Diario de Valladolid

ENTREVISTA

«El incremento de la fauna salvaje puede llegar a ser un problema, la vigilancia es clave»

Catedrático de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria de la ULE

Elías Fernando Rodríguez Ferri-E.M.

Elías Fernando Rodríguez Ferri-E.M.

Publicado por
Marisol Calleja

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El catedrático de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León y presidente de la Academia regional de Ciencias Veterinarias, Elías F. Rodríguez Ferri, analiza en esta entrevista los efectos del incremento de la fauna salvaje sobre la agricultura y el medio ambiente. Apuesta por una «vigilancia permanente» para prevenir enfermedades y por medidas de control que no atenten contra el medio ambiente, la biodiversidad y el «deseado» equilibrio entre las poblaciones. 

Pregunta.- Las Opas denuncian el incremento exponencial en los últimos años de las poblaciones de fauna salvaje (conejos, corzos, jabalí, lobos), con graves pérdidas económicas para el sector. ¿A qué obedece esta evolución?

Respuesta.- No solo se debe a una razón sino a varias. Por un lado, la disponibilidad de alimento suficiente, derivado en unos casos de la bonanza climática. En otros casos, cuando se trata de animales carnívoros u omnívoros, como el zorro, el tejón, el jabalí y otros, no pocas veces les vemos acceder a alimentos procedentes de los basureros urbanos, donde la presencia de restos de alimentos hace que rompan su habitual reserva de acercarse a zonas pobladas. Otras veces es la falta de control de poblaciones por depredadores la responsable, entre las que se pueden incluir también otras de menor impacto pero que suman, como una mejor adaptación de algunas especies, la caza, o la disminución alarmante de núcleos humanos en zonas rurales.

P.- ¿Hay motivos para preocuparse?

R.- Habría que plantearse con seriedad que el incremento de la fauna salvaje puede llegar a ser un problema por varias razones, por ejemplo, en algunos casos se han constituido en auténticas plagas que influyen negativamente en las cosechas, obligando a inversiones para su control. Además, desde un punto de vista de seguridad sanitaria, los animales salvajes, incontrolados, se consideran punto de partida de muchos agentes patógenos que causan enfermedades que padecen los animales domésticos y, ocasionalmente, tanto de forma directa como indirecta, pueden pasar al hombre, aunque también es cierto que la dirección de los contagios se puede invertir. No es menos importante que muchas veces, los animales salvajes no sufren enfermedad clínica, actuando como reservorios silenciosos de agentes patógenos, lo que añade la dificultad de su diagnóstico y conocimiento. Las zonas de pastoreo común, de abrevamiento o simplemente la coincidencia de zonas de pasto con lugares de paso o colonización por determinadas especies de animales salvajes, no deja de ser un riesgo a tener en cuenta. Hay que tener presente, por un lado, lo que se denomina ‘salto de la barrera de especie’, es decir, el abandono ocasional, o no, de un agente patógeno adaptado a un hospedador animal tradicional, refugiándose en otro distinto. Aunque no es un suceso frecuente, posee gran importancia como causa de generación de enfermedades emergentes. La fauna salvaje es la fuente de hasta el 75% de estas enfermedades descritas en el ser humano en los últimos 30-40 años.

P.- Castilla y León cuenta con un Plan de Vigilancia Sanitaria permanente de esta fauna. ¿Es la mejor arma para prevenir?

R.- No existe ninguna duda de que la vigilancia, activa y pasiva, es el mejor instrumento para la prevención de las enfermedades de los animales, particularmente de las que tienen su origen en la fauna salvaje. La Junta de Castilla y León, en la experiencia de la plaga de topillo campesino, ha sido una adelantada de las administraciones en nuestro país, en relación con la vigilancia de la fauna salvaje. La disponibilidad de laboratorios de diagnostico provinciales, coordinados por el Laboratorio Regional de Sanidad Animal, ha realizado y lo sigue haciendo una labor encomiable que todavía habría que potenciar más, administrándole más recursos, por ejemplo, permitiendo que pudiera incluir una Unidad Investigadora y de Formación, dada la importante cantidad de material que maneja y su experiencia, igual que ocurre con otros centros de este tipo existentes en otros países. No existe duda que la vigilancia es la herramienta clave, para pulsar de forma permanente el estado sanitario de las poblaciones animales, sean silvestres o domésticas.

