Diario de Valladolid

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CALVO, BARBUDO y de complexión amplia, encantador de serpientes, con una potencia e inteligencia política descomunal, sindicalista por convicción, difusor de las ideas sociales, siempre dispuesto a dar la batalla cultural ante militantes, simpatizantes y medios de difusión. Así es Philippe Rickwaert, protagonista de la serie ’Barón negro’, emitida por HBO. Creo que es la mejor serie televisiva de naturaleza política de los últimos quince años. El Ala Oeste de la Casa Blanca, Borgen o House of Cards no le llegan a la suela del zapato. Como siempre, el cine francés no deja indiferente a nadie.

Con valentía arrolladora y a pesar de ser acusado de corrupción durante su mandato como alcalde de una ciudad portuaria del norte de Francia (Dunquerque), Rickwaert sale indemne, y después de diversos avatares políticos, pone en funcionamiento su valioso talento personal y la maquinaria colectiva con un solo objetivo: la reunificación de la izquierda francesa y, con ello, su llegada al Elíseo. Le acompañan en su locura políticos de todo el espectro progresista que quieren llegar al poder unidos, no separados. No les cuento más, porque los episodios son trepidantes y tienen un encanto embriagador que engancha.

La política española está que arde. A Marlaska le han dado un revolcón jurídico y político con una sentencia que manda restituir en su puesto originario al coronel de la Guardia Civil Pérez de los Cobos, si bien no es firme. La ministra de Defensa, igual que la canciller alemana Angela Merkel, ha posado antes los medios de comunicación para ejemplificar que la vacuna puesta en entredicho es segura, digna de ser recibida. El líder de Podemos ha dejado el Gobierno de la Nación para asaltar, con dialéctica beligerante, la presidencia de la Comunidad de Madrid. La actual presidenta en funciones lo quiere todo para ella, mayoría absoluta, la salvación de Madrid, de España y de la humanidad.

Casado se apunta a un bombardeo para que sus huestes le mantengan como líder de la oposición. Edmundo Bal se presenta ante los electores a lo James Bond. Isabel Serra ha pedido microcréditos a sus correligionarios para el desarrollo de la campaña electoral. Vallecas se ha convertido, por unas horas, en un polvorín. Como se ve, la moderación es un valor. Decía Woody Allen que se empezaba hablando de religión y se terminaba pidiendo dinero. Qué cosas. ¿Habrá reunificación de la izquierda? ¿Y de la derecha? 

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