Diario de Valladolid

La menor de Aranda se «bloqueó» por la «intimidación» y cedió a la agresión sexual

Uno de los futbolistas «apagó las luces de la estancia y se desnudaron», antes de mantener sexo, al que la niña se cedió temiendo que si se negaba los tres acusados pudieran reaccionar en forma violenta, según la sentencia

Condenados a 38 años de prisión-

Condenados a 38 años de prisión-

Publicado por
Diego Santamaría

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38 años de prisión para cada uno de los tres exfutbolistas de la Arandina que cometieron un delito de «agresión sexual», el 24 de noviembre de 2017, contra una menor que por aquel entonces tenía 15 años.

La principal motivación de la Audiencia Provincial de Burgos a la hora de dictar sentencia se fundamenta en que la joven se vio envuelta en una situación de «intimidación ambiental» en el domicilio de los condenados, de «superior complexión y edad». Según el fallo, se da por probado que Carlos Cuadrado ‘Lucho’, Víctor Rodríguez ‘Viti’ y Raúl Calvo propiciaron un encuentro «carnal por vía bucal» entre todos cuando uno de ellos «apagó las luces de la estancia y se desnudaron».

Otro de los hechos acreditados por el Tribunal es que Raúl Calvo fue «detrás de la menor» cuando «esta salió del baño» después de esa felación. Entonces, «le indicó cual era su habitación», entró con ella y mantuvo relaciones sexuales completas. Lo que no se ha podido demostrar, señala el juez, es si la joven se reclinó sobre la cama «accidentalmente» o «previo empujón» del futbolista. De igual manera, tampoco fue posible constatar que la denunciante «mostrase su oposición, expresa o tácita a dicha relación». En cualquier caso, legalmente no se contempla el consentimiento en el sexo con una menor de 16 años ya que constituye en todo caso un delito.

De acuerdo a los hechos probados durante el procedimiento, resulta «creíble» que la menor, por su «falta de madurez» y «sorpresa» ante la actitud de los tres futbolistas «no supiese reaccionar», hasta el punto de quedarse «bloqueada» y «paralizada» por temor a que los acusados «pudieran reaccionar en forma violenta» si ella se negaba. Partiendo de esta premisa, y dado que actuaron en grupo, el juez sostiene que los exjugadores cometieron un delito de «cooperación necesaria». Por lo tanto, a los 14 años por agresión sexual para cada uno se suman otras dos condenas de 12 años por acusado. Tampoco podrán mantener comunicación ni acercarse a la víctima durante un periodo de 13 años. Además, deberán abonar 50.000 euros más los intereses legales por el «daño moral causado».

La credibilidad de la niña se sustenta en varios frentes. De entrada, la Audiencia da por sentada la «inexistencia de móviles espurios», fruto de «tendencias fantasiosas o fabuladoras» de la víctima, que hubiesen podido desembocar en un sentimiento de «odio o de resentimiento, venganza o enemistad». Lo fundamental, en cualquier caso, es que la denunciante se mostró «persistente en su declaración» y su relato, a la hora de abordar cuestiones esenciales, fue «congruente».

Aunque el magistrado asegura que la joven «no miente sobre los hechos expuestos», la sentencia recoge la «disparidad de versiones que podría invalidar su testimonio». En concreto, se refiere a la versión que mantuvo ante determinados testigos sobre que el encuentro sexual ocurrió «voluntariamente» mientras a otros les decía todo lo contrario. Pese a la «dificultad a la hora de llegar a una conclusión segura», se considera probado -en base a un informe psicológico- que la edad de la menor «se correspondía con la de una persona de 13 años (...) totalmente influenciada por las redes sociales, y la imagen que pretendía mostrar de ella, en Instagram y delante de sus conocidos o compañeros de clase». De esta forma, pretendía «aparentar mayor edad» para «ser considerada como una mujer adulta y con experiencia sexual».

Dominada por un «sentimiento de culpabilidad» tras lo acontecido el día de autos, la menor aseguró que «había realizado los actos sexuales de forma voluntaria e incluso alardear de ello» entre personas con las que tenía «menos confianza». Sin embargo, ante sus familiares confesó que los hechos «no habían sido consentidos».

