Diario de Valladolid

ADOLFO ALONSO ARES

La lengua castellana y el futuro

El autor considera que los habitantes de la Comunidd deben fomentar el interés para que quien habla en castellano sienta la curiosidad de visitar esta tierra

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Castilla y León es una importante comunidad que participa en la diversidad paisajística, agrícola, cultural, histórica y gastronómica; porque en la amplia superficie del territorio, se diferencian claramente atisbos que se fruncen como ejes también unificadores. Nuestra comunidad autónoma se separa y se une – sobre todo se une– por vínculos recurrentes y sagrados que dulcifican un solar histórico que configuró, ya en el medievo, todo un acontecimiento de índole cultural.

Aquí nació la lengua con que hablamos quinientos millones de seres humanos en el planeta y , por eso somos herederos y protagonistas de un ritual o idioma que, en principio, sirve para entendernos con los habitantes de todo este país llamado España y con los de más de veinte naciones más. ¡Casi nada!

Todo esto significa que se ha universalizado nuestro idioma y con él, el modo útil de comunicarnos, de incidir en la vida y en sus posibilidades, porque en esta expansión y diversificación late una lengua viva y plena que se nutre continuamente con nuevos condimentos y vocablos que brotan incluso en lugares muy alejados de su lugar de nacimiento. Eso enriquece a todos los que hablamos en castellano porque adereza nuevos caminos de comunicación.

Tan solo en Estados Unidos ya hay más castellanohablantes que en la vieja patria que lo acogió con tanto ahínco que le llamó español y así, sin complejos, se ha ido enriqueciendo y configurando como uno de los pilares culturales más sólidos de La Tierra.

Por eso, en nuestra modesta comunidad y así lo anoto, porque los antiguos territorios de Castilla y de León siempre fueron modestos y austeros, como los habitantes que los poblamos: precisamente ahí se hizo grande.

Castilla y león es una comunidad autónoma carente de pedanterías, excentricidades, vaivenes y otras referencias de similar significado que sirven para deslegitimar, solamente para eso. Porque los ensimismamientos suelen ser nefastos acompañantes y suelen utilizarse para hacer notar que una cosa, persona o territorio no tienen poso alguno.

Los castellanos y leoneses fruncimos nuestro ímpetu con esa humildad que antes decía, porque la realidad se nutre de cosas ciertas y no con explicaciones baladís.

Cuando viajamos a Costa Rica, Méjico, Argentina, Bolivia, Colombia , Cuba, Chile, Honduras, El Salvador, Guatemala, Ecuador, Paraguay, Nicaragua, Panamá, Puerto Rico, República Dominicana, Perú, Guinea Ecuatorial, Sáhara, Andorra etc. Que en la última a pesar de que su idioma oficial es el catalán, todo el mundo habla también como nosotros…Y en Aruba, también América del Sur el ochenta por ciento de la población también lo habla y en las Antillas Holandesas y en Belice más del sesenta por ciento.

También nos es muy fácil entendernos con nuestro idioma en Marruecos, Brasil, Túnez, Tobago, Filipinas y Argelia entre otros muchos estados. Incluso en la mayoría de los países de la Comunidad Europea hay miles de castellanohablantes.

Y no es solo entenderse, es amar, sentir, vivir y pensar en castellano, en el mismo idioma que lo hacemos los que somos oriundos de este solar fecundo que reporta, entre otras muchas cosas, la mejor premisa y memoria de la primera literatura en esta lengua.

Los actuales habitantes de esta comunidad autónoma hemos de saber formular un futuro auspiciado por esta circunstancia, porque nuestro poso se esparce con el modo de entenderse, pero hemos, además, de fomentar el interés para que quien habla en castellano sienta la curiosidad de visitar esta tierra que además ofrece un afortunado condimento de historia, memoria y de leyendas que fueron también raíces del lenguaje.

Venir a Castilla y León a, simplemente, hablar en castellano y venir a Castilla y León para aprenderlo, ha de ser un cimiento también económico que pueda divulgarse a otros países, porque sería, sin duda, un modo extraordinario para divulgar las esencias culturales de esta tierra.

Grandes autores literarios que escribieron sus obras en castellano habían nacido aquí, y así fueron entre otros muchos, Jorge Manrique, Teresa de Cepeda, Juan de Yepes, José Isla, Zorrilla, Guillén, Delibes, Claudio Rodríguez, Francisco Pino, Crémer, Pereira y tantos otros preñaron con la lengua su legado. Pero otros muchos que naciendo en otras latitudes también se manifestaron a través de esta lengua. En el resto de la península los hubo y alguno de ellos aun no naciendo aquí, si trasladó su imaginación para deshilar secuencias cercanas que fueron anotadas en castellano y así ha de citar al menos a Cervantes que se inmiscuyó en ciudad de Valladolid para que pudieran expresarse con mucho acierto y contundencia Cipión y Berganza aquellos perros alanos que fueron protagonistas del Coloquio de los perros, y así ocurrió a Unamuno con su San Manuel Bueno, mártir o a Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado y Gerardo Diego que con el idioma Castellano y con las aguas de aquel Duero calmaron la sed…

Pero lo más sorprendente ha sido que en otros límites geográficos tan lejanos, también escribiesen en castellano, enriqueciéndolo de manera notoria, autores como Rulfo, Octavio Paz, Carpentier, Neruda, Borges, Cortázar, Vargas Llosa, Onetti o García Márquez.

Sirva esta reflexión para la intimidad de cada uno de nosotros y sobre todo para entender que la cultura otorga un nuevo y renovado entendimiento que, de modo recíproco, revierte hacia el origen, reconfortándolo. Porque en este espacio de memorias que es Castilla y León emerge aun la esencia viva y plena de un modo de hablar, que sirve para soñar a más de quinientos millones de habitantes de la tierra.

Adolfo Alonso Ares es director del Instituto Leonés de Cultura.

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