TELEVISIÓN
La emoción de Jesús Calleja tras viajar al espacio: "He cumplido un sueño"
El leonés logra con éxito su misión espacial y se convierte en el tercer español en viajar más allá de la Tierra, el primero sin ser astronauta profesional
Diez minutos y ocho segundos, ni más ni menos. Eso es lo que duró el sueño de Jesús Calleja de viajar al espacio. Como buen sueño, él perdió la noción del tiempo a bordo a bordo del ‘New Sheppard’. A sus 60 años ha conseguido flotar junto a las estrellas, aquellas que un día quiso tocar desde que salió de Fresno de la Vega, en León, para ser un verdadero trotamundos. Pero se le queda pequeña ya la etiqueta, convertido en el tercer español en viajar al espacio. Eso no importaba, él solo quería ver el esplendor de la Tierra desde sus ojos y no a través de pantallas. Porque ni la más potente tecnología es capaz de recrear lo que supone nuestro planeta, y su inmensidad hizo brotar la emoción del leonés nada más aterrizar en suelo firme.
Se abrieron las puertas de la nave y tras Lane Bess aparecía Calleja. Con un aire triunfante con dedicatorias al cielo pero también de incredulidad, como demostraba al llevarse las manos a la cabeza. Y es que lo había conseguido el leonés solo lo habían logrado 47 personas más antes que él, en nueve trayectos exitosos planificados por Blue Origin, la empresa de Jeff Bezos. Y al décimo, nada falló.

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Sí que se generó cierto alarmismo cuando los contadores se pausaron. Eran las 16.37 horas, y como si de una narración de un partido se tratase, Blue Origin informaba en ‘X’ cuál era la causa de ese retraso: «El hold se ha debido a la necesidad de tiempo extra para configurar el booster para el vuelo». A las 16.50 horas, con el rugido de los motores en las asoladas tierras de Texas, Calleja ya se había convertido en el primer español no astronauta en viajar al espacio.
Por cada segundo se multiplicaban los metros que separaban al leonés de la Tierra, llegando hasta la trepidante cifra de 100 kilómetros, la cifra que define el límite entre atmósfera y espacio exterior.
Esa línea de Kármán sería imperceptible para los televidentes que seguían minuto a minuto el viaje espacial de Calleja en el interior del ‘New Sheppard’, reducidos sus 18 metros de altura en un milimétrico punto blanco desde las pantallas. Solo los números eran indicativo de que todo iba sobre la marcha, de forma que su desaceleración significaba que habían al punto álgido de la órbita.
345.000 pies alcanzados en poco más de cuatro minutos, lo que vienen a ser 105 kilómetros, tocaba el regreso a la Tierra. Tuvieron tiempo Calleja y sus ‘colegas’ de decidir si jugar con la ingravidez o contemplar la inmensidad de su planeta. Pero el leonés ya avisó que optaría por la segunda opción para «dedicar el mayor tiempo que esté en el espacio a mirar la Tierra».
Solo fueron unos segundos con los que pudo disfrutar de esas vistas únicas, pero ya mereció la pena tantos años de espera y las intensas horas previas de entrenamiento. A las 16.17 horas, comenzó su regreso, cayendo dos minutos la nave ‘New Shepard’ en las tierras americanas ayudado por tres paracaídas atados a la cabina.
Una vez allí, los expertos dejaron unos minutos de rigor para que Jesús Calleja, Lane Bess, director y fundador de Bess Ventures and Advisory; Elaine Chia Hyde, física, empresaria y piloto, fundadora de Chicago Star y Eastside Enterprises; Richard Scott, endocrinólogo reproductivo, investigador científico y filántropo; Tushar Shah, socio y codirector de investigación en un fondo cuantitativo en Nueva York; y un sexto tripulante de identidad oculta, recobraran las sensaciones dentro de la cabina y empezar el protocolo de recuperación para volver a vivir en la Tierra.
Cuando la puerta de la nave se abrió, el primero en salir fue Lane Bess, a quien perteneció el primer asiento de la misión NS-30. Y tras él apareció Jesús Calleja, con su vitalidad característica que mezcló con un grito de euforia tras saber que había cumplido un sueño. Y a continuación, su dedicatoria al cielo y un gesto de incredulidad por su nuevo hito, mientras relucía impecable su mono azul con su logo diseñado en parte por él mismo con diferentes elementos: la montaña, su pasión e inspiración de lo que representa la Tierra; una cabina y nubes; la paloma y la rama de olivo, debido a su deseo de paz; y, finalmente, la vía que lleva a la cabina, que representa el camino que ha seguido para llegar hasta el espacio.
Una vez dados los primeros pasos en su regreso a la Tierra, al primero que abrazó fue a su hermano Kike, que le acompañó en su viaje espacial y estaba allí para recibirle. A partir de ese momento, la emoción de Jesús Calleja fue captada por millones de personas tras ser entrevistado para describir su experiencia ante las cámaras. «Es increíble, es maravilloso, la Tierra es preciosa», fueron las primeras palabras que dijo el leonés para, después, nombrar uno de los detalles que más le sorprendió en su viaje: la atmósfera. «Es una pequeña línea...», apuntó al respecto.
Tras esta primera descripción de su «pequeño sueño», la emoción derrumbó a Calleja. «Ha sido precioso. Lo siento, pero me he emocionada. Es fantástico».
Esas palabras traspasaron miles de kilómetros, concretamente hasta León y que le separaban de su madre. María Jesús no pudo evitar seguir en directo el sueño de su hijo, pese a que en un primer momento dijo que no lo haría. Pero a través de las pantallas fue una forma de sentir que le acompañaba en su misión. Y aunque solo pudo seguir la estela del cohete ‘New Shepard’, eso fue suficiente para calmar un poco los nervios, los mismos que mantuvo desde que supo que Jesús formaría parte de una misión espacial no tripulada. Pero esa «temporada terrible» terminó valiendo la pena tras ver la emoción de su hijo al volver a pisar tierra con su sueño cumplido.
¿Qué le queda ahora al leonés Jesús Calleja? Porque si Blue Origin le definió como un presentador español, montañero, piloto y aventurero, su currículum acumula más puntos que cualquier otro. Por ejemplo, faltaría el de guía, llevándonos siempre con acompañantes a cada uno de sus retos y expediciones para percibir el mundo que muchos no pueden llegar a pisar. Hoy, en pleno horario de siesta, no falló a su cita, aunque esta vez lo importante no eran los paisajes, sino ver cómo un pequeño hombre leonés cumplió a sus 60 años el sueño de toda su vida. Y con él, así, subimos todos al espacio exterior, convirtiéndonos en algo parecido a astronautas durante solo diez minutos y ocho segundos.