Educación exige una distancia de metro y medio en la sala de profesores pero no en las aulas
CCOO denuncia que quien ha elaborado el protocolo de organizacion del próximo curso «no conoce los centros ni su realidad» | Asegura que será «inviable» cumplirlo manteniendo la ratio de alumnos
En el cine, en una plaza de toros, en un concierto... La Junta de Castilla y León ha establecido como la ‘madre’ de todas las medidas anti-Covid-19 la separación de metro y medio de seguridad entre los ciudadanos. ¿Qué ocurre en Educación? La exige en las salas de profesores y, sin embargo, no en las aulas que ocuparán a partir de septiembre aproximadamente 350.000 estudiantes.
El Protocolo de Prevención y Organización del regreso a la actividad lectiva, elaborado por la Consejería de Educación, establece tan solo que se procurará « respetar » (que no garantizar) la distancia mínima de seguridad de 1,5 metros en las aulas a partir de segundo de Primaria –los alumnos de Infantil y primer curso de Primaria vivirán en ‘grupos burbuja’ sin tener que respetar metros de separación y sin mascarillas–.
Acto seguido, añade textualmente: «en los casos en los que no sea posible, será obligatorio el uso de mascarilla» . Los propios centros «deberán identificar las aulas donde será obligatorio el uso de la mascarilla cuando no sea posible mantener las medidas de distancia de seguridad».
La clave está en la relación existente entre la ratio y el tamaño de las aulas. Al no haber decretado la Consejería un recorte del número de alumnos, como reclaman insistentemente los sindicatos, y limitarse a que «sin excepción» no se podrá rebasar la ratio máxima, habrá aulas en las que será materialmente imposible disponer los pupitres a esa distancia, lo que obligará a los estudiantes a estar sentados con la mascarilla puesta. Solo les salvaría de utilizarla si el centro dispone de otros espacios donde puedan reubicarse.
«Resulta inviable sobre todo en el medio urbano» , denuncia la secretaria autonómica de Educación, Elena Calderón, quien se pregunta cómo colocar a 25 alumnos de Primaria, 30 de Secundaria o 35 en Bachillerato, en aulas de no más de 30 o 40 metros cuadrados. «No podrá haber más de 10 niños», apostilla el secretario general de la Federación de Empleados de Servicios Públicos de UGT, Tomas Pérez. A modo de cálculo, para que quepan los 25 estudiantes máximos desde segundo hasta sexto de Primaria se requeriría que la clase midiera al menos 60 metros cuadrados.
No será fácil, por mucho que el protocolo recomience que se dispongan los puestos escolares «cerca de las paredes». Más aún cuando éstos deberán alejarse de las puertas del aula, no estar enfrentados y se procurará que haya «la máxima separación posible entre la primera fila y la zona de trabajo del docente».
En cambio, las salas de profesores o los departamentos, que comparten 34.000 docentes en Castilla y León y donde rara vez se concentra un gran volumen de ellos, el protocolo sí establece que «las sillas se dispongan a una distancia mínima de 1,5 metros», que se eviten «sentarse frente a frente sin mantener la separación, que procuren escalonar su acceso a las zonas comunes y traten de ocupar siempre el mismo espacio dentro de esas salas.
Fuera de las aulas en cualquier caso, todos, salvo los menores de 6 años, deberán portar mascarilla. Será requisito imprescindible, por tanto, en los accesos y salidas del centro, cuando se muevan de un lugar a otro dentro del edificio, o cuando bajen o suban las escaleras (el ascensor se limitará al máximo) o por los pasillos.
La Consejería correrá con el gasto de las mascarillas que los centros educativos tendrán para el personal, para reponer la del alumno si se deteriora o si apareciesen síntomas. Cada centro contará con un stock de mascarillas «al menos para un mes tomando como referencia el 30% del personal del centro».
Cambios notables
Los cambios en la era Covid los notarán los alumnos desde el mismo instante en que pongan un pie en el centro. Primero porque su entrada se realizará de «forma escalonada» , algo que deberá determinar el equipo directivo y que tendrá que comunicar a las familias antes del aranque del curso. Y se hará bajo «el control del personal del centro». Después porque no les quedará más remedio que mantener la distancia de seguridad en la fila, que estará marcada en el suelo.
