Diario de Valladolid

La remolacha planifica el riego

2018 / La campaña de siembra 2018/2019 arranca en pocas semanas con la incógnita en torno a la disponibilidad de agua para riego / Azucarera y Acor aspiran a mantener las 26.000 hectáreas de superficie en Castilla y León en un año «complicado»

El sector apuesta por la modernización de regadíos y el uso de energías renovables para ahorrar costes y optimizar el uso del agua.-JOSÉ CARLOS CASTILLO

El sector apuesta por la modernización de regadíos y el uso de energías renovables para ahorrar costes y optimizar el uso del agua.-JOSÉ CARLOS CASTILLO

Publicado por
Marisol Calleja

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Amediados de febrero se iniciará en Castilla y León la campaña de siembra de remolacha 2017/2018, con mucha incertidumbre en torno al riego. Las lluvias de las últimas semanas han elevado los niveles de los pantanos, que distan mucho aún de alcanzar los valores necesarios para garantizar una campaña dentro de la normalidad.

Si el pasado fue un año complicado, con la fuerte sequía y las restricciones de agua como principales protagonistas, este 2018 ahonda en esa escasez, más agudizada si cabe en algunas zonas donde se unen dos años con importantes déficits, como ocurre en los sistemas Carrión y Pisuerga. Una situación que puede afectar negativamente a la superficie de siembra. Y es que, aunque el ánimo persiste entre los agricultores, éstos saben bien que «si no llueve no podrán sembrar».

Aunque las previsiones de Azucarera y Acor en el actual escenario de liberalización son, inicialmente, «mantener o subir» la superficie de siembra esta campaña, la realidad es que la climatología va a determinar en las próximas semanas la evolución de este cultivo estratégico en la Comunidad.

La industria ha iniciado ya la campaña de contratación con la vista puesta en las 26.000 hectáreas del pasado año. Algo que exigiría a Acor mantener las 10.150 hectáreas de 2017, y a Azucarera alcanzar las 16.000 en la Comunidad, unas 20.000 en la zona Norte, incluyendo Navarra, Alava y La Rioja.

Acor, además, va a incrementar la contratación en detrimento de Azucarera, ante la confirmación de la cooperativa Ucogal de llevar su remolacha a la cooperativa con sede en Olmedo. Un intento, como recogía este periódico, de frenar el «monopolio» que ejerce la compañía que forma parte del grupo AB Sugar.

Es evidente que el sector apuesta por la remolacha como un cultivo que le aporta seguridad, en términos de precio y de contrato, a diferencia de lo que ocurre con otras producciones sujetas a la volatilidad del mercado. La remolacha garantiza la estabilidad, al menos, hasta 2020, con el apoyo de la ayuda asociada y de la regional, ésta última incrementada por parte de la Junta.

Lamentablemente, el escenario de liberalización, tras la desaparición de las cuotas, coincide con un conjunto de factores que han provocado una fuerte bajada actual de los precios del azúcar en los mercados, lo que hace pronosticar una campaña «dura».

Así lo subraya Esteban Sanz, director de cultivos y servicios agronómicos de ACOR, que tiene claro que repetir superficie es «un reto». La comercialización del azúcar no será fácil en un contexto excedentario, que puede apuntalar un ejercicio «a pérdidas», si todo sigue igual. Circunstancia que pondría a la cooperativa, de nuevo, en números rojos, en un contexto adverso.

Las malas perspectivas de mercado no ayudan, como no lo hace tampoco la sequía, que ha lastrado la posibilidad real de crecimiento de este cultivo que aspira, según la Junta, a las 32.000 hectáreas en Castilla y León de aquí al año 2020.

La realidad en este momento es que el agricultor tiene ya las tierras preparadas, pendientes del agua que caiga en las próximas semanas. Los embalses de la Cuenca del Duero están al 30% de su capacidad, lo que supone diez puntos menos que el año anterior y casi treinta por debajo de la media de los últimos diez años.

