Diario de Valladolid

José Luis Cienfuegos – Director de la Seminci

«Daremos cabida a un cine más heterodoxo, buscando un equilibrio»

El nuevo responsable de la Semana de Cine de Valladolid explica las claves de un proyecto atento a la historia del festival y que quiere corresponder al apoyo del ciudadano

Jose Luis Cienfuegos, director de la Seminci.- PHOTOGENIC

Jose Luis Cienfuegos, director de la Seminci.- PHOTOGENIC

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

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A unos días de partir a Cannes, al poco de llegar a Valladolid y de lanzarse a conocer espacios de proyección entre otras muchas tareas, José Luis Cienfuegos explica (el pasado día12) su proyecto a este diario en un despacho en el que sólo una maleta sobre un sofa sugiere la llegada de un nuevo director a Seminci.  

Pregunta.– ¿Se puede desligar al cinéfilo del gestor? ¿Le gusta lo canónico o prefiere algo más rupturista?

Respuesta.– Hay que desligar el cine que te gusta del que programas, claro. Y hay que tener claro de dónde viene nuestra generación: nacimos mamando cine clásico y leíamos cómics, veíamos televisión, escuchábamos pop, rock o, en mi caso, soul. Despertamos a la modernidad ante la gran pantalla y pasábamos del cine de arte y ensayo de La Clave a las películas de artes marciales y los spaguetti western. En ese contexto, entre el mestizaje y la ortodoxia, se mueve una generación. Y eso se nota. Me gusta, por ejemplo, picotear en el cine de género para que el festival respire en ese tipo de programación no anclada en la ortodoxia.

P.–   Qué queda del estudiante de psicología que tuteló el Aula de Cine de la Universidad de Oviedo y que, con unos 20 años, asumió las riendas del Festival de Gijón.

R.– Y que venía a Valladolid a aprender... Queda la inquietud de seguir aprendiendo. Es algo que he hecho toda la vida: en Gijón, en Sevilla o en los ciclos de conciertos que programé. Hay que mantener viva la llama del conocimiento, no darlo todo por sabido y hacer constantemente autocrítica. Trato de transmitir al equipo de Seminci que vamos a trabajar mucho, pero también a pasarlo bien. Eso, al final, se acaba transmitiendo a los espectadores. 

P.– Deja Sevilla, ceñido al cine europeo, para saltar a un festival con más presupuesto y que echa sus redes en todo el mundo. ¿Eso pesó para dejar aquel certamen?

R.– No, no. Llevaba 11 años y surgió esta posibilidad. Se había cumplido un ciclo y este reto era precioso. En Sevilla teníamos 1.200 películas para seleccionar y cerca de 150 estrenos; cifras similares a las de Valladolid. Sí era un estímulo volver a filmografías con las que siempre me he encontrado cómodo: el cine independiente americano, el nuevo cine latinoamericano, el asiático, el volver a autores más arriesgados, al cine de género de Seijun Suzuki o Shinya Tsukamoto, o al cine de autor de Tsai Ming-Liang. Pero seguiremos mirando a Europa, porque forma parte de nuestra idiosincrasia. 

He de decir, y vuelvo a lo que decía de aprender, que cuando llego a Sevilla, planteo en mi cabeza una sección que era Off Europa. Rápidamente la descarté. Hubiera sido un gran error. Creía que me iba a mover en un campo limitado y no: todo depende de la profundidad con la que trabajes. He aprendido una barbaridad de cosas que desconocía cuando estaba en Gijón y tenía para programar cine de todo el mundo.

P.– Es de suponer que los otros 29 candidatos también apostaban por el cine de autor y la excelencia. ¿Cuál cree que ha sido su baza ganadora?

R.– No lo sé. Sé que mi proyecto ha sido valorado como realista y respetuoso con la historia de la Seminci. Tenía la ventaja de haber trabajado con el festival estando en Sevilla, con el proyecto educativo de Ventana Cinéfila. Y era importante que ambos certámenes compartiesen un cierto código deontológico.

P.– A qué se refiere.

R.– A un respeto a los cineastas y su obra, a una manera de trabajar con consideración a los otros festivales, a cuidar las proyecciones... Son puntos irrenunciables, que vienen de ese decálogo de Fernando Lara de lo que ha de ser un festival de cine.

P.– ¿Los festivales cuidan a los autores y al público cuando, entregados a esa espiral sin fin de alcanzar cada año algún récord de asistencia,  se programa hasta la extenuación? Da la sensación de que eso no es hacerle justicia al cine. ¿Se puede, o debe, escapar de esa tentación?

R.– Se han acabado, creo, los tiempos de ‘Récord, récord, récord’, del titular de ‘La asistencia más grande en la historia del festival’. En el ICAA, de hecho, para la concesión de ayudas ya no se valora tanto el incremento como la estabilidad. Que haya un plan. Es un buen criterio del Ministerio. Hablando con Ana Redondo y con el propio alcalde, están en la línea de hacer un festival de calidad, que refleje la apuesta de la ciudad por el cine.

En el tiempo que llevo aquí, poco más de diez días, he visto cómo se trabaja por Valladolid, por la cultura y por el cine. Ya se piensa en los Goya... Así es como se hace que las cosas funcionen y así respondemos con nuestro trabajo al ciudadano, que es quien sostiene un festival como Seminci, que tiene vocación de servicio público.  Por eso, por ejemplo, quiero poner en valor la línea de publicaciones de la Semana y ponerlas a disposición de los cinéfilos. Es devolverle algo al ciudadano.