Tendrán que fijarse en los paneles informativos, en los que se indicarán cuáles son las puertas de acceso y de salida, cuáles las escaleras que deben utilizar para subir y bajar (preferentemente de un único sentido) y cuál es el sentido de la circulación por los pasillos. Las puertas exteriores, al igual que las interiores, se mantendrán abiertas durante la jornada y, en caso contrario, sería el docente quien accione el picaporte.
Previo al acceso al aula, obligatorio desinfectarse las manos con gel hidroalcoholico. El movimiento dentro del aula estará más limitado que de costumbre. Se marcará el «sentido de circulación» de tal manera que se eviten los cruces entre alumnos y nada de acercarse al profesor para resolver una duda, o viceversa. Las clases se ventilarán «periodicamente» : diez o quince minutos antes de la llegada del alumno, al final de cada periodo lectivo, durante el recreo y al acabar la jornada.
La Consejería recomienda que «cada grupo tenga un aula de referencia» que no sea utilizada por otros alumnos o por otros grupos y que, por tanto, sea el docente el que se desplace entre las diferentes aulas. La idea es «minimizar al máximo posible el flujo de personas, en especial del alumnado».
Sin embargo, Calderón lo ve «complicadísimo», sobre todo en Secundaria. «Quien ha elaborado este protocolo demuestra que no conoce cómo son nuestros centros ni su realidad», lamenta, al recordar que en esa etapa son los alumnos los que se desplazan de clase en clase cuando se producen los desdobles para cursar la asignatura elegida.
«Si las entradas y salidas van a ser escalonadas en el tiempo, y las clases siguen siendo de 55 minutos como hasta ahora, imposible», expresa, mientras reclama que se reduzcan a 45 minutos para que con ese margen de diez minutos se puedan organizar y ventilar las aulas. «¿Cómo se va a organizar esto en institutos masificados como en Valladolid lo son el Núñez de Arce o el Emilio Ferrari?».
Todos los sindicatos –CSIF, STECyL, CCOO, UGT y ANPE– continúan denunciando que este protocolo se ha aprobado y se va a aplicar «sin haber sido negociado» e imponiéndoselo a los centros «sin ningún margen de maniobra», añade la responsable de CCOO.
Reclaman al unísono reducción de ratios y ampliación de plantillas. La primera máxima no la han conseguido, más allá de la garantía de que «sin excepción» no se superarán los ratios legales. La segunda, la consejera de Educación, Rocío Lucas, estimó durante la presentación de este protocolo que contrataría a 550 o 600 profesores, pero sin desglosar más.
¿Quién será el culpable?
Y la pregunta del millón: ¿Quién se va a responsabilizar si ocurre algo porque el protocolo no está bien implantado en un centro », preguntan, mientras denuncian que a los equipos directivos les obligan a convertirse en «expertos en Covid-19 cuando no están preparados».
Sea como sea, tienen del plazo hasta el 31 de julio para presentar su propio Plan de Inicio del Curso, que tendrá que incluir todas esas medidas de seguridad e higienico-sanitarias, criterios para la utilización de espacios, para la distribución de horarios (acceso y salida, recreos...) o para el agrupamiento de alumnos (aulas, comedores...).
«Están desbordados», denuncia la responsable de Educación de CCOO, quien recuerda que el protocolo del inicio del curso también incluye que los equipos directivos, como máximos responsables del equipo coordinador, sean los encargados de «facilitar la adquisición de conocimientos sobre las medidas de prevención e higiene a los trabajadores del centro educativo, como si ellos fueran unos expertos».
Todos los centros implantarán aulas virtuales
Los centros educativos tienen que estar preparados ante un eventual nuevo cierre de las aulas por rebrotes. Para ello, «todos los públicos implantarán aulas virtuales para todos los niveles educativos» , ajustadas a los contenidos de las diferentes asignaturas e incluyendo los materiales didácticos que se utilizarán. Los concertados que no cuenten con una plataforma digital podrán pedir el uso de herramientas de la Consejería.
