La ARMH de Valladolid recupera 34 cuerpos en el pozo de Medina y prevé duplicar los hallazgos
Las trombas de agua obligan a detener un mes la excavación que supera con creces las expectativas iniciales
«Hay un testimonio documentado de un señor de Tordesillas que aseguraba que aquí podría haber más de cien víctimas. Visto lo visto, quizá tenía razón». Con estas palabras el presidente de la Asociación Para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valladolid (ARMH), Julio del Olmo, subraya la magnitud de la fosa que se excava en el ‘Pozo de los Alfredos’ de Medina del Campo. Ya se han encontrado 34 cuerpos de represaliados de la Guerra Civil, cuando al principio de los trabajos la expectativa era encontrar unas 14 o 15 víctimas, todas de Medina y de las cercanas localidades de Rueda, Rodilana y Pozal de Gallinas.
«Con los 26 encontrados recientemente en la cercana ‘Bodega de Los Alfredos’ ya vamos por 60 víctimas recuperadas. Aquí podríamos hallar fácilmente a otras 30 personas, puesto que aún no hemos llegado a la sala del pozo», añade el también arqueólogo y director de la excavación, cercana al casco urbano medinense.
Si se cumple el vaticinio de Julio del Olmo, el pozo contendría más de 60 cadáveres, pero la cifra total tardará más tiempo en conocerse del que estaba previsto: las trombas de agua de los últimos días han inundado el pozo y las instalaciones anejas a la excavación, convirtiendo la zona en un barrizal impracticable. Tras dos meses y una semana de trabajo continuo desde el pasado 7 de abril, habrá que esperar al menos un mes, según los técnicos de la asociación, para retomar la intervención. La fecha estimada de retorno a la excavación se sitúa en los primeros días de agosto.
«Nosotros teníamos datos de 14 o 15 personas que podrían estar ahí, pero también hay bastantes vecinos de los pueblos de la comarca de los que no hay rastro, no hay noticia de su paradero», relata Del Olmo. Solo en Medina del Campo ciudad hay registrados 93 asesinados en la Guerra Civil. De la mayoría no se sabe nada. «Las noticias eran muy vagas y muy poco concretas sobre lo que nos podíamos encontrar. El jefe militar de la zona era muy cuidadoso en ocultar la información».
Eso sin contar con los pueblos de la comarca. En Rueda hubo siete víctimas de las que no se volvió a saber nada. «Nos estamos encontrando que estas personas pueden estar aquí», señala el arqueólogo. «Estas personas han sido arrojadas a veces en grupos de cinco o seis, a veces individualmente, y su conservación y posición nos está permitiendo extraerlos de uno en uno».
Nada que ver con la excavación de 2019 en la cercana bodega de la misma finca, ‘Los Alfredos’, una gran explotación agrícola que ya se encontraba abandonada en tiempos de la Guerra Civil. En esa ocasión, el expolio de los restos, al haber estado la bodega abierta durante décadas, había hecho perder muchos restos. «De 26 cuerpos encontrados allí –26 víctimas al menos, según se pudo comprobar, porque pudo haber más–, solo se encontraron completos o partes de diez cráneos. El resto habían sido expoliados. Aquí la ventaja es que lo que hay nunca se ha tocado, igual que nos ocurrió en el cementerio de El Carmen de Valladolid».
La ropa se conserva bien: «Vemos que muchos son campesinos, que tienen puesta su faja característica. Otros, los menos, son gente de un nivel social más pudiente que iban vestidos con traje, con zapatos de verano. Todo concuerda con las fechas en las que se produjo la mayor represión en la zona».
En cuanto a los objetos personales, lo más frecuente es encontrar tabaqueras, o las navajas con la que comían... Una de las singularidades más curiosas son las cinco cucharas recuperadas: «En Medina, la mayor parte de los desaparecidos primero pasan por la cárcel. Allí sus familiares les llevaban comida, les facilitaban el plato, el cubierto... Estos llevaban la cuchara con ellos por si eran trasladados a otra prisión».
Las sorpresas llegaron ya los primeros días: «Entre los primeros 13 cadáveres extraídos, más de la mitad tenían la misma ingesta en el estómago, donde hemos encontrado pepitas de sandía y de uva. Eso nos indica que esas personas estaban juntas cuando fueron asesinadas. También nos indica la fecha en la que se cerró la fosa, finales del verano, porque la sandía no se conserva. Concuerda con los registros sobre la represión en la zona», relata el presidente de la ARMH.
De los 34 cuerpos encontrados, 30 ya han sido extraídos para pasar a la fase de análisis forense. Los otros cuatro son los que estaban a la vista en el suelo del pozo cuando llegó la tromba de agua. Al menos tres son mujeres. Una de ellas, que aún luce una melena con cabellos de más de 40 centímetros, espera sumergida en el fondo del pozo a que el agua se filtre y se evapore.