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NUEVO DISCO

Leiva: "No tengo nada que demostrar a nadie"

Leiva.-EL PERIÓDICO

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Publicado por
EFE / JAVIER HERRERO

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Leiva, tan objeto de elogio por sus seguidores como de crítica por los rockeros más ortodoxos, ha dado otro paso al frente al desprenderse en su nuevo álbum, "Monstruos", de muchos demonios internos, y asevera que ya no tiene que demostrar nada a nadie.

"Ha sido un ejercicio de reconciliación conmigo mismo. He dejado de preocuparme de tener el control, de que el disco fuera perfecto y, sobre todo, de lo que la gente pudiera pensar de él. Es mi disco y son mis canciones. No puedes agradar a todo el mundo, pero he tardado en ser consciente de ello. No tengo nada que demostrar a nadie", asevera Leiva.

Como resultado de esa nueva actitud, de su tercer álbum en solitario, que hoy sale a la venta y se publica tras su etapa previa en Pereza y de sus álbumes "Diciembre" (2012) y "Pólvora" (2014), dice que es "el disco menos obsesionado" que ha hecho y "el más ligero de equipaje, el más vital".

"Ha sido el más fácil de mi vida, tanto en la composición como en la grabación. En el estudio sufro bastante normalmente, pero, en este caso, con mucha ayuda de Carlos Raya, el productor, entramos sin maquetas y armamos los temas con la banda, lo que le ha dado a todo un tono bastante amable y despreocupado. Me he dado cuenta de que esa despreocupación en un disco es buena", enfatiza.

Concebidas en casa con una guitarra acústica y un melotrón (una especie de teclado electro-mecánico que en origen, en los años 60, se concibió para replicar los sonidos de una orquesta), las canciones encontraron con esa nueva forma de trabajar en el estudio "una crudeza de banda" que le gusta especialmente.

En "Monstruos" (Sony Music) se mantiene el melotrón en dos de los temas (la que da título al disco y "San Sebastián-Madrid"), pero sobre todo destaca el papel predominante de la guitarra, con más volumen que nunca.

"Ese espíritu roquero que he recuperado desde hace algún tiempo me sienta muy bien", opina el músico, que tiende aquí más que nunca a la épica guitarrera, muy a su pesar, confiesa el madrileño, que se encuentra en la actualidad trabajando en el nuevo disco de Joaquín Sabina.

Con ese ropaje habla de incertidumbres amorosas, de ilusiones truncadas y de una traición pública, la que sufrió de un técnico de sonido, miembro de su equipo de confianza, que le había estado robando dinero.

"Aquello me afectó durante una temporada larga y traté de encajarlo a golpe de canción, por lo que probablemente el tono de mis temas tenían ese tono", comenta, antes de precisar que en este trabajo esa idea aparece de manera más bien anecdótica.

Con quien las relaciones sí son "muy buenas", asegura, es que con su excompañero Rubén Pozo. "Nunca estuvieron mal, pero cuando paramos Pereza, nos alejamos más. Hablé con él hace tres días por teléfono. No tengo ningún problema en invitarle a tocar conmigo y probablemente se dé; me parece natural que ocurra. Lo que veo más complicado es que se dé una gira de Pereza", pronostica.

Podría ser en cualquiera de los conciertos de su nueva gira, que arranca este domingo en el Palacio de Congresos de Granada, que le llevará el lunes a Córdoba y, posteriormente, a ciudades como Valencia (4 de noviembre), Bilbao (12 de noviembre), Barcelona (2 de diciembre) y, como colofón, el Barclaycard Center de Madrid (30 de diciembre), que ya coronó en solitario en 2015.

Ante el reto de volver a llenar ese gran recinto, no niega los resquemores, justo antes de comentar que se conformará con lo que pase y de revelar que sus temores pendientes son otros.

"Me quedan muchos demonios por exorcizar, por ejemplo, la aprensión y la hipocondria. Mensualmente pienso que tengo cosas gravísimas. Es mi monstruo de la última pantalla", reconoce Leiva.

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