Esto estará recogido en el Plan de Digitalización que el equipo directivo de cada centro tiene que remitir antes del 30 de septiembre a la inspección; el mismo plazo que para elaborar un Plan de Contingencia para adelantarse a un posible nuevo confinamiento.
En ese plan deberán indicar qué medios se utilizarán, qué materiales didácticos, qué herramientas de comunicación se establecerán con los alumnos y las familias y qué planes de formación se plantean para que los profesores obtengan la necesaria «competencia digital». No en vano, serán ellos quienes impartan las clases y quienes deban enseñar a sus alumnos el manejo de esas herramientas.
Para la responsable de Educación de CCOO, Elena Calderón, el problema no es adquirir conocimientos en el manejo de las TIC, que puede ser «más o menos rápido», sino que los docentes «no están preparados para impartir clase on line». «Se necesitan materiales adaptados y una metodología de la que carecen», ya que, como explica: «No se puede trasladar una clase normal a una digital sin más». Hacerlo supondría «perder calidad».
Comedor escolar
Comer por turnos . Complicado cumplir las exigencias en los comedores. Los comensales tendrán que comer por turnos. Se organizará el acceso para evitar aglomeraciones y el cruce de alumnos. El recorrido de entrada y salida estará señalizado, si fuera necesario con barreras físicas. La Consejería aconseja «la recogida escalonada del alumnado» para que no se produzca un tapón en los baños para el lavado de manos. Los primeros en sentarse a la mesa serán los alumnos de Infantil, que lo harán antes incluso de que finalice el horario escolar habitual para dejar tiempo al resto de estudiantes. Los grupos ‘burbuja’ tendrán una zona específica y delimitada para comer. Nada de compartir comida, ni agua, ni cubiertos. Los responsables del comedor deberán ingeniárselas para distribuir los alimentos y el agua evitando los contactos.
Transporte escolar
Mismo aforo en el bus. Los autocares viajarán con el mismo aforo que antes del Covid-19. Eso sí, los alumnos transportados no podrán olvidarse de la mascarilla, salvo los menores de seis años que están exentos. Esperarán en la parada del autobús respetando el metro y medio, y en orden. Y es que cada alumno tendrá un asiento preasignado que determinará el acceso el autobús. Accederán por la puerta delantera primero los que ocupen los últimos asientos. La bajada se realizará por el orden inverso; primero los del filas delanteras. Los centros deberán tener en cuenta a estos alumnos transportados y ajustarse «de forma prioritaria» a sus horarios cuando establezcan las horas de entrada y salida escalonada. Todos los autobuses tendrán dispensador de hidrogel y se limpiarán, desinfectarán y ventilaran antes de cada turno.
Visitas
‘Restringidas’ las visitas. Se limitará «al máximo» la presencia en el centro que de personas que no sean profesores, alumnos, personal administrativo, de mantenimiento, ordenanzas y de servicio. Todos ellos, en caso de acceder, deberán mantener «una higiene de manos frecuente y meticulosa», utilizar mascarilla, mantener la distinta y seguir las flechas. Prohibido utilizar los ascensores, salvo excepciones. Las tutorías con los padres de forma presencial se acaban. Se realizarán de forma prioritaria vía telefónica o de forma telemática. Aun así, si fueran necesarias, los profesores atenderán a las familias en espaciados abiertos o bien ventilados, respetando la distancia de seguridad. En todos los casos será imprescindible acudir con cita previa. Los repartidores dejaran el paquete delante de la conserjería.
Patios
Recreos reducidos. Los recreos a partir de septiembre ya no serán igual. Se escalonará, en la medida de lo posible, las salidas y regresos del recreo y se evitará que los alumnos se crucen en pasillos y escaleras. Eso conllevará no solo una adaptación sino, como apunta el protocolo, una reducción en el tiempo de disfrute del recreo. Y dentro del patio, se organizará una distribución del alumnado por zonas mediante señalización. Habrá un área exclusivamente asignada a los de Infantil y primero de Primaria para evitar la interacción con otros alumnos. Salvo los menores de seis años, al resto de estudiantes no les quedará otra que jugar con la mascarilla puesta. Los profesores deberán reforzar la vigilancia de esa zona y se limitarán los «juegos de contacto» o aquellos que «impliquen intercambios de objetos». Es decir, se despedirán de las pelotas.
