CULTIVOS
El girasol gana terreno al cereal para prevenir otro año de sequía
Los agricultores no se la juegan, prefieren asegurar la producción aunque sea menor / El trigo sarraceno, las patatas y los ajos también se afianzan como alternativas para el campo

En esta parcela agrícola de grandes dimensiones en la comarca burgalesa de La Bureba, el cereal y el girasol conviven en perfecta armonía.-G.G.
Encarar la próxima campaña con las condiciones meteorológicas vigentes en la actualidad es como «lanzar una moneda al aire». Aunque las posibilidades están delimitadas, el resultados siempre es imprevisible. Con la metáfora de la moneda, el presidente de la Unión de Campesinos de Castilla yLeón (UCCL) en Burgos, Félix Arribas, vaticina un 2018 catastrófico si el agua sigue brillando por su ausencia. En cualquier caso, los agricultores no se la juegan y optan por cambiar el diseño de sus parcelas apostando por la implementación de aquellos cultivos que mejor resisten la falta de humedad.
Partiendo de esta base, Arribas asegura que el girasol ganará terreno esta campaña. Sobre todo en regadío, pues a la espera de que los embalses recuperen sus reservas -en el mejor de los casos, «al 30 o 32%» a día de hoy- no cabe duda de que supone la mejor opción, ya que «con un par de riegos puede salir hacia adelante». Por contra, los casi anecdóticos maizales de la provincia reducirán notablemente su superficie. Al menos en regadío, ya que la cantidad de agua necesaria para que las plantas se desarrollen en condiciones es mucho mayor que la que requiere el girasol.
También apuesta por el girasol David Velasco, técnico en Producción Agropecuaria y experto en agricultura ecológica. A poder ser en extensivo, ya que «aguanta mejor la sequía y sale más rentable». Misma recomendación para el trigo, preferiblemente sarraceno porque «es de lo más resistente».
Además, al no contener gluten y ser más rico en proteínas que otros cereales, se ha convertido de un tiempo a esta parte en un producto con gran potencial en el mercado. Asimismo, cree que es el momento adecuado para incrementar el cultivo de ajos -prácticamente testimonial en Burgos- y probar suerte con la patata, aunque «si no hay nada de agua va a ser bastante complicado».
Al mismo tiempo, Velasco defiende la rotación en cada campaña frente al monocultivo por muy buenos resultados que arroje en años prósperos meteorológicamente hablando. Por ello, se muestra partidario de distribuir las grandes parcelas con diferentes tipos de cultivo en años de sequía, ya que las pérdidas en una zona se pueden equilibrar con los rendimientos de otra. De la otra manera, se antoja «muy difícil» sacar adelante una campaña con pocas precipitaciones porque «no se puede hace autorregulación y solo dependes de ese cultivo».
Por mucho que se redoble la apuesta por el girasol u otras opciones, lo cierto es que el cereal continúa siendo el líder indiscutible del campo burgalés y un sector estratégico para el conjunto de la Comunidad. No es de extrañar por tanto que los agricultores hayan comparado este año más que nunca a la hora de elegir sus variedades. Por norma general, «cada uno elige la que mejor que la funcionado», subraya Arribas a sabiendas de que la cosa cambia tras una campaña atípica con visos de continuidad.
Tampoco se les escapa esta realidad a los fabricantes de semillas, que enfocan cada vez más sus innovaciones genéticas a la resistencia frente a la sequía sin olvidar, claro está, los rendimientos. Entre los ejemplos más destacados, tal y como confirmó el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) este verano en tres localidades burgalesas, se encuentran Anvergur para el trigo duro o Pewter para la cebada de ciclo largo. ¿La razón?Su capacidad de resistencia cuando la climatología es desfavorable.
Más allá de cultivos, rotaciones y variedades, Velasco aconseja la utilización de abonos verdes como «hierba o paja» para «paliar la sequía extrema», ya que permiten «retener la humedad» en los suelos -el rocío mañanero, por ejemplo- y garantizar una «temperatura adecuada». También se puede recurrir a la materia orgánica, aunque en condiciones como las de ahora «no conviene echar grandes cantidades» porque «no se integra bien, se volatiliza mucho y puede abrasar la hierba por el exceso de amoniaco que pueda contener».