El consumo de alcohol y droga exige políticas de prevención
ALCOHOL, DROGAS Y menores, una trilogía que los datos demuestran está lejos de romperse. Al contrario, la realidad demuestra que siguen peligrosamente unidos y que las políticas y los programas de prevención están lejos aún de dar los resultados esperados y para los que se crearon.
Resulta evidente que algo está fallando cuando el consumo de cannabis y tabaco entre los menores se dispara de una manera tan alarmante. O cuando se comprueba que más de la mitad de los jóvenes de apenas 14 años ya han consumido alcohol alguna vez en su corta vida. Y no se trata sólo de un mojar los labios.
Fallan los programas, las políticas de prevención y falla el obligado control que debe ejercerse hacia aquellos locales que venden alcohol a menores a sabiendas y hacia ese tipo de fiestas que fomentan el botellón indiscriminado y sin la vigilancia necesaria para evitar el consumo entre los menores de edad.
No puede ser que se esté dando sensación de normalidad a ese tipo de actuaciones o que se mire para otro lado con aquellos lugares de diversión en los que se sabe, con certeza, que se vende alcohol a menores de edad y no se hace nada.
Cierto es que el entorno familiar, la educación que en él reciben estos jóvenes es fundamental, por no hablar de esencial, como también debe serlo la que tienen que jugar los centro educativos, colegios e institutos. Pero eso no significa que las administraciones dejen de impulsar nuevas políticas que vengan a frenar este aumento del consumo y se corra el riesgo de situarlo en una normalidad que sería trágica para los más jóvenes.
Administraciones y organizaciones sociales del Tercer Sector que trabajan con medidas y campañas a largo plazo.Y justo es reconocer la enorme labor que llevan a cabo, que desarrollan día a día labores de concienciación que van dando sus frutos, y que darán muchos más con el paso de los.
«Es el mayor pilar para evitar la adicción y los problemas sociales», señala la comisionada autonómica para la droga, Esperanza Vázquez. Y no le falta razón porque esa labor que llevan a cabo resulta imprescindible para comenzar a sacar ese consumo de alcohol y drogas de la sociedad y, fundamentalmente, a los más jóvenes, a los menores de edad.
Desde la Consejería de Familia y Servicios Sociales, como también lo hacen los ayuntamientos, se trabaja denodamente en esa tarea de prevención, con miles de jóvenes atendidos. Pero, parece claro que algo está fallando si las cifras que se conocen de consumos lejos de bajar suben aún mucho más. Resulta evidente que esas políticas de prevención deben redoblarse y, además, acompasarse con otras de apoyo, educación y de mayor control.