Diario de Valladolid

HNOS. PÉREZ PASCUAS (BURGOS)

El viñedo como forma de vida

Esta ilustre bodega familiar celebra 45 años de historia ejemplar de esfuerzo, raíces y excelencia con una edición muy especial de su Viña Pedrosa Gran Reserva 2019

De izquierda a derecha, los hermanos Manuel y Adolfo Pérez Pascuas, junto con la tercera generación de la familia bodeguera: Adolfo y Daniel Pérez Herrero.ECB

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Laura Briones
Burgos

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En el corazón de la Ribera del Duero, cuando aún nadie imaginaba el potencial vitivinícola de esas tierras, antes siquiera de que una Denominación de Origen la otorgara el lugar de honor en el mapa que ocupan en la actualidad, una familia decidió apostar por el viñedo como forma de vida. Hoy lo celebran y con ellos, cientos, miles de devotos de su legado, de la historia «ejemplar de esfuerzo, raíces y excelencia» -que así la presentan- por la que, 45 años después, brindan con orgullo los hermanos Pérez Pascuas.

En el principio fue Mauro. Con él comenzó una aventura que no intuyó al traspasar a sus hijos 17 hectáreas de viñedo en vaso en el municipio burgalés de Pedrosa de Duero. Se acompañaba esta herencia de otra inmaterial, labrada en vida, de la que aún presumen y que, en esencia, marcó la verdadera diferencia. «Nuestro padre nos inculcó el respeto por la tierra, el trabajo constante y la honestidad», explican los impulsores de la bodega que celebra su aniversario con la satisfacción de haber crecido «sin perder nunca nuestras raíces».

Al contrario, las han fortalecido como pilar de un proyecto mucho más grande del que fueron alma y hoy valoran: «Fundamos la bodega en 1980. Fuimos los primeros en apostar por la Denominación de Origen. Impulsar la creación del Consejo Regulador (ya en 1982) no fue sencillo. Éramos pocos, pero con una fe enorme en el potencial de esta tierra. Y hoy, al ver en lo que se ha conseguido, sentimos verdadero orgullo de haber formado parte de esa historia», aseveran.

El empeño férreo de «vivir de lo que amaban», alimentado por la devoción por el pueblo en el que crecieron, los animó a quedarse allí, a desechar la idea que otros sí abrazaban con fuerza de buscar fuera el futuro: «No queríamos emigrar».

Aquella decisión sentaba las bases de un proyecto del que Viña Pedrosa es bandera, dedicado a los tintos de guarda, crianzas, reservas y grandes reservas.

Aquellas 17 hectáreas legadas por Mauro han pasado a 130, localizadas todas en los alrededores de la bodega de los hermanos Pérez Pascuas, asentada en pleno corazón de la Ribera del Duero, dominadas por «suelos arcillo calcáreos que alternan zonas franco-arenosas y situadas a una altitud encomiable de más de 840 metros sobre el nivel del mar», explican, para concretar su «firme objetivo de