Es especialmente llamativa la situación de los pantanos del sistema Pisuerga, con el embalse de Aguilar de Campoo al 13, 6% de su capacidad o el de La Requejada, al 11%. Los embalses de León, por su parte, siguen recuperando los niveles del pasado año. Solo el embalse de Riaño, al 33,7% de su capacidad, tiene actualmente un volumen embalsado menor que hace un año, 219,7 hectómetros cúbicos frente a los 249 del año anterior.

Todo apunta, en estos momentos, a que en zonas como las de Aguilar «van a estar sin riego». La CHD ya ha advertido de una campaña «restrictiva» en Castilla y León, aunque habrá que esperar a que se reúnan las Juntas de Explotación para tener más claras las dotaciones de las los profesionales van a disponer.

Limitaciones de las que está muy pendiente Manuel Martín, agricultor de Astudillo (Palencia) y socio de Acor, que asegura que la cosa «pinta mal».

El año pasado se arriesgó a sembrar remolacha, aún reconociendo que fue toda una «aventura». Las perspectivas en febrero eran malas, aunque siempre pensó que las circunstancias «iban a cambiar». Algo que no llegó a ocurrir.

Con el riego modernizaron logró llegar al 24 de agosto, y apuntalar el cultivo después con las lluvias de principios de septiembre. Aunque se puede decir que salvó la campaña, los rendimientos han rondado las 103 toneladas por hectárea, por debajo de la media.

La campaña de siembra se mira de otra forma este año. Manuel riega de canal y se nutre del pantano de Aguilar de Campoo, uno de los más afectados en este momento. De hecho, tiene claro que «hoy por hoy, no hay campaña de riego». Aunque es consciente de que un cambio de tendencia podría revertir la situación en las próximas semanas, se muestra más bien pesimista ante la próxima campaña de riego.

Si no puede sembrar remolacha, algo que viene haciendo desde hace quince años, con un vacío de una campaña, optará finalmente por el girasol, menos exigente en agua.

El riego de aguas subterráneas parece por el momento garantizado. La CHD no prevé restricciones, aunque ha advertido del descenso «significativo» en los acuíferos de las masas de Medina del Campo y Tordesillas.

Los agricultores que riegan en zonas de sondeos mantendrán inicialmente la superficie, ya que no son tan sensibles a la sequía como las superficiales. Jerónimo Martín siembra remolacha en Navabuena (Valladolid) y riega de aguas subterráneas. Suele sembrar veinte hectáreas, una cifra que este año podría rebajar entre el 20% y el 50% si no llueve.

Sus tierras están preparadas con la vista puesta en el cielo. El pozo necesita recuperar agua y, en estos momento, no tiene claro lo que va a hacer. No olvida tampoco las consecuencias que su decisión pueda tener en la ayuda agroambiental, con un compromiso de siembra a cinco años. Algo que le preocupa especialmente.

El agricultor defiende la remolacha como «el cultivo más rentable», pero tiene claro también que éste no es un año normal. Así lo cree Narciso Sánchez de Tarazona de la Guareña (Salamanca). Este profesional suele sembrar unas 30 hectáreas de remolacha y otras 15 de patata. «Esa es la idea, aunque estaremos pendientes de la lluvia también».

Las últimas precipitaciones caídas en la Comunidad han aliviado el estado de los embalses, aunque resta mucho aún para «estar tranquilos». Así lo destaca Salomé Santos, directora agronómica de Azucarera, quien tiene claro que la recomendación es «no sembrar si no hay agua». Sería, en su opinión, una «irresponsabilidad» hacerlo. Aún así, confían en que el agua se consolide y Azucarera pueda superar las 20.000 hectáreas en la zona norte.

En este escenario de incertidumbre, se impone para Acor y Azucarera la obligada modernización de regadíos, así como la apuesta por las energías renovables. Desde la Asociación de Investigación para la Mejora del Cultivo de la Remolacha Azucarera, Aimcra, abogan por un «cambio de modelo energético».

Por eso, han propuesto a la Junta un Plan que abarca la modernización de 40.000 hectáreas en zonas de sondeos de aguas subterráneas. Un impulso que se debe unir, en su opinión, a otras medidas para ser más competitivos, en la línea del ahorro de costes, un abonado eficiente o distintos ajustes en la tarifa eléctrica.

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