Diario de Valladolid

Cofradía del Santo Entierro (1930)

Diálogo con la muerte de Cristo

Paula Adeva es comisaria del Cristo Yacente, obra de Gregorio Fernández. Un momento que para esta joven vallisoletana significa «servir de hombro durante la Pasión»

Paula Adeva Seco, ante la Virgen de Capítulo que se custodia en el Monasterio de San Joaquín y Santa Ana.-PABLO REQUEJO

Paula Adeva Seco, ante la Virgen de Capítulo que se custodia en el Monasterio de San Joaquín y Santa Ana.-PABLO REQUEJO

Publicado por
Henar Martín Puentes

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Conocida popularmente entre los vallisoletanos como la cofradía de ‘los barrenderos’, nombre que llevan «con mucho orgullo» por la característica cola que visten los miembros del Santo Entierro, y que provoca un característico sonido que rompe el silencio sobrecogedor, es uno de los rasgos distintivos de esta hermandad. Un vestir, que según explica Paula Adeva, «es una representación metafórica de ir con la penitencia arrastrando nuestros pecados».

Junto a ello, la Cofradía guarda multitud de singularidades. Entre ellas, es la única que sale a la calle con farolillos que alumbran la noche del dolor, de la muerte de Cristo. Un tema, el de más allá, que desde siempre ha fascinado a esta joven vallisoletana. A sus 25 años lleva 14 saliendo en procesión, tanto como cofrade de devoción, vistiendo la tradicional mantilla de blanco el Domingo de Resurrección, como de hábito de terciopelo negro con cola que visten. «Me interesa mucho la muerte; para nosotros los creyentes es un tránsito, es un paso más de la vida». Tanto es así, que el trabajo fin de carrera de sus estudios de Filología Hispánica versaron sobre el tratamiento de la muerte del escritor Francisco de Quevedo.

Ahora, en Semana Santa, reflexiona de nuevo sobre este paso que todos los creyentes de fe tienen hacia la vida eterna. Desde hace tres años es comisaria del Cristo Yacente, la imagen titular que sacan en procesión, obra del taller de Gregorio Fernández y propiedad del Monasterio de San Joaquín y Santa Ana que acaba de ser sometida a unos trabajos de consolidación cromática.

«Se nos conoce como los malditos. Somos los que salimos portando a hombros, este año por cierto con unas andas nuevas que se acaban de bendecir. En un sentido metafórico significa todo, es llevar a Cristo muerto, es ser su hombro y acompañarle durante toda su pasión», explica.

Durante la tarde del Viernes de Dolor, a las ocho y media de la tarde, realizan un Vía Crucis que recorre los alrededores del Monasterio de las madres Bernardas procedentes de Burgos. Tras el canto de la Salve Popular a Nuestra Señora de San Lorenzo, patrona de Valladolid, la cofradía parte con el Cristo Yacente hasta la Plaza de Santa Ana, donde, a la puerta de la Iglesia Conventual se reza la XIV estación, dando por finalizada la procesión.

Pero el sueño que alberga Paula es el de sacar a la Virgen de Capítulo por la que siente «mucha devoción mariana». Es una imagen tradicional de vestir castellano y que a Paula le recuerda mucho en su estilo a la Soledad de Zamora. «Me encantaría que acompañara al Santo Cristo Yaciente», sostiene.

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