No hacen falta nuevas leyes
EL AGUINALDO político este año ha llegado en forma de doble Consejo de Ministros semanal, supuestamente para desbloquear el retraso en la promulgación de legislación por el Gobierno central. Como quiera que las Cortes van a entrar en periodo inhábil por Navidad habría que esperar que el Ejecutivo de Pedro Sánchez recurra a su socorrido formato del decreto ley o bien se espere al año nuevo para plantear su tramitación o puede que sean los dos casos. De cualquier forma, esas leyes no pasarían por las Cámaras hasta el año próximo por lo que la urgencia del doble Consejo de Ministros queda limitada a las medidas de gestión más inmediatas, como el reparto de los fondos europeos, la respuesta a la enésima ola del coronavirus y la estrategia de vacunación a los escolares o los conflictos diplomáticos con Marruecos, entre otras urgencias. Temas sobre la mesa no le han de faltar a los miembros del gabinete de Pedro Sánchez, masculinos y femeninos, para arremangarse la camisa y meterse en faena. Estamos en la pista de salida de la recuperación económica tras el covid y ante la posibilidad de domeñar el contagio y esos son dos puntos básicos en los que enfocar los esfuerzos gubernamentales. Pero si estos ministros y ministras del presidente Sánchez son incapaces de vencer la tentación de legislar habría que implorarles que lucharan contra el impulso de sacar nuevas leyes habiendo tantas ya en vigor que deberían ser afinadas, ajustadas y hasta endurecidas. No hacen falta insistir con la verborrea legal en un país en el que se calcula que cada año los parlamentos central y autonómicos vomitan casi un millón de páginas de nueva legislación y en el que la burocracia se ha comido el buenismo de los primeros intentos de las administraciones públicas por lanzar ayudas para paliar los efectos del covid. Sí hace falta, en cambio, simplificar muchas de las normativas que se aplican a las empresas y equipararlas entre comunidades autónomas. Es preciso adaptar a los nuevos tiempos las leyes que afectan al mundo digital, la ciberdelincuencia y la protección de datos. Se necesita endurecer el Código Penal para que no salgan tan baratos aquellos delitos que se multiplican porque carecen de consecuencias. Hay que poner freno a la imprudencia al volante y ser tan duros en ese discurso como se ha querido ser con la despreciable violencia hacia la mujer. Es obligado hacer de las calles un lugar seguro y de convivencia, erradicando el vandalismo y castigando con mayor peso de la ley a quienes causan desórdenes y destrozos. Hay que poner ante el juez a quienes amedrentan a un niño de seis años en Cataluña porque sus padres piden que estudie en Castellano. Hay mucho que hacer en el Parlamento sin tener que parir nuevas leyes y sobra ideología cuando falta pragmatismo.