Los vallisoletanos arropan a la Virgen de San Lorenzo en su día grande

Valladolid renovó este lunes su vínculo con la Virgen de San Lorenzo. El día grande de las fiestas  congregó a miles de personas en el centro de la ciudad. El acto central comenzó pasadas las diez y media de la mañana, cuando la imagen de la patrona cruzó el umbral de su iglesia a hombros de sus cofrades. Un silencio respetuoso, solo roto por las indicaciones internas de la hermandad, acompañó el arranque. Fuera, la expectación marcaba el ambiente entre las cofradías formadas y los ciudadanos que se agolpaban en el atrio.

Una vez en la calle, la comitiva inició su lento avance hacia la catedral. La talla de la Virgen, con el bastón de mando que la distingue como alcaldesa perpetua, presidía el desfile. Detrás de ella caminaba la corporación municipal, con el alcalde Jesús Julio Carnero y el presidente de la Diputación, Conrado Íscar, en la primera línea. El cortejo incluía representaciones de las cofradías de la ciudad y grupos ataviados con el traje regional. A ambos lados del recorrido, las aceras presentaban una imagen de lleno absoluto, un público intergeneracional donde la tradición pasaba de abuelos a nietos.

La llegada a la seo marcó el ecuador de los actos matutinos. Las puertas del templo se abrieron para acoger a la patrona en una de sus escasas visitas anuales. Dentro, el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, ofició la eucaristía solemne. El aforo de la iglesia se vio superado, con los bancos y las naves laterales ocupados por completo. Muchas personas tuvieron que seguir la ceremonia desde la plaza de la Universidad, a las puertas del templo. La misa puso el contrapunto de recogimiento a la actividad festiva del exterior.

Concluida la misa, la procesión emprendió el camino de regreso. El itinerario reservaba para el final uno de los momentos más visuales de la jornada: el paso por la plaza Mayor. Allí esperaba una alfombra floral de más de 70 metros cuadrados, confeccionada durante la madrugada con marmolina de colores. La pieza de arte efímero, que este año presentaba un diseño renovado y un cambio en la coordinación de sus responsables, sirvió de tapiz para el paso de la Virgen. Los portadores avanzaron con cuidado sobre el dibujo, en una imagen que se repite cada 8 de septiembre.

La entrada de la imagen en la iglesia de San Lorenzo cerró el capítulo principal de la mañana. El sonido de las bandas de música que acompañaron el recorrido se fue apagando para dar paso al bullicio de una ciudad en plenas fiestas. El acto sirvió un año más para medir el arraigo de esta tradición en Valladolid.