Diario de Valladolid

«Nos gustaría volver a la Plaza Mayor»

Los comerciantes de Recoletos afrontan la Navidad con optimismo y reivindicaciones

Una mujer contempla las figuras de los belenes.-MIGUEL ÁNGEL SANTOS / PHOTOGENIC

Una mujer contempla las figuras de los belenes.-MIGUEL ÁNGEL SANTOS / PHOTOGENIC

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Aitor Ferrero

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Cobijados por una niebla poco densa que humedecía con suavidad los rostros de los allí presentes, un grupo de niños estalla petardos contra el suelo. Con ese sonido rápido, seco y sucio de la detonación como fondo, una de las vendedoras de artículos navideños de las casetas extendidas a lo largo de la Acera de Recoletos, comenta cómo, este año, el ambiente es distinto.

«Se nota a la gente más animada, hacía tiempo que no se les veía así», reflexiona la dependienta con franqueza. «Aquí lo que vendemos son, sobre todo, artículos de broma: jabones que manchan, bombas fétidas, cojines sonoros...» enumera señalando el género ofrecido en el escaparate. La vendedora, de nombre Ángeles, ve con optimismo esta Navidad y espera que, a partir del 22, la gente abarrote las calles en coicidencia con los días festivos, aquellos en los que más caja hace.

A unos metros, en una caseta dedicada a vender figuritas de belén, un comerciante comparte el espíritu favorable de su colega. «Este año, habiendo comenzado una semana más tarde que el pasado, llevamos la misma recaudación», asegura con satisfacción mientras señala las miniaturas más baratas, las que más se venden a precios de menos de dos euros. «Esto es lo que nos da de comer», reconoce el hombre. «Nos gustaría volver a la Plaza Mayor porque por allí la gente va de paso, no tienen que venir expresamente como ocurre aquí», apunta el vendedor, quien señala que, antes de la construcción del aparcamiento subterráneo, montaron allí los puestos durante algunos años.

«El presidente de nuestra asociación nos ha dicho que, para montar las casetas allí, el Ayuntamiento nos exige unas instalaciones que valen, cada una, entre 30.000 y 40.000 euros, algo que nos parece absurdo», explica el comerciante, quien atribuye la colocación de las casetas en Recoletos y no en la Plaza Mayor a la falta de comunicación de la asociación con el Consistorio.

Mezclado con el ruido de los petardos, la música que suena desde la pista de hielo llena el lugar.

Allí, unos cuantos niños se deslizan sobre la gélida superficie, surcada de formas elípticas talladas por las cuchillas de los patines. Entre ellos Daniel, de ocho años, cruza con velocidad el espacio, con un dominio impropio de su edad. «Venimos todas las Navidades desde que él tenía cuatro años», cuenta María Luisa, su madre, con una sonrisa dibujada mientras contempla las acrobacias que desarrolla su hijo en la pista. «En estos días que no tiene que ir a clase aprovechamos para venir», asegura antes de decir que, hasta que terminen la Navidad, seguirán acudiendo.

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