Diario de Valladolid

EDITORIAL

Ciudadanos, el esperpento de la degeneración de la política en Castilla y León

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EL DESCONTENTO,  el hartazgo y la desilusión de la gente con la política ha acabado creando esperpentos como el de Ciudadanos en Castilla y León. Un partido hasta no hace tiempo de gobierno, presente en el ejecutivo de la Junta y en numerosos gobiernos municipales y de diputaciones y que en plena descomposición y desaparición acelerada está ofreciendo un espectáculo digno de los peores instintos de la política. Un partido que aparecía con intenciones sanas de ofrecer la regeneración y atajar la desidia y el desprecio que durante años llevaban manteniendo las dos grandes formaciones, PP y PSOE. Un partido que tenía en su ADN un liberalismo moderno, progresista, integrador y conciliador es hoy fruto de la rapiña deshonesta de los que lo parasitaron y de los escasos dirigentes que le quedan. Ciudadanos es ya historia, aunque todavía resistan algunos románticos y decentes como el regidor de Palencia. En breve, el 28 de mayo, serán el olvido que seremos. 

Pero lo de los últimos días con la fuga de representantes en Zamora y Valladolid ante la pasividad y el desdén de la actual máxima dirigente, Gemma Villarroel, a la que no soporta casi nadie en su partido, ha quedado claro que ni los propios dirigentes de la formación naranja dan un duro más por ella a partir de las próximas urnas municipales. Incluso la propia Villarroel se ha apartado de la candidatura de León a la vista de la hecatombe que se avecina. Hecatombe de la que en cualquier caso tendrán que responsabilizarse.

Lo peor de todo es que Ciudadanos en Castilla y León está siendo ejemplo de la degeneración de la política que supuestamente vinieron a erradicar, acabando con la hegemonía del bipartidismo. Llegaron, parasitaron poltronas, una vez que se acabaron los sueldos, chóferes, asesores y prebendas se esfumaron ante la imposibilidad de recalar en otras siglas, como lo han intentado sin éxito algunos. Ciudadanos recibirá su merecido en las próximas urnas ni más ni menos por la traición perpetrada a los ciudadanos que hace menos de cuatro años les entregaron la confianza para ser la llave de la regeneración en Castilla y León. Todo fue una enorme mentira. Ha quedado más que claro que Ciudadanos, esa noble idea de Albert Rivera y su equipo, fue víctima de la llegada de arribistas dispuestos a disfrutar de sueldos y prebendas sin pegar un palo al agua.

Quizás el desencanto perpetrado haga reflexionar a muchos sobre la necesidad de la estabilidad que ofrece el imperfecto modelo del bipartidismo.

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