Diario de Valladolid

Triunfa la mansa y profunda calidad de Ortega en Valladolid

Logró cuatro generosos apéndices, mientras que Urdiales y Aguado se fueron de vacío tras faenas intrascendentes ante los descastados toros de Núñez del Cuvillo

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César Mata

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Proporción. Quien pretenda administrar justicia habrá de hacerlo, con el premio o con el castigo, bajo un criterio proporcional. Si así no fuera, nace el agravio. Y en la corrida de este sábado en Valladolid los trofeos, en concreto las dos orejas que se concedieron a Juan Ortega ante el segundo toro, supusieron tanto de despilfarro en sí mismo como de injusticia para las que el viernes se les negaron (con acierto) a El Juli y Emilio de Justo.

La mansa delicadeza en el trazo de los lances de capote y de los derechazos al ñunezcuvillo de fea cabeza , fue eso, que no es poco, pero en ningún caso una tarea de premio múltiple. Sin duda, la flexibilidad de la muñeca de la presidencia al sacar los pañuelos a modo de un puenting textil estuvo impulsada por el soberbio estoconazo que enterró Ortega a su desfondado oponente. Jugándosela, y con un topetazo fruto de la cercanía en el encuentro.

Más completa fue la faena al quinto, manso que, por momentos, mostró ese genio temperamental que no pocas veces se confunde con la casta. Algo suelto de carnes, el astado se empleó ante el peto, lo que exigió al varilarguero, Quintas, un plus de pericia y técnica equina . Una suerte emotiva y contundente.

Y después, con la muleta, Ortega disciplinó a su huidizo oponente, doblándose con gusto y cadencia. Siempre pendiente de no quitarle la muleta de la cara para abortar los ánimos centrífugos del toro, muy a tono con el resto de sus hermanos, con una evidente descastamiento . Ligó en redondo con empaque, con torería, solidaria su figura a la embestida. Aunque alargó en exceso la faena, volvió a matar con soberbia contundencia, y con verdad y, ahora sí, obtuvo dos proporcionales orejas, no tanto en su tamaño como en la justicia del premio.

Diego Urdiales, se mire como se mire, no puede exculpar su baldía tarde en la falta de clase y energía de su lote. Carencias evidentes, sí, pero tanto ante el inválido primero, como con la anovillada res de juego boyal , no sobrepasó la línea de la prudencia y la corrección. Ningún reproche, ningún mérito. Un paso de indiferencia que es, a su vez, un veredicto inapelable.

Poco más que aroma y buen gusto pudo desplegar Pablo Aguado ante sus oponentes. Retrasada la muleta ante el segundo, toreo sin fondo ante un toro desfondado . Porfía abocada al fracaso ante el sobrero sexto, de Loreto Charro, que con su arboladura de toro adulto, dejó aún más limitadas las tímidas encornaduras que llegaron desde El Grullo. Igual que los peses de la tabilla. Hay que revisar la báscula. Salvo que se quiera aplicar a los toros ese dicho de ‘se ha quitado un peso de encima…’.

Tras la notable presencia el primer día de feria de los toros de Antonio Bañuelos, de proporcional seriedad en las encornaduras, los de Núñez del Cuvillo ha provocado alguna protesta desde los tendidos . Leve pero significativa.

El coso apenas llenó la mitad de su aforo. La ausencia de Morante de la Puebla se notó en ese déficit en la afluencia de aficionados. El de La Puebla del Río no hubiera llenado, pero sí habría convocado a una buena legión de sus seguidores. Urdiales, sin ser mal torero no era un sustituto proporcionado

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