Diario de Valladolid

EDITORIAL

Las cifras evidencian el trabajo que aún resta contra la violencia de género

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LAS CIFRAS son claras y evidencian la magnitud de la lacra de la violencia de género en el conjunto del país, en general, y en Castilla y León, en particular. El que miles de mujeres tengan protección policial es un indicador claro de que el problema es muy grave, por el gran número de personas a las que afecta y porque hay vidas humanas en peligro que es necesario proteger. La sociedad no se puede poner vendas, porque el riesgo para la vida de las mujeres es tan real como los números de las que son asesinadas por una cuestión que, innegablemente, tiene que ver con la violencia machista.

Negarlo es hacer un flaco favor a una sociedad que aspira a mejorar en todos los aspectos y en el que la seguridad de las personas debe ser siempre una prioridad. En todos los casos, por supuesto, pero en aquellos en los que los datos ponen al descubierto que hay un problema enquistado y unas causas específicas requiere actuar con herramientas especiales. Una de ellas es la protección a las víctimas. La experiencia deja claro que las amenazas y los malos tratos, situaciones en sí mismas de mucha gravedad, pueden desembocar en algo aún más trágico.

La protección a las víctimas de los malos tratos es muy importante para evitar males mayores y el esfuerzo que están haciendo los cuerpos policiales debe ser valorado. Las causas del aumento de casos y de mujeres que precisan de esa  protección pueden estar en una mayor concienciación tanto del conjunto de la sociedad como de las propias víctimas, más conscientes de que tienen la posibilidad de contar con ayuda y que, por tanto, se está logrando que denuncien.

Ese puede ser un aspecto positivo de ese incremento de la protección policial, pero no cabe duda que lo que viene a remarcar es el aumento en el número de casos. Porque esto también lo dicen las denuncias y la protección. Sea como fuere, la educación debe jugar un papel fundamental, con campañas de concienciación para que exista una tolerancia cero respecto a la violencia de género, como ante cualquier tipo de violencia, por supuesto, pero teniendo en cuenta de que la machista tiene su origen en un desprecio hacia los derechos de la mujer y una negación de la igualdad inadmisible en nuestros tiempos. Unas actitudes que no son de otros tiempos, porque siguen presentes en la sociedad, como demuestran las cifras, que evidencian el trabajo que aún resta de lucha contra la violencia de género.

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