Diario de Valladolid

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LA HISTORIA, casi siempre en su lado más negativo, se repite con tozuda periodicidad y más aún en esta tierra con tanto pasado y tantos siglos de vicisitudes a sus espaldas. Hoy, llegando al primer cuarto del siglo XXI, estamos en Burgos como estábamos en 1860: toda la ciudad esperando al tren. En aquel mes de octubre de hace 162 años la humareda de la locomotora señalaba a lo lejos la llegada a la capital burgalesa del primer tren de su historia, que llegada desde Valladolid a la increíble velocidad de 30 kilómetros por hora. Un viaje relámpago de tres horas y media que asombró a los miles de burgaleses congregados en la vieja estación, flamante entonces, para no perderse tal avance. Entonces, como hoy, el tren llegaba precedido de polémica y retrasos, con más de quince años de proyectos y esperas. Tal como ahora, enlazaba Burgos con Madrid pasando por Valladolid. Habría que esperar hasta 1968, algo más de un siglo, para que entrase en servicio en 1968 el tren directo entre Madrid y Burgos pasando por Arada y doce años más para que el primer Talgo cruzase raudo la capital burgalesa camino de Madrid. Estos hitos de la historia ferroviaria son los antecedentes del que los vecinos burgaleses llevan esperando dos décadas. En el año 2001 el controvertido ministro del PP Francisco Álvarez Cascos puso en la vieja estación la primera traviesa de la variante ferroviaria, germen del proyecto de la alta velocidad a Burgos y su futura ampliación al País Vasco. Por allí andaba yo, joven plumilla, creyendo ser testigo de la historia y sin noción de que aquel gesto se distanciaría más de veinte años de la llegada de la alta velocidad a la ciudad. Los inhóspitos andenes de la fantasmagórica nueva estación burgalesa se inauguraron a finales de 2008 impacientes por la llegada del AVE que se anunciaba para 2012. Diez años después otra ministra socialista, Reyes Sánchez, ha venido a Burgos a ofrecer una nueva fecha ficticia para la conexión por alta velocidad entre Valladolid y Burgos. La titular de la cartera de Transportes vino a decir que el AVE llegará en dos meses a Burgos y quiso olvidarse de que está pendiente la autorización de seguridad de la vía para la alta velocidad, como confirmó Adif a este periódico meses antes, y que ese trámite consumirá el primer semestre de este año de tal manera que no autorizará hasta el verano el comienzo de las operaciones de Renfe, que, por su parte, ni siquiera ha hecho amago de concretar horarios, frecuencias y precio de los billetes. Un puro brindis al sol de la ministra y un papelón de los socialistas burgaleses. Por ese desliz en plena campaña y por el trágala de la llegada del AVE a Miranda en las mismas condiciones que tanto criticaron al anterior Gobierno. Más que historia, una historieta. 

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