P.- Los ganaderos denuncian en algunas zonas, como en la provincia de Salamanca, el aumento de los casos de tuberculosis y se refieren al papel de la fauna silvestre como reservorio. Piden, por este motivo, cambiar la política sanitaria a nivel nacional. ¿Es necesario una modificación?

R.- Esa preocupación es una evidencia, pero no solo de los ganaderos, sino de los técnicos y de la Administración, y no es un problema aislado de una comarca o de un país, sino a nivel internacional. En el caso de la tuberculosis existen una serie de reservorios silvestres, por lo general distintos en cada zona, que mantienen el agente en la naturaleza y son fuente permanente de problemas. Es necesario contemplar su existencia y abordar la lucha de manera global, incluyendo tanto la fauna doméstica como la salvaje. Me consta que, por parte de la Administración central, se está preparando una normativa específica de vigilancia y control a este respecto. De hecho, el denominado Plan de Actuación sobre Tuberculosis en Especies Silvestres, Patube, y el Plan Nacional de Vigilancia de la Fauna Silvestre, van en esta dirección.

La propuesta, con rango de Real Decreto, sometida a debate e informe en la actualidad, plantea actuaciones sobre especies cinegéticas y de fauna silvestre relacionadas con la tuberculosis, tomando como base el Plan Nacional y el Patube, inspirado además en la filosofía de los principios de ‘Una Sola Salud’. El Real Decreto pretendería establecer la vigilancia de la tuberculosis en las especies cinegéticas y de la fauna silvestre en la misma línea de las actuaciones que se llevan a cabo en nuestra comunidad autónoma, aplicado al caso concreto de la tuberculosis y con alcance nacional, estableciendo procedimientos en las denominadas regiones Patubes de riesgo de tuberculosis, estando Castilla y León integrada en riesgo moderado.

La erradicación de la Tuberculosis Animal, bovina en particular, pero también caprina, sobre todo en lo que se refiere a animales de explotación extensiva, como es el caso, tiene en los reservorios salvajes un obstáculo cuya solución no es fácil. En la diversidad de nuestro país, según las grandes regiones, se postulan como reservorios importantes el tejón, el jabalí y pequeños rumiantes salvajes como el ciervo, gamo, o corzo.

P.- ¿Cómo se controla la interacción entre especies domésticas y fauna salvaje en la cabaña ganadera?

R.- No es fácil cuando se trata de animales domésticos que no se explotan en granjas o explotaciones intensivas, algo que en la actualidad se pone en entredicho por razones de bienestar y otras. Especies domésticas explotadas en régimen de libertad en el campo y las silvestres conviven juntas en espacios abiertos, como todo el mundo sabe y no es fácil poner verjas ni límites al campo. Puede ayudar, hasta cierto punto, la tecnología mediante los pastores eléctricos, con vallas más tupidas, que impidan el paso de especies salvajes de tamaño pequeño, pero es complicado trasladar estos supuestos a los grandes valles de la montaña leonesa o palentina. Las dimensiones de estos vallados más o menos portátiles deberían ser de gran longitud y mantenida en condiciones de uso, para lo que se precisaría de la atención y mantenimiento de pastores de oficio, de lo que, precisamente, se adolece. Estos animales, además, se mantienen en los puertos sin cuidado alguno en ocasiones, durante meses, en la forma tradicional de explotación. No resulta fácil resolver una situación que, además debería ir acompañada del saneamiento de los lugares contaminados por los reservorios y el control de los propios reservorios animales.

P.- La sobrepoblación de una especie altera los ecosistemas. Teniendo en cuenta que la fauna silvestre es la fuente de buena parte de las enfermedades emergentes, y que muchas enfermedades que afectan a los animales salvajes pueden ser transmitidas a la ganadería o incluso al ser humano. ¿Hay riesgo para la población?