MENSAJES Y LLAMADAS

El 23 de noviembre, justo un día antes de que se cometiera la agresión, ‘Lucho’ aseguraba en un grupo de WhatsApp denominado ‘La Trupe’ que tanto él como sus compañeros de equipo habían realizado prácticas sexuales sin penetración porque la menor tenía «la regla». No obstante, celebraba que «mañana vuelve» mientras sus amigos le reían la gracia con frases como «vais a partirla» e incluso pidiendo fotos para ver «si está buena». Entretanto, el futbolista calificaba a la adolescente de «guarra» o «cerda» mientras reconocía, tras ser preguntado por un miembro del grupo, que tenía 16 años.

Que los acusados sabían que era menor de dicha edad también se considera acreditado en la sentencia. No solo porque la denunciante se lo dijo en su momento o porque la viesen con el «uniforme del colegio». La madre de la joven, de forma «clara y contundente», advirtió a dos de los deportistas que «tuvieran cuidado con su hija» porque tenía 15 años. Asimismo, un joven de la misma edad al que Raúl Calvo entrenaba corroboró dicha versión en sede judicial.

Como ya expuso el abogado de la acusación popular durante el juicio, la Sala analizó las conversaciones entre ‘Lucho’ y la menor. En una de esas llamadas, el 21 de noviembre, el futbolista puso el manos libres para iniciar una charla repleta de proposiciones sexuales entre ambas partes. Sin embargo, el juez no percibió indicios de «seriedad» en el ofrecimiento carnal de los futbolistas a la niña.

LAS CONFIDENCIAS

Las primeras en enterarse de lo sucedido en el piso de los tres futbolistas fueron sus hermanas, de 12 y 13 años por aquel entonces. Ambas prestaron declaración durante la fase de instrucción en presencia de un equipo psicosocial y sus versiones fueron «coincidentes» con la de la denunciante. Además, hicieron referencia a una serie de «moratones en los brazos y en la zona de la espalda» cuyo origen no se pudo acreditar al desconocerse si se produjeron por «la actuación de los acusados» o por la propia menor al intentar «protegerse con sus brazos».

Tres días después de lo ocurrido, la niña contactó con la psicopedagoga que la trataba desde mayo por «dificultades en los estudios» para explicar, «muy nerviosa», lo que había pasado y manifestar que los acusados actuaron «en contra de su voluntad». No obstante, la profesional envió un mensaje de WhatsApp a la menor el día de autos para saber como se encontraba y ella respondió que «bien». En cualquier caso, la Sala no ve «relevante» esta comunicación porque «resulta lógico que en principio no desease contar los sucedido».

Tras sincerarse con su psicopedagoga, la víctima habló con su madre, quien se lo comunicó a su marido. También se enteró su tío, que hizo referencia a la presencia de «hematomas antiguos, ya amarillentos, en los brazos». A todos ellos les dio la «misma versión», inclusive a su prima y a su mejor amiga por aquel entonces. A esta última, de hecho, le precisó que «tenía moratones en las ingles». Sin embargo, ambas declararon que la menor aludió a una serie de actitudes cariñosas con Raúl Calvo en el domicilio de los futbolistas.

La Sala también tuvo en cuenta la versión y pruebas aportadas por los testigos que no ratificaban la versión de la adolescente. El más llamativo, sin lugar a dudas, fue la aportación de unos audios de WhatsApp en la Comisaría de Aranda en los que la menor, «hablando con una tercera persona no identificada», señala que «como se vaya de la lengua yo sí que me voy e incluyo cosas inventadas», «...saben las consecuencias, están advertidos» o «como cuenten algo yo cuento todo e inventando».

Al ser interrogada en el Plenario sobre el contenido y motivación de estas conversaciones, la menor «admitió haberlas realizado», aunque al mismo tiempo «negó que fuese a inventar nada que perjudicase a los acusados». Aún con todo, la Audiencia no da por probado que se tratase de una denuncia falsa porque las «diferentes versiones» que mantuvo al principio dependen del grado de confianza con los testigos de referencia. Por otro lado, el equipo psicosocial que se entrevistó con la joven determinó que atravesaba problemas de «integración social» que desembocaban en «relaciones de amistad superficiales».

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