Diario de Valladolid

Las dos vallisoletanas que enseñan a los jóvenes a gestionar sus emociones

«La educación emocional es un pilar de la vida», afirma Elena Ramos, codirectora junto a Eva García de ‘La Akademia’, un proyecto educativo que ya ha ayudad a 45 jóvenes «a tener una vida mejor»

Eva García y Elena Ramos en el Albergue 'El Callejón', donde imparten los talleres de 'La Akademia'. -PHOTOGENIC

Eva García y Elena Ramos en el Albergue 'El Callejón', donde imparten los talleres de 'La Akademia'. -PHOTOGENIC

Publicado por
Diego González
Valladolid

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Sin motor, un vehículo es incapaz de comenzar su trayecto hacia un punto final. En las personas, las emociones son el impulso para lograr cualquier objetivo. La ausencia de ellas es como una enfermedad desconocida, pero hay quienes no saben gestionarlas, aspecto que incide en el desarrollo personal, el autoconocimiento y en el interés vocacional. En Valladolid, desde hace dos años, Elena Ramos y Eva García colaboran en un proyecto para que jóvenes encuentren su motivación y su ilusión a través de la educación emocional .

Desde el teléfono ya se atisba el carácter solidario de Elena. Las distintas complicaciones que surgieron en su vida, como en la de Eva, le llevaron a impulsar ‘La Akademia’ en Valladolid, un proyecto educativo y altruista que apoya a personas entre 18 y 24 años a desarrollar su potencial .  «Creemos que todos los jóvenes, al igual que los adultos, tenemos necesidad de aprender a gestionar nuestra vida, nuestras emociones, y nos parecía que era algo necesario en Valladolid y en cualquier ciudad», expone Elena.

 

Después de dos ediciones, un total de 45 alumnos han pasado por el Albergue ‘El Callejón’ , en la calle Villalba de los Alcores, instalaciones cedidas por el Consejo de la Juventud de Castilla y León, que apoya el proyecto. Allí, alumnos se disponen para sesiones individuales y colectivas con psicólogos, coaches , pedagogos, nutricionistas, terapeutas y emprendedores, conformando un equipo de hasta 25 personas. Aunque, primero, los jóvenes tienen que pasar un proceso de selección .

«Les hacemos una entrevista personal , porque queremos que sean ellos los que realmente quieren entrar al programa, no que sean sus padres, porque a veces nos pasa que son los padres los que nos dicen ‘oye, quiero que mi hijo entre ahí’», explica la codirectora. Después de la charla, evalúa junto a Eva al posible alumno, escogiéndolo según su «inquietud y compromiso» , señala.

Conformado el grupo, y todos los martes de octubre a mayo , se realiza una serie de talleres «dinámicos y vivenciales» para  «tomar conciencia de nuestras emociones y de nuestra autoestima». 

Si bien la base de ‘La Akademia’ «es la inteligencia emocional», su plan pedagógico se construye sobre tres pilares: el autoconocimiento , en el que «los chicos y chicas van descubriendo por qué actúan de una manera y no de otra, conocen sus valores, qué actitud tienen con su familia o con sus amigos, por qué se enfadan, o cómo viven el rechazo o el miedo»; el desarrollo personal y liderazgo en valores , apartado en el que se ofrecen las herramientas para una mejor gestión personal con talleres de emancipación emocional, para «ser capaces de tomar otras decisiones por nosotros mismos, de manera un poco desvinculada con nuestros mentores o nuestros padres», y también se ofrecen sesiones de sexualidad, comunicación o alimentación; y por último, propósito vital y vocación profesional , donde «una vez que se tienen las herramientas y se conocen a ellos mismos, pueden saber qué camino profesional quieres seguir», puntualiza Elena, con talleres para indagar en dones y talentos, «porque todos tenemos uno».

Con los cursos, cada persona «se va dando cuenta de que la autoestima a veces va un poquito floja , que tienen que gestionar mejor sus emociones o aprender a comunicarse mejor», desarrolla Elena, que define a los alumnos de ‘La Akademia’ como «buscadores». «Tienen inquietudes personales al ver que tienen ciertas carencias, que sienten a veces algún vacío, o que desconocen cuál es el propósito de su vida y van con el piloto automático» , expresa sobre cuál es el patrón que rige entre el grupo que acude hasta el Albergue ‘El Callejón’ para buscar «otras respuestas de las que dan en los colegios o en las universidades» . Pero también ocurre con los adultos, pese a que los cursos solo son aptos para edades comprendidas entre los 18 y 24 años. 