R.- Ya apuntaba antes esta posibilidad. Ciertamente que puede haberlo, y así se estima a nivel de expertos. En esto hay que tener presente, también la intervención humana que, muchas veces, facilita los contactos mediante prácticas desordenadas al aire libre que hace que el hombre pierda su actitud responsable y penetre en lugares poblados por potenciales reservorios, desde los cuales, de mil maneras, incluyendo vectores invertebrados (mosquitos, garrapatas, etc.), los patógenos pueden trasladarse. Si estos hechos puntuales coinciden con una sobrepoblación del animal que se considere, potencialmente reservorio o enfermo, la posibilidad aumenta el riesgo. Hay que constatar que no todo es sospechoso de actuaciones de riesgo. Las Federaciones de Caza, son buen ejemplo de responsabilidad y colaboración, con actuaciones muy valiosas en todos los sistemas de vigilancia pasiva, y aún activa, colaborando con los técnicos veterinarios en el conocimiento de situaciones que impliquen la presencia de enfermedades o en la toma de decisiones para su control y ello, a decir verdad, con todas las administraciones.

P.- El sector agrario reclama medidas de control reales para atajar las sobrepoblaciones. ¿Comparte esta reivindicación?

R.- Sin duda. Sería muy difícil estar en contra de su necesidad, si lo que está en juego al final es la salud de los animales domésticos y del hombre, además de cuanto se puede referir a sus efectos sobre la agricultura o el medio ambiente. No obstante, debe hacerse constar que el control y las medidas adoptadas para lograrlo, deben aplicarse con estudios previos de mucho calado que permitan no atentar contra el medio ambiente, la biodiversidad y el deseado equilibrio entre las poblaciones. Así como la sobrepoblación de una especie tiene de inmediato repercusiones sobre otras, igual sucede en caso contrario. Además de estudios de vigilancia y epidemiológicos relacionados con las repercusiones sanitarias de densidades por encima de los umbrales óptimos, se impone también conocer las repercusiones a corto y medio plazo de las medidas que se adopten, sobre aquellos puntos sensibles citados.

P.- Recientemente se ha detectado peste porcina africana en Bélgica, activando la CE todos los protocolos sanitarios. El Ministerio está extremando las actuaciones de vigilancia en el movimiento intracomunitario de animales con destino a España. Existe una verdadera preocupación en torno a este tema…

R.- No es de extrañar. La Peste Porcina Africana penetró en España en 1960 a partir de un foco detectado en explotaciones porcinas familiares en las proximidades del aeropuerto de Lisboa. La enfermedad fue la causa del quebranto económico y la ruina de las explotaciones porcinas de nuestro país durante muchos años. Debe tenerse presente, además, a propósito de la enfermedad, que se trata de uno de los ejemplos en los que se carece de herramientas para su lucha, que sí están disponibles en el caso de otras, como es el caso de vacunas y que todo gira en torno al diagnóstico y sacrificio de los animales, sus contactos y de los animales, sanos o no, ubicados en una zona establecida alrededor del foco de infección, práctica denominada ‘stamping out’. La PPA, como la fiebre aftosa o, en el pasado la peste bovina, son ejemplos de enfermedades que, aunque no son transmisibles al ser humano, sin embargo sí que le afectan indirectamente, pues son motivo de quebranto económico y otros, que al final repercuten también sobre la salud, y no digamos en el caso de familias cuyo sustento depende de una exiguo censo de estos animales.

P.- ¿Qué mensaje lanzaría al sector agrario?

R.- El sector agrario, mejor que ningún otro, está acostumbrado a sufrir en ocasiones de los efectos de las enfermedades infecciosas sobre la agricultura o sobre la ganadería, por lo que sabe bien de sus consecuencias desastrosas. Su profesionalización, responsable, que incluye una formación técnica cada vez mejor y más depurada, hace que se comprendan este tipo de situaciones y se participe en su control como un colaborador interesado y activo de los técnicos y las administraciones correspondientes. La clave o una de las claves más importantes del control de estas enfermedades está, por tanto, en la vigilancia permanente. En esta tarea, estamos todos implicados y cada uno en el papel que le corresponde.

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