Diario de Valladolid

Redacción de Valladolid

El sueño de los justos

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EL cupo vasco, la cantidad que paga el País Vasco a la Administración central del Estado por los servicios prestados en sus territorios, se ha convertido en un instrumento histórico para negociar el apoyo a los Presupuestos. La Comunidad más rica de España logra privilegios ajenos al principio de solidaridad debido a la arbitrariedad en su cálculo. La renta por persona de los vascos es un 73% superior a los estadísticamente más pobres, los murcianos.

Que a mí me parezca injusto este trato fiscal no es relevante. Más importante es que el informe de los expertos que han elaborado propuestas para cambiar el modelo de financiación reclama una urgente revisión del cálculo del cupo vasco, no del cupo en sí, y de la aportación al régimen foral navarro. Esta revisión, dicen los expertos, se podría traducir «en una fuerte reducción de las disparidades existentes entre los territorios forales y el resto de comunidades». Lo que están denunciando los que saben de financiación es que el reparto del dinero para sanidad, educación y servicios sociales es injusto y territorios más ricos se llevan más que el resto. La solidaridad, consagrada en la Constitución, no se aplica. «Las Comunidades forales deberían comenzar de forma inmediata a contribuir a la nivelación interterritorial», dicen los expertos, que reclaman transparencia.

La plaza de España de Madrid estaba abarrotada el sábado de extremeños que denunciaban el agravio de tener un ferrocarril del siglo XIX, mientras la España más rica disfruta de uno de los mejores AVE del mundo.

Vivimos en la España y en la Europa de los desequilibrios. Criticar el trapicheo político de los ministros de Hacienda es un tributo a la solidaridad y a la cohesión social. Hasta los líderes europeos se han dado cuenta y en la cumbre informal de Gotemburgo han aprobado una declaración solemne llena de vaguedades para reforzar lo que llaman el pilar social. Y piden «un salario justo que permita condiciones de vida decentes». Me parece una pantomima y un insulto a la inteligencia los políticos que reaccionan con declaraciones altisonantes sobre el papel sin que esos nuevos derechos sociales frente a la crisis vinculen compromisos concretos y saquen de la pobreza a los damnificados por una recesión que fueron incapaces de impedir.

Basta ya de anunciar derechos que no se cumplen y que terminan durmiendo en el sueño de los justos. La política de verdad está obligada a dar un giro. Partidos, sindicatos y ONGs deben dejar de firmar ambigüedades de salón que sólo sirven para perpetuar la insolidaridad y alimentar su ego. Atrévanse.

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