Diario de Valladolid

Ávila enseña su procesión más andaluza

Los días grandes de la capital abulense arrancan hoy con ‘La Estrella’, la primera procesión de la Comunidad con costaleros al más puro estilo andaluz

Procesión de Vía Crucis de Penitencia que cada Viernes Santo se realiza en torno a la muralla de Ávila.-ICAL

Procesión de Vía Crucis de Penitencia que cada Viernes Santo se realiza en torno a la muralla de Ávila.-ICAL

Publicado por
Antonio García

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La Semana Santa de Ávila, declarada hace tres años de Interés Turístico Internacional, tiene varios momentos estelares desde su inicio del Viernes de Dolores, hasta el Domingo de Resurrección.

Uno de los más singulares tiene lugar esta tarde. Se trata de la procesión de ‘La Estrella’, la que más brilla de la Semana de Pasión abulense, ya que es una de las pocas procesiones que discurre a plena luz del día.

Pero además, lo que la hace singular es el hecho de ser en su día, allá por el año 2005, la primera de Castilla y León con costaleros, al más puro estilo andaluz. Por ello, los integrantes de la hermandad de Nazarenos Jesús Redentor ante Caifás y Nuestra Señora de la Estrella hablan de estación de penitencia y no de procesión.

Todo en ella o buena parte, rezuma olor andaluz, desde su salida de la iglesia de Santa María de Jesús, conocida popularmente como ‘Las Gordillas’, hasta su retorno a este templo, después de cinco horas de un trayecto que arrancará a las 16.00 de la tarde con la expectación habitual.

Desde allí partirán, siempre que el tiempo no lo impida, ya que ayer se suspendieron las dos procesiones previstas, los tronos, que no pasos, de Nuestro Padre Jesús Redentor ante Caifás, portado por cuarenta costaleros, y Nuestra Señora de la Estrella, llevada por una treintena.

Aunque el presidente de la Junta de Semana Santa, Emilio Iglesias, confiaba ayer en que la meteorología les diera una tregua, lo cierto es que las predicciones hablan de tormentas.

Después de meses de ensayos para portar ambas imágenes a costal, los costaleros confían en poder ‘bailar’ ambos tronos por las calles de Ávila, después de sacarlas con gran dificultad por la estrecha puerta de este templo situado extramuros de la muralla.

La estrechez de la puerta y el gran tamaño de los tronos, cuyo peso ronda los 1.000 kilos, aportarán la tradicional emoción a uno de los instantes más plásticos de la Semana Santa de Ávila. Y todo ello, pese a la ‘juventud’ de esta estación de penitencia que es una de las más esperadas y que cada vez cuenta con más hermanos ataviados con un capirote de 70 centímetros, antifaz blanco, túnica blanca con escudo en el pecho, cinturón de esparto, guantes blancos, zapatillas blancas y medalla.

En su recorrido acompañarán los dos pesados tronos portados por 70 costaleros al más típico estilo andaluz, ya que es el espíritu que impregna una Hermandad que se asemeja a las del sur de España, con tronos en lugar de pasos. Por ello son portados por costaleros ataviados con faja riñonera, sudadera blanca y un costal en la cabeza, similar a un turbante que ayuda a aliviar la pesada carga de estos enormes tronos durante las aproximadamente cuatro horas del recorrido.

Para extraer los tronos del templo con mucha minuciosidad, los capataces serán clave, ya que son los que tienen que dirigir a voces a los contra-guías, que desde el interior conducen al resto de sus compañeros para que los tronos no sufran ningún daño.

Una vez en el exterior, la gran cantidad de público que se congrega, premia a los costaleros con una gran ovación, aunque todavía les quede subir las empinadas escaleras que dan acceso a la calle.

Como siempre, una de las primera paradas será el convento de San José, primera fundación de Santa Teresa de Jesús, donde los hermanos entregarán un ramo a las monjas de clausura, emprendiendo un trayecto que les conducirá por el centro de la ciudad poniendo en práctica los principales movimientos ensayados durante los últimos tres meses por los costaleros para cargar con los tronos ‘bailándolos’.

Así, realizarán esos movimientos denominados a pulso, a pulso aliviado, a medio tirón, al cielo -con un salto-, meciéndolo o chicota -bailándolo-, entre los aplausos del público que se concentrará durante todo el recorrido.

VÍA CRUCIS PENITENCIAL

Otro de los momentos estelares que siempre quedan en la retina y en el corazón de quienes participan en él durante la madrugada del Viernes Santo es el Vía Crucis de Penitencia en torno a la impresionante muralla de Ávila.

En él se conjugan el recogimiento de un momento único, la devoción de los fieles que acuden en masa y la belleza estética de un recorrido inigualable alrededor de los 2,5 kilómetros del recinto amurallado.

Religiosidad y monumentalidad se entremezclan en uno de los actos más sobresalientes de la austera Semana de Pasión abulense, bajo la presencia de una de las tallas más veneradas: la del Santísimo Cristo de los Ajusticiados (s. XVI).

Cada año miles de personas acompañan esta impresionante imagen pese a las bajas temperaturas, ya que la fe y la devoción, para unos, y la plasticidad que encierra para otros este singular desfile procesional, hace que el Vía Crucis se haya convertido en una de las imágenes de la Semana Santa de Ávila.

Y todo ello gracias al Ilustre Patronato de la Santa Vera Cruz, el más antiguo de Ávila que, además de organizar este emblemático acto, es el impulsor de la Semana de Pasión abulense a mediados del siglo XVI.

Los penitentes que acuden a las 5.30 de la madrugada cada Viernes Santo a la Catedral de El Salvador, lo hacen ataviados con ropa de abrigo para protegerse de las bajas temperaturas, sobre todo cuando la nutrida comitiva transita junto al río Adaja a mitad de un recorrido que en ese punto ya comienza a intuir las primeras luces del día.

Durante el trayecto se rememora la Pasión y Muerte de Jesucristo, relatada en catorce estaciones, cada una marcada por grandes cruces de madera ubicadas junto a la muralla. Unas cruces cuya sombra se proyecta sobre los cuatro lienzos del principal monumento abulense, provocando instantáneas difíciles de olvidar.

Pero las sensaciones que deja este Vía Crucis también están asociadas con un entorno monumental al que se suman, además de la muralla y la Catedral, la imponente basílica de San Vicente; el monasterio de La Encarnación, aunque sea en la distancia; la ermita de San Segundo, con el mirador de los Cuatro Postes al fondo; el convento de La Santa, la Casa Natal de Santa Teresa, o la iglesia de Santiago Apóstol.

Todos estos monumentos se pueden ver en un recorrido que se prolonga durante más de dos horas y que finaliza en el principal templo de la ciudad, después de que los fieles hayan vuelto a custodiar la imagen del Santísimo Cristo de los Ajusticiados (s. XVI), inicialmente denominado Cristo de la Buena Muerte, debido al rostro sereno de Jesús.

Sin embargo, su vinculación con los presos hizo que modificara su denominación. En el siglo XVI, los cofrades de la Hermandad de la Vera Cruz acompañaban con esta talla a los reos durante sus últimas horas de vida. Además, se encargaban de cumplir con su última voluntad y le daban sepultura cristiana.

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