Los carnavales del jaguar

CON APENAStreintaidós días consumidos de este 2017, ya vamos embalados por la pendiente requisitoria, donde ningún escrúpulo es óbice para alardear de trapicheos, como si definitivamente el enredo hubiera colonizado todos los espacios en disputa. Importa lo que importa y lo demás son virutas para entretener el brasero. Pero la coincidencia del carnaval con el relevo de los meses invernales disparó las chirigotas en una dirección imprevisible. La noche del 23 al 24, en plena antesala carnavalera, dos pueblos vallisoletanos al sur del Duero sembraron la alarma de que en sus pinares se había advertido la presencia de un temible felino salvaje.

Precisamente por los mismos lugares donde solían recrear en su etapa vallisoletana como cortesanos de Aznar la pareja del jaguar rodante: Ana Mato y Jesús Sepúlveda. Los alcaldes de Traspinedo y Montemayor difundieron bandos de alarma y advertencia, pero como en el garaje de Pozuelo de Alarcón años después, aquí tampoco nadie se sorprendió de ver al temible bicho por los pinares. Al fin y al cabo, el humor y la burla acaban siendo los peajes más acogedores para transitar jornadas sembradas de aviesos contratiempos.

Por último, en días nublados de sentencias y torsiones fiscales, se aproxima sin remisión el congreso del Partido Popular de Castilla y León, que conjuga la indecisión y pocas ganas del presidente Herrera por repetir con la ansiedad del zamorano Maíllo (número tres del partido nacional) por activar el relevo. Parece evidente, por su destape mediático en estos días carnavaleros, que a Maíllo le hace poca gracia la continuidad de Herrera en la cúpula popular. Incluso se enredó con la cuerda surrealista de la contingencia y la necesidad jaleadas por el cineasta manchego en su Amanece que no es poco. Y ya de paso, incurrió en grave frivolidad, al asegurar que no le inquieta la imputación por presunta administración desleal en Caja España, donde actuó como consejero, a pesar del quebranto a la entidad superior a los 70 millones de euros.