Tras cada bloque, además, realizan una autoevaluación para que los alumnos califiquen tanto los talleres impartidos como a sus facilitadores. «Al final lo que queremos es que los jóvenes nos den su feedback para nosotros ser capaces de darles a ellos lo que necesitan», apunta Elena.

Por otro lado, cada alumno tiene a su disposición un coach o psicólogo que le acompaña a lo largo de todo el curso para trabajar cuestiones a nivel más personal . «Cuando se trabaja la autoestima, ellos ven si hay algo que pueden mejorar o no. O a veces, hay talleres en los que se puede salir más afectado porque lo han vivido más intensamente. Entonces, tienen un acompañante a su lado que les apoya», agrega Elena al respecto.

Después de ocho meses, los alumnos deben presentar un proyecto final en el que exponen cuál es su proyecto profesional, qué es lo que ellos han aprendido en la academia o con lo que quieren seguir sus vidas. «Pero quizás lo que más nos importa a Eva y a mí es ver esa evolución a nivel personal , no tanto implícito en una presentación que ellos hacen a todos sus compañeros», agrega con voz entrecortada por la emoción al recordar algún caso en especial. «Hay gente que entra con una expresión en su rostro y con una expresión corporal, incluso con una manera de vestir muy diferente, muy marcada. Y a lo largo del curso vamos viendo cómo vuelven a sonreír porque van descubriendo quiénes realmente son» , refleja Elena que, además, razona que esas limitaciones provienen desde el entorno social o familiar.

En apariencia, es como si se tratase de un curso escolar o universitario, sin embargo, este tipo de centros prescinden de una asignatura sobre educación emocional , salvo en las Islas Canarias, que en el año 2014 implementaron 90 minutos semanales de la materia Emocrea (Educación Emocional y para la Creatividad) para estudiantes de seis a nueve años.

«Debería ser algo que estuviera implícito ya en los colegios desde la más tierna infancia» , opina Elena, con el propósito de saber «cómo gestionar nuestras emociones, relacionarnos con los demás, comunicarnos, empatizar, ser capaces de ponernos en el lugar del otro...». 

«En nuestro día a día la emoción es algo que está constante» , añade, motivo que pone en valor su gestión para tener «una vida más saludable». Desde enfados en el trabajo que pueden acabar en ira, una discusión con un jefe que genera dolores de cabeza o de estómago de la rabia o de la impotencia, o la tristeza por la pérdida de un ser querido que puede terminar en una depresión. En estos casos, los pasos a seguir son claros. « Respiro , no mando este correo, hablo con tranquilidad , transmito de una manera asertiva la situación que estamos viviendo, intentando ponerme en la posición de la otra persona y que la otra persona también intente entender mi posición», aclara Elena.

Además, la codirectora de ‘La Akademia’ señala que hay dos factores clave que inciden en una mayor visibilidad de la educación emocional para los actuales jóvenes: la pandemia y las redes sociales .

Sobre la no tan lejana época de restricciones, medidas y aislamiento, señala qu e «los jóvenes se han visto un poco maniatados por las circunstancias cuando estaban en una etapa de salir y de vivir la vida a tope». Además, argumenta que la situación transmitida desde los medios de comunicación, con índices de depresiones, de suicidios y de problemas psicológicos a estas edades fueron «elevadísimos».

Respecto al  mundo virtual que acapara la atención de los jóvenes, para Elena existe cierto ‘peligro’ debido a que «se muestra una imagen que no es la real». Por ello, desde ‘La Akademia’ incluyen una parte dedicada a las redes sociales en los talleres de autoestima del primer bloque para «ser capaces de vivir con ellas». «Al final en las redes sociales todo el mundo muestra su mejor imagen, su mejor sonrisa, su felicidad. Y cuando uno no está pasando un buen momento, pero ve que todo el mundo está genial y súper feliz, eso afecta» , afirma. 

«Es fundamental que cada vez tenga más presencia la inteligencia emocional, porque es uno de los pilares de la vida» , concluye Elena, que recuerda que las inscripciones ya están abiertas con plazas limitadas con el propósito de «tener una vida mejor».

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