Diario de Valladolid

EDITORIAL

El reto de dinamizar con ambición el turismo rural en Castilla y León

Una mujer disfruta de un día en una casa rural.

Una mujer disfruta de un día en una casa rural.

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El turismo rural sigue siendo un motor que ruge con fuerza en la economía de Castilla y León. Pero además es también alimento esencial del dinamismo de la España vacía, que en nuestra comunidad es un inmenso océano. Estamos en cabeza. Fundamentalmente porque Castilla y León ofrece tres elementos imbatibles:patrimonio, naturaleza y gastronomía. Y los tres en un ramillete sea cual sea el destino en cualquiera de sus nueve provincias, que a la vez son nueve singularidades. Pero a eso hay que añadir, que sin una profesionalización avanzada en el sector, los humildes promotores de los cientos de alojamientos afrontan el negocio con cercanía, con dedicación y con esmero. Cualidades que el turista agradece por encima de todos. El turista que busca encontrarse con un turismo sin masificar. Un turismo de descanso. Pero también un turismo en el que descubrir aldeas y formas de vida más honestas y sencillas que las que ofrecen las ciudades. Los habitantes de esos territorios también son un activo esencial para la supervivencia y el impulso del turismo rural. 

La Consejería de Cultura y Turismo debe afrontar planes específicos para este sector, tan potente y necesario para el mantenimiento económico y laboral del universo rural. Planes, desde el conocimiento del variado territorio y las necesidades que requiere para seguir creciendo, o al menos para evitar el cierre de establecimientos. Cada vez que cierra un pequeño establecimiento o alojamiento de estos es un desaliento más contra la despoblación.

El turismo rural precisa de elementos de dinamismo, que ejerzan un atractivo añadido en el entorno. Elementos que den oportunidades a los turistas de incrementar el gasto, que, tal y como se ve en las últimas estadísticas, es una de las asignaturas pendientes de Castilla y León. El turista viene, disfruta, repite, pero consume poco. Esa es una de las bazas en las que la administración puede y debe ejercer influencia, bien sea de forma directa o través de emprendedores y promotores. Pero esos necesitan un impulso, una ayuda, un asesoramiento y una atención en el tiempo, además de un normativa más flexible y una fiscalidad diferenciada.

La Junta de Castilla y León tiene ahí uno de sus retos para fortalecer el sector. Es una asignatura pendiente, que nadie se ha atrevido a afrontar hasta ahora. El departamento que dirige Gonzalo Santonja debería atreverse a hacer cosas diferentes y ambiciosas, porque el turismo rural es una de las joyas de la corona de Castilla y León. Hay que mimarlo, atenderlo y dinamizarlo.

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