Diario de Valladolid

Dos eruditos se topan con el mapa de un viejo pueblo medieval burgalés

Se trata de una representación cartográfica del siglo XVI que recoge el censo y tributos en una extinta circunscripción medieval

El documento fue hallado en la Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional, que se encuentra en Toledo.-MECD

El documento fue hallado en la Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional, que se encuentra en Toledo.-MECD

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Diego Santamaría

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Si algo han aprendido los historiadores David Peterson y Juanjo Martín a lo largo de los años es que a veces una búsqueda concreta se salda con un hallazgo inesperado. Volvieron a confirmarlo hace no mucho mientras buceaban en los archivos de la Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional por un «encargo» de Peterson. La curiosidad insaciable de los dos profesores de la Universidad de Burgos (UBU) y el azar se pusieron de acuerdo ese día para rescatar del olvido un par de recortes inéditos del siglo XVI que constituyen «la primera representación cartográfica exclusiva que se conoce del Valle de San Vicente».

A casi nadie le suena hoy en día el nombre de este paraje, a no ser que se confunda con el municipio de San Vicente del Valle. Para evitar confusiones en este sentido, Martín detalla que el citado territorio fue una «circunscripción que se conforma desde la Alta Edad Media y que abarca varias localidades, desde Fresneda en el este hasta Alarcia en el oeste».

Aclarado este punto, el historiador burgalés desgrana su utilidad y contenido. Lo primero que se debe tener en cuenta es que «no se trata de un mapa ‘ad hoc’, sino de una representación cartográfica ex profeso para un informe que indicase las rentas y número de vecinos de las localidades de Soto y Garganchón hacia 1568».

Pero ahí no queda la cosa. Resulta que, ese mismo año, Francisco de Alvarado «compró varios litigios establecidos con el Valle de San Vicente y el Condestable de Castilla», amo y señor de «estos pueblos, la villa de Santa Cruz del Valle -en cuyo consejo se englobaban también Soto y Garganchón-, así como su jurisdicción civil y criminal». ¿Quién era Francisco de Alvarado? Pues no era un don nadie precisamente, sino el «hermano de Fray Bernardo de Fresneda, confesor de Felipe II».

Para asegurarse de que hacía una buena compra, el noble encargó una «descripción somera» del territorio en cuestión. Y lo consiguió, ya que el escribano que se encargó de elaborar el documento «seguramente conocía la zona». Al menos esa es la impresión que le dio a Martín tras estudiar una reseña «muy gráfica» y «muy cercana a la realidad».

Aunque el documento permitía a su propietario conocer con bastante exactitud «las rentas que tributaban los vecinos», el historiador burgalés considera que el censo estaba «infravalorado». En cualquier caso, asegura que hasta la fecha nunca se había topado con «ninguna representación esquemática como esta», si bien es cierto que ha tenido la oportunidad de analizar «mapas exquisitos» más recientes, concretamente a partir del siglo XVIII.

Llega el momento de desglosar los dos recortes. En el primero aparece el castillo de Belorado «indicando que ‘río Tirón arriba’ se encuentra el Valle de San Vicente, y en primer lugar Villagalijo». A continuación, el documento recoge «Pradoluengo y el dibujo esquemático de su río» antes de «pasar al siguiente Valle, el de Santa Cruz».

En cuanto a la segunda hoja, Martín explica que «aparecen los restantes pueblos del Valle por el este, desde San Clemente hasta Espinosa del Monte, San Vicente, Santa Olalla y Fresneda». Después, el dibujo salta hasta Santa Cruz, ya plasmado como un pequeño castillo o casa fuerte, para seguir por Soto y Garganchón, curiosamente vistos de izquierda a derecha en sentido inverso al real». Por si fuera poco, el escribano también remarcó «la existencia del río de Santa Cruz, hoy denominado Urbión, aunque este esta denominación no tiene más que un siglo». Finalmente, este recorte también recoge las localidades de Valmala y Alarcia, «con mayor importancia de la primera que de la segunda en la representación».

LOS ORÍGENES Y EL FUTURO DE PRADOLUENGO 

Cada cierto tiempo, la historia de Pradoluengo saca a relucir secretos enterrados por el paso del tiempo. La culpa es de su historiador local, Juanjo Martín, siempre dispuesto a sorprender a sus vecinos con nuevos descubrimientos. Su compañero de la UBU, David Peterson, tampoco se queda atrás. La villa textil centra buena parte de su interés, empezando por su propio nombre.

¿Es Pradoluengo un «híbrido vascorrománico camuflado»? Parece bastante probable. Al menos así lo sugiere Peterson en un artículo publicado hace unos meses por la Universidad del País Vasco (UPV) que analiza con precisión de cirujano la coexistencia del euskera y la lengua romance en el municipio y sus alrededores.

Martín, por su parte, sigue enfrascado en varios proyectos con el objetivo de divulgar el patrimonio industrial y textil de su pueblo. Para ello, se embarcó en la redacción de un estudio técnico de viabilidad que servirá como hoja de ruta para el plan director contemplado por la Junta de Castilla y León durante los próximos años.

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