Diario de Valladolid

Un viaje para llevar salud bucodental al Sáhara

El odontólogo burgalés Jesús Ortega participa en un proyecto de la ONG Dentalcoop, una «experiencia que marca para siempre»

Ortega atiende a un niño saharaui.-E.M.

Ortega atiende a un niño saharaui.-E.M.

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V. MARTÍN / BURGOS
Valladolid

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Tras terminar su formación en Odontología en la Universidad Rey Juan Carlos con mención de honor en odontología infantil y especializarse en ortodoncia en la Universidad de Alcalá de Henares, Jesús Ortega decidió regresar a Burgos, su ciudad natal, donde comenzó a desempeñar su profesión en diferentes consultas. Tiempo después se lanzaría de lleno al emprendimiento y abría su propia clínica dental en Burgos, Ortodoncia Ortega.

La odontología infantil no es solo su profesión sino que también es su pasión y eso le ha llevado a colaborar con la ONG Dentalcoop. «Es una entidad sin ánimo de lucro compuesta por voluntarios que queremos ayudar a mejorar la calidad de vida y la higiene bucodental de poblaciones y colectivos con pocos o escasos recursos», explica el odontólogo, quien añade que le costó encontrar un entidad «acorde a mis valores» porque «hay varias que se desarrollan su labor como si fuera un negocio y otras que van a estos lugares para que los futuros profesionales aprendan a, por ejemplo, sacar muelas o poner implantes».

Una vez dio con su asociación ideal y conoció su forma de trabajar y sus proyectos, Ortega hizo la maleta y viajo al Sáhara Occidental el pasado mes de mayo, aunque después ha acudido a otro proyecto en Camerún y está preparándose para una salida en el mes de marzo a Guinea, «si todo sale bien», y en este caso con las Hermanas Hospitalarias y las Hermanas de la Coronación de Jesús María.

La experiencia que marcó al odontólogo y que le dejó con ganas de seguir colaborando fue la vivida en Sáhara, en concreto en Tifariti y Mehaires, en la zona conocida como Territorio Liberado, un término usado por el Frente Polisario para describir la parte del Sahara Occidental que se encuentra al este del muro fronterizo marroquí y al oeste y al norte de las fronteras con Argelia y Mauritania, respectivamente. El Territorio Liberado se encuentra separada del resto del territorio del Sahara Occidental por un muro de 2200 kilómetros, protegido por uno de los mayores campos de bombas terrestres del mundo y se estima que cuenta con una población de 30.000 personas. «A esta zona no llega mucha ayuda porque la mayor parte de las ONGs se quedan en los campos de refugiados», apunta Ortega quien asegura que «fue un viaje inolvidable, es una experiencia que marca para toda la vida, me habían dicho que todo allí era muy diferente a lo que podía conocer, desde el lugar hasta los pacientes, y no les faltaba razón».

Tras dos días de viaje «de locos», la expedición compuesta por dos dentistas, dos oftalmólogos, dos pediatras, dos enfermeros, un fisioterapeuta, dos acupuntores y otros profesionales, llegaba al Sáhara. «Allí, al contrario que en otros territorios, encontramos la cooperación de los ‘gobernantes’».

Una de las cosas que más impresionaron a este burgalés fueron «las largas colas de gente que nos encontramos al llegar», explica, «nos estuvieron esperando para ser atendidos». La andanza solidaria de Ortega duró quince días. «Quince días de trabajar sin parar, desde que salía el sol hasta que la noche ya no nos permitía seguir trabajando, quince días muy satisfactorios a nivel profesional y personal», asegura. El espacio donde trabajó este burgalés se componía «de un viejo cuartel español y antiguo y pequeño hospital y de las jaimas donde viven los lugareños». Aunque la expedición llegó con la capacidad de atender a cerca de mil personas, finalmente «se prestó atención a algo más de trescientas».

Uno de los objetivos de la expedición era «comprobar si lo que se hizo el pasado año había servido para algo y si las personas habían adquirido una conciencia de salud». Para ello, la asociación creo una cartilla sanitaria donde apuntar todas las ‘intervenciones’ realizadas y contar con un proyecto de seguimiento a largo plazo. «Para seguir siendo vistos tenían que traer esa cartilla», explica el odontólogo y «la realidad es que todos llegaron con su cartilla, una acción tremendamente positiva».

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