Diario de Valladolid

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Vaya por delante que uno en la política, como en la vida misma, puede hacer y decir lo que le venga en gana. Eso sí, sin faltar al respeto, ni insultar, algo que parece una tarea harto difícil, por no decir imposible, en la política que nos están dando estos políticos que sólo sirven para insultar, faltar al respeto y desprestigiar a todos los que ni son, ni piensan como ellos. Han llegado a política, como antes otros muchos que ya no están, creyéndose los dueños de la verdad absoluta y todo aquello y todos aquellos que no son de su verdad son vilipendiados, insultados y denigrados.

Claro que ya dice el refrán que «no ofende quien quiere, sino quien puede». Y el líder de los de la derecha extrema en Castilla y León, el vicepresidente de la Junta, Juan García-Gallardo, no puede ofender con sus insultos a la industria del cine, por más que quiera. Y si piensa que sí es que, por más que estuviera en la gala de los Goya de Valladolid cual señoritingo con su esmoquin blanco, fue incapaz de visualizar lo que allí  se vivió. Los «señoritos» del cine le dieron un repaso al señoritingo de VOX, y Valladolid otro.

El problema de estos políticos que hablan y hablan porque les encanta escucharse, y ejemplos por desgracia hay muchos en esta tierra, es cuando enfrente les aparece un señor, de esos que con su sola presencia llenan un teatro, una pantalla de cine o una gala como la de los Goya de Valladolid –la mejor de la historia, sin ninguna duda– y los llama «indocumentados». Y, eso, sin citar su nombre y sin darle la más mínima importancia. Ni falta que le hace. ¿Y qué hacen los señoritingos cuando un señor les da un repaso? Callarse. Porque cuando José Sacristán habla, hasta los bravucones señoritingos se quedan mudos.

No se puede decir más con menos. Ya después vino Pedro Almodóvar y remató la faena, por tirar del argot taurino que tanto gusta al señoritingo. Y es que todos esos «señoritos» a lo que vilipendia el señoritingo crean empleo, y no uno ni dos, y generan riqueza para la economía, también de Castilla y León. Y sí, reciben subvenciones de las administraciones públicas, pero como los partidos políticos, incluido el de la derecha extrema del señoritingo. ¿Y para qué? ¿Qué generan con esa subvenciones públicas? Nada. No aportan nada.

Empezaba diciendo que uno en la política, como en la vida, es libre de expresar sus opiniones, pero siempre con respeto al otro. Y ahora digo que uno también es libre de acudir o no a los sitios. Pero claro para eso se tiene que ser consecuente con lo que se dice y con lo que se hace. Lo que se llama tener principios. Justo de lo que carecen los señoritingos.

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