En cuanto al número de películas... Sí, es nuestro pecado. Y lo reconozco. Pero todo tiene su porqué: los espectadores no son homogéneos. Hay muchos tipos de fieles y como programador has de diseñar un programa que cada día permita al espectador, que confía en ti, hacer su propia ruta, su propio festival. Se trata de permitir que la programación respire.  Puede que se sienta abrumado cuando contemple la lista de doscientas y pico películas programadas, de las que del 80 % no habrá ni oído hablar. Luego, quizá vea que el cine experimental es para un público muy concreto. Y no a todo el mundo le gusta la no ficción. Y habrá quien solo quiera ver Sección Oficial o las películas que se acabarán estrenando en el año. Hay que marcar esa ruta. Y queremos que las secciones dialoguen, que el festival sea un todo, que sin Punto de Encuentro, por ejemplo, no se entienda lo que ha sido la Seminci 2023. Hay que conocer cómo riman las diferentes películas en las diferentes secciones. Es nuestro empeño, trabajando con mimo cada título.

P.– ¿Qué porcentaje se ha encontrado ya cerrado de la próxima Seminci?.

R.– El esqueleto está definido. Se le va a dedicar un ciclo al cine de India y un país tan potente desde el punto de vista de la producción permite muchos enfoques. Había una propuesta y ahora decidimos sobre otra de Javier H. Estrada –un miembro de su equipo que también da el salto desde Sevilla–. Hay que llegar a ese equilibrio. También creo que se podrá notar el sello del nuevo equipo en el campo de la no ficción.

P.– ¿Qué ha de hacer la Seminci para mantener su sello, su identidad?

R.– Ya tiene identidad propia. Su historia supone un enorme valor. Es un festival de sus espectadores, que lo han mantenido vivo y lo han hecho fuerte. Ese orgullo por su Semana de Cine es una singularidad frente a otros festivales. Sobre eso hay que trabajar.  Eso nos hace ser conscientes de nuestra responsabilidad.

P.– Hace unos años, en una publicación del Festival de Málaga, Heredero decía que Seminci debía «buscar su propio espacio entre las producciones más relevantes de la industria española y las creaciones más radicales y minoritarias». ¿Cuál cree que ha de ser su papel?

  R.– Intentaremos abrirle las puertas y que vengan representantes del nuevo cine español,  esos cineastas que marcan los nuevos caminos del cine contemporáneo. Habrá una apuesta por la hibridación. En ese terreno nos vamos a mover. Es una oportunidad de traer a Valladolid a cineastas que nunca habían venido.

P.– Abriría, por ejemplo, con una película de un autor consolidado que ni siquiera concursa.

R.– Angulo ha dado visibilidad al cine nacional en esas galas inaugurales, con Coixet o con Roquet, por ejemplo. Seminci es de los primeros festivales que han apostado por las directoras de este país, de manera clara, decidida, sin cuotas, trabajando bien y desde la utilidad los contenidos. Veía con envidia sana esa apertura de caminos.

P.– En cuanto a ese deseo suyo de poner en valor la historia del festival, de mirar al pasado para mostrar al espectador de dónde vienen los cineastas de hoy, no sé si pensaba en buscar alianzas con, por ejemplo, filmotecas, para poner en marcha iniciativas como esa ‘Hacia otra historia del cine europeo’ de Sevilla.

R.– Eso es. Pero no es un deseo, sino una realidad: el patrimonio cinematográfico va a ser protagonista en esta edición y las que vienen. Se van a reforzar las alianzas con las filmotecas, por ejemplo, para conseguirlo. Ya estamos trabajando en ello.

P.- En Sevilla contaba con Las Nuevas Olas o Revoluciones Permanentes para hacer visibles esos nuevos lenguajes del cine o a esas nuevas voces. ¿La sección Punto de Encuentro jugará ese papel?

R.– Aquí no va a haber ‘guetos’. Lo bonito del trabajo de los programadores, seleccionadas las películas, es pensar en cómo se combinan. Tiene que ser un todo integrado, una programación armónica. El próximo año sí habrá secciones específicas. Este año eso se irá notando, dando cabida a un cine más heterodoxo pero siempre teniendo muy claro lo que es Seminci y buscando un equilibrio en la programación.

P.– Javier Angulo se quedó con ganas de integrar la música en el festival, como hacía usted en Sevilla... 

R.– En ello estamos. Trataremos de hacer actividades paralelas donde la música esté presente, que sirvan de punto de encuentro entre creadores, profesionales de la industria y público después de estar 12 horas viendo películas en las salas. 

P.– Ha hecho hincapié en educar. ¿Más allá de proyecciones, de secciones como Miniminci o Ventana Cinéfila, se puede ir más allá durante esa semana o a lo largo del año?

R.– El aspecto educativo es uno de los puntos importantes de este proyecto. Ventana Cinéfila continuará. Se potenciarán otras actividades a lo largo del año y se expandirán por la provincia y por la Comunidad en un ejercicio de responsabilidad. Si el festival está abierto todo el año y contamos con una estructura estable, debemos ser útiles. Así podremos desarrollar también con más rigor todo el proyecto. 

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