Diario de Valladolid

EL CINE EN CASTILLA Y LEÓN

Luces, cámaras y... Castilla y León

Bardem tuvo que emigrar a La Rioja para centrar una película que empezó a rodarse en Palencia.-EL MUNDO

Bardem tuvo que emigrar a La Rioja para centrar una película que empezó a rodarse en Palencia.-EL MUNDO

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Guillermo Sanz

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De la A a la Z, o lo que es lo mismo, de Ávila a Zamora, Castilla y León ha formado parte del abecé del cine español. Desde que se entonaron por primera vez las tres palabras mágicas que ponen a andar una gran producción (luces, cámaras y acción), el patrimonio histórico y cultural castellano y leonés ha brillado en la gran pantalla resucitando la historia de España o convirtiendo sus paisajes y sus calles en un protagonista más que late con vida entre los fotogramas.

Por la A...Decía Orson Welles que «Si pudiera elegir un lugar donde vivir sería España y en concreto Ávila. El clima es horrible, muy cálido en verano, muy frío en invierno. Es un lugar extraño y trágico. No sé por qué siento algo muy especial». Ese aura percibido por el genio estadounidense le han percibido decenas de directores que eligieron Ávila para ambientar sus filmes. Más demandado en el extranjero (acogiendo varias superproducciones) que en el panorama nacional, Ávila ha dado cobijo a películas como Teresa el cuerpo de Cristo, El Rey pasmado, La sombra del ciprés es alargada o La pasión turca, donde Vicente Aranda pasea a sus actores por las calles Reyes Católicos y Don Gerónimo, por el mercado Chico y por la iglesia de San Juan.

Más presencia han tenido Burgos, Segovia o Salamanca en la gran pantalla. En territorio burgalés tallaron su éxitos muchas de las grandes películas que ha legado el cine español. Para una de sus joyas, El abuelo, José Luis Garcí trasladó a todo su reparto hasta Burgos para rodar una parte de esta producción, nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 1998. El director, como ya hiciera en Canción de Cuna cuatro años antes, eligió el Monasterio de Santa María de la Vid para ubicar al inolvidable Don Rodrigo de Arista (interpretado magistralmente por Fernando Fernán Gómez).

Otro de los grandes directores que pisaron tierra burgalesa fue Javier Fesser. Lo hizo para ser testigo de cómo El milagro de P. Tinto se hacía realidad. Su humor casi surrealista levantó campamento en Revilla del Campo, en concreto en una casa abandonada situada junto a las vías de la Estación de Santander-Mediterráneo, donde se localizó la acción principal.

Hablar de Castilla y León es hacerlo de la historia de España. Por eso, es difícil ver a Juana La Loca lejos de su hogar. Eso debió pensar Vicente Aranda. Para llevar a la gran pantalla la locura de amor de Juana de Castilla, el director situó la acción cinematográfica en varios enclaves castellano y leoneses. Este es el caso de la Catedral de Burgos, donde se rodaron las escenas de interior, y Segovia, que se convirtió en parte del entorno histórico en el que se desarrolla la historia.

Uno de los platós de cine más demandados en Castilla y León está en Segovia, elegida por el New York Post como una de las mejores localizaciones cinematográficas. Una superproducción ganadora de tres Óscar y seis Goya como El laberito del fauno eligió los pinares de San Rafael.

Tres éxitos al sur de los pirineos también tienen ADN segoviano: Marcelino pan y vino, El espíritu de la colmena y Las 13 rosas. La ermita del Cristo Caloco en El Espinar se convirtió en el entorno perfecto para que el joven Pablo Calvo creciera y en las empedradas calles de La Alberca Salmantina en un campo de juego para el travieso Marcelino.

Por su parte, Víctor Erice encontró en las localidades segovianas de Hoyuelos y Jemenuño el lugar deseado para desarrollar su historia, ambientada en la postguerra española. El tiempo parece también no haber pasado por el Palacio de Hoyuelos, donde creció (y de qué manera) una pequeña Ana Torrent. Un escenario de cine hoy convertido en casa rural.

La antigua cárcel de Segovia se vistió de época para acoger a Las 13 rosas. En la aplaudida película de Emilio Martínez Lázaro interpretaba el papel de la antigua penitenciaría madrileña de Ventas.

Muchos han sido los escenarios que han tenido a Salamanca como motivo. Algunos han servido casi de escala a directores como Bigas Luna que, pese a llevar el rodaje de Jamón, Jamón a tierras aragonesas hizo un alto en el camino para grabar en la localidad de Villamayor. Más tiempo dedicó el imprescindible Luis Buñuel, que miró a las miserias de su España natal en Las Hurdes, tierra sin pan. El director aragonés aparcó, de manera transitoria, su firma surrealista para hacerse eco de la situación de hambruna y miseria en las que en el año 1932 se veían sumergidos muchos pueblos de España. Pese a que la región a la que hace referencia el título del documental se sitúa en Cáceres, Buñuel llevó la acción al valle de Las Batuecas, en Salamanca.

Milos Forman también hizo parada en Salamanca (y Segovia) en el rodaje de Los Fantasmas de Goya. La plaza del Concilio de Trento viajó en el tiempo y la fachada renacentista del convento de San Esteban se convirtió en testigo de la quema de un cuadro de Francisco de Goya.

Palencia y León vieron cómo el amor y el suspense paseaban por sus dominios. Palencia fue testigo de cómo a Juan Antonio Bardem se le quedaba clavada una espina con su magistral Calle Mayor. La idea inicial del director era desarrollar el grueso de la acción en los soportales de la capital palentina. Sin embargo, problemas con la justicia impidieron al director continuar un trabajo que había comenzado en la localidad castellanoyleonesa, obligándole a llevar la acción a las calles de Logroño. No obstante, en el montaje final de la película Bardem sí le hizo un hueco a Palencia.

Fue en la escena en la que el protagonista mantiene una conversación de amigos dentro de un bar.

Las mismas calles sirvieron para que Imanol Uribe, en Plenilunio, dejara suelto a un asesino que jugaba al ratón y al gato con un agente de policía obsesionado con el autor de la brutal muerte de una niña.

En León, la faceta amorosa (en el sentido fraternal) viajaba en un coche de época con la inolvidable Gracita Morales al volante. La Robla y la línea FEVE de León fueron protagonistas de Sor Citroen. Más moderna es la producción que llevó el gótico mundo de Lovecraft a las cuevas de Valporquero, donde se rodó La herencia Valdemar.

Valladolid ha vivido también entre luces y cámaras. José Sacristán eligió la capital del Pisuerga para debutar al otro lado de la cámara con Soldados de Plomo y la reconocida Iciar Bollaín eligió el puente mayor, la Plaza de la Universidad o los Vadillos para establecer el punto de partida de la historia de Niña y Trini (Silke y Candela Peña), dos jóvenes que buscan diversión fuera del amparo de su ciudad en Hola, ¿Estás sola?.

Soria, en su legado, ha cedido sus paisajes, entre otras, a la obra de Gonzalo López-Gallego, El rey de la montaña o a las adaptaciones para televisión de La Celestina y Fuenteovejuna.

Con la Z, la lista se cierra en Zamora. La triunfadora en la vigesimocuarta edición de los premios Goya, Celda 211, repartió cocinó parte de sus éxitos en la provincia de Zamora. La cárcel de la ciudad, así como sus calles, prestó cobijo a Luis Tosar y a todo el reparto de la aplaudida película dirigida por Daniel Monzón.

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