo necesita». Prefiere el poder de las manchas a la nitidez de la imagen envolviendo, en ocasiones, algunos detalles en una pátina de neblina. Sus fotografías están cargadas de nostalgia con referencias constantes a la memoria, la muerte, la infancia, la femenidad o la soledad.

Escenas atmosféricas que emulan la pintura e imágenes un tanto inquietantes y surrealistas que podrían parecer extraídas de un viejo álbum. Sin embargo, no son tan antiguas. Es ella la que las ennegrece en el laboratorio o las dota de ese virado en sepia. Fotografías «que generan un significado, que cuentan una historia», confesó ayer la propia autora.

En la exposición hay ejemplos de todas las etapas. Desde imágenes de campañas de moda y de publicidad hasta naturalezas muertas, desnudos o paisajes que abren la puerta al pasado pero también al futuro.

Moon libera sus fotografías de modelos de esa visión tradicional masculina que mostraba a la mujer como un objeto de deseo y las despoja de cualquier connotación que la relaciona con lo superficial o los falsos brillos. Sus rostros están ligeramente desdibujados creando un halo misterioso pero sin renunciar en ningún momento a la sensualidad.

Moon dedica la misma atención al encuadre que a la luz. Hay imágenes en color pero, sobre todo, predominan las fotografías en blanco y negro porque, como ella misma reconocía ayer, «es el color de la memoria y de los recuerdod, de la luz y de la sombra. El color es otro idioma. Un lenguaje que habla por sí mismo, con su musicalidad, ritmo y forma».

La exposición podrá visitarse hasta el próximo 12 de noviembre en las salas 1 y 2 del Museo Patio Herreriano.

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