La calle del puente de Valladolid que conectó con Calatayud

El Paseo Zorrilla divide en dos la calle Puente Colgante. El cruce entre ambos se encuentra a la altura de la plaza de toros. Los cuatro carriles de esta gran avenida que lleva el nombre del puente de hierro constituyen la mejor muestra de su intensa actividad. El tráfico es incesante en ambas direcciones y el ir y venir de la gente en busca de algún bar o comercio confirma también que Puente Colgante es una de las grandes arterias de Valladolid. Estamos hablando de la calle del puente que conectó con Calatayud (Zaragoza). Este puente inaugurado en 1865 se encuentra ubicado tras dejar atrás la Avenida de Salamanca. Una vez rebasado, a la derecha está el colegio Nuestra Señora de la Consolación (Agustinas Valladolid) y a la izquierda comienza la Avenida Reyes Católicos. La calle se parte en dos al llegar al Paseo Zorrilla y el siguiente tramo conduce a la estación de autobuses. A partir de ahí comienza la calle Recondo, que traza su famosa curva a la izquierda antes de llegar a la estación de ferrocarril Campo Grande.

En principio, el puente colgante no era urbano ya que su emplazamiento estaba a más de 800 metros de las puertas de Valladolid. Se pensó que sería la conexión que enlazara las nuevas carreteras de Zamora y de Calatayud -las actuales A-62 y N-122 respectivamente- y por este motivo el proyecto y ejecución estuvieron impulsadas por Fomento y por la Reina Isabel II, que determinó que se hiciese mediante subvención del Estado.

En el estudio realizado el puente se proyectaba sobre el nivel de las aguas del Pisuerga. Su estructura debía sustentarse por un cable de acero fabricado en el emplazamiento en forma de anillo cerrado, dispuesto de tal forma que dos ramas del mismo atravesaban el río en catenaria, suspendidas desde cuatro postes metálicos huecos, dos en cada margen, y de forma que entre ellos pasaba enterrado atravesando los macizos de anclaje. Esta disposición, que entonces contraria al uso de dos cables independientes, tenía la intención de simplificar la estructura y eliminar todo punto de unión en el cable.

En 1995 la Junta de Castilla y León acometió una restauración completa de la estructura, con sustitución del piso del tablero para recuperar su ligereza original y tratamiento anticorrosión de las partes metálicas y el 24 de enero de 1996 se abrió de nuevo al tráfico tras nueve meses de obras. La última intervención se remonta a 2009, cuando el Ayuntamiento de Valladolid utilizó fondos del Plan E para repintarlo en color negro.

El puente colgante luce majestuoso al comienzo de la calle desde el acceso por la Avenida de Salamanca. La gran diferencia entre esta gran avenida y cualquier calle de Valladolid situada en un barrio lo marca la ubicación. No existe la cercanía y familiaridad propias de los comerciantes que abrieron sus negocios en los barrios, que en ocasiones se asemeja a la vida en los pueblos, y es que Puente Colgante es una de las grandes calles de la capital con un volumen extraordinario de comercios, reforzados por varias entidades bancarias.

Al igual que ocurre en toda la ciudad, Puente Colgante cuenta con varios establecimientos que han hecho historia y es que sus propietarios recuerdan emocionados que son varias las décadas que llevan instalados allí. Es el caso de Tintorería Ledo, que ha cumplido 51 años en Valladolid. Enrique Pérez Ledo es el dueño de este negocio. Es el más veterano de la calle y supera aunque no por mucho tiempo a otros comercios que abrieron sus puertas hace más de 40 años. En la Farmacia Puente Colgante, 41, cuya propietaria es Carmen Chana Galván, sus empleados siguen atendiendo 50 años después. Su amplio horario, incluido el nocturno, permite que sea una gran referencia en la ciudad. Allí acuden quienes necesitan una medicina determinada ya avanzada la noche, una vez que el resto de farmacias han cerrado sus puertas.

También son veteranos en la calle Colchonería Collantes (María del Carmen Collantes, desde 1980, con otras dos tiendas en la capital), Óscar Mate y Antonio Doncel al frente de Peluquería Chencho. Ambos trabajaron de empleados de Crecencio García, que abrió las puertas en 1979 y ahora son los propietarios. A lo largo de los años han mantenido los clientes de siempre y han conseguido que los hijos y los nietos acudan ahora a visitar a Óscar y Antonio para conseguir esa imagen que buscan quienes acuden a las peluquerías. También se encuentran allí el Bar y Restaurante Lucense, donde atiende, entre otros, Ámbar Rodríguez Valdez, y el Centro de Personas Mayores.

La churrería y chocolatería Puente Colgante, enfrente de la estación de autobuses, también se ha ganado la confianza de sus clientes con la amabilidad de Laura Chiobanu. Allí se saborean los productos estrella, muy apetecibles a cualquier hora del día, y también se convierte en punto de encuentro donde los vecinos de la zona tienen tiempo más que suficiente para entablar conversación.

Otros establecimientos de Puente Colgante son Decoración Aro (desde hace 45 años con Manuel Rodríguez y Gema Calle), Bienestar y Belleza Marian de la Puente, Electrodoméstica Ruano, con otras dos tiendas en Valladolid, Zafiro Cosméticos (María Rosa León), Ferretería El Arco, que regenta Luis Álvaro Represa con Pablo Castaño de empleado, Clínica del Pie del doctor Manuel Poyo, en la que trabaja Jesús San José, la peluquería D’Peluches Barber Shop, Deportes Manolo, desde (2006), del exciclista Francisco Manuel Romero Chamorro, donde atiende Francisco González, Robike, a cuyo frente se encuentra Román Otero, alias ‘el gallego’, desde 1997, que cuenta con Ana Valsero, el taller Midas, abierto desde 2008, atendido por el gerente, Antonio Potente, y los empleados Cristina Gil García y Nica Parnea, Ortopedia Puente Colgante con Lucía Enríquez y Valentín Boucher, la agencia de viajes CWT (Natalia Aguado), Mercería Carmen, una tienda de toda la vida en la que Camino García Ferreras ha cumplido 23 años, Tahona Padova (Alma María Astorga), Javier Almacenes, un establecimiento de regalos y souvenirs donde trabaja Yolanda Velázquez, Reparación de Zapato Geppetto con Jesús y Tere Espinilla, Calzados Lafer con varias tiendas, una de ellas en el local que ocupó Pastelería La Estrella, un negocio de los padres de Fernando Cuesta González, Pastelería Menta y Chocolate, Óptica Javier Alcalde desde hace 14 años, Bar A Mordiscos (Eduardo Córdoba, Andrea Rodríguez García, Ana María Merillas Crespo y Jonathan Ayala), Bar La Limeña (Mishelle Tineo), Grupo Qe Stylo (reformas y decoración, compaventa de inmuebles y servicios financieros, con Francisco Javier González Antón) y Parket Poniente (Cristina Álvarez Lorenzo).

La estación de autobuses sufre los efectos del paso de los años. Una vez aprobado el proyecto de reforma, la vieja terminal ha comenzado esta semana su lavado de cara. Este jueves comenzaron las obras con un plazo de ejecución de 18 meses. Enfrente se encuentra la Casa de India, desde noviembre de 2006, y en dirección al Paseo Zorrilla se encuentran el edificio que albergó Harinas La Rosa y una gasolinera.