Aseos
Al baño, de uno en uno . Se limitará el número de personas en el interior de los baños y los profesores tendrán que gestionar el flujo de alumnos hacia los aseos. Estos recintos se tendrán que limpiar y ventilar «al menos tres veces al día» y proceder al vaciado de sus papeleras, principalmente con tapa accionada con pedal, lo que, en la práctica, debería obligar a Educación a extender el contrato a más horas del personal de limpieza. En cada baño habrá jabón líquido y papel de secado de mano, no toallas. Para los más pequeños del colegio, en especial para aquellos que estrenarán en septiembre su etapa escolar, la Consejería recomienda a las familias que potencien la «autonomía» de los alumnos a la hora de ponerse o quitarse parte de su ropa para reducir los contactos entre docentes y niños.
Educación física
Gimnasia «individual». Los profesores de educación física tendrán que idear, de forma prioritaria, «prácticas deportivas individuales» para que los alumnos mantengan entre ellos las distancias. Tampoco podrán utilizar material deportivo de uso comunitario. Los estudiantes asistirán a clase con el chandal puesto. El protocolo es rotundo: «se evitará el uso de ordenadores comunes dispuestos en el aula». Si a eso se suma que la Consejería expresa que «en la medida de lo posible se limitará el uso de aulas» como las de informática, el resultado es que a los alumnos se les reduce al máximo la posibilidad de tocar un ordenador.. Los docentes tendrán que «priorizar» las lecturas para limitar la manipulación de los libros de la biblioteca, que tendrá que adaptar su funcionamiento y establecer un protocolo de préstamo y de desinfección.
Otras actividades
‘Adios’ a las aulas-materia . Las aulas de música, plástica, tecnología, informática, laboratorios, aulas taller... y sus correspondientes materiales «se limitarán a lo estrictamente necesario» para evitar desplazamientos. En su lugar se optará por las aulas-grupo. Si no fuera posible prescindir de ellas, tendrán que ser limpiadas «en profundidad» a diario y fijar normas de desinfección del material antes y después de su utilización. En cualquier caso, Educación deja para «antes de la apertura de los centros escolares» el 9 de septiembre una reflexión sobre cómo se organizarán este tipo de actividades para determinar el uso de esas aulas. También se pone coto a los festivales y a las salidas a teatros o cines como complemento a la formación de los alumnos si para ello se requiriese desplazamiento en transporte colectivo o acudir a «un espacio masificado.
Aulas de infantil
Sin juguetes compartidos . Los más ‘peques’ se quedarán sin juguetes, sin muñecos, sin juegos de construcción... dentro del aula. Por regla general no habrá ningún material que pudiera ser manipulado por varios niños. Ni mucho menos llevar juguetes u objetos de casa. En Infantil, cada niño tendrá sus pinturas, sus tijeras, sus rotuladores, depositadas en bandejas individuales. Se acabó esa práctica tan habitual en estos primeros años educativos de compartir material. Junto a esto, el protocolo elaborado por la Consejerñia fija que las siestas de los alumnos las realizarán en colchonetas separadas entre sí un metro y medio e intercalando la dirección en la que duermen (cabeza y pies en diferente dirección). Cada uno llevada su sábana y almohada que será sustituida semanalmente, o antes si se manchan.
Covid-19
Aula para ‘sospechosos’ . Ningún alumno o profesor con síntomas compatibles con coronavirus deberá asistir al centro. Tampoco los que estén en aislamiento o en periodo de cuarentena domiciliaria. Será obligatorio en todo caso comunicar esta situación al centro. Todos los centros deberán tener designada una sala de uso individual, con ventilación adecuada, a la que llevarán a un alumno si comienza a presentar síntomas de padecer la enfermedad. Se le dará una mascarilla y también a la persona que le cuide mientras se avisa a la familia para que le vaya a recoger. En caso de gravedad el centro educativo contactará con el teléfono de emergencias 112 para que evalúe el caso. Si el afectado es un profesor, este avisará al equipo directivo y abandonada el centro. En todos los casos deberán ponerse en contacto con su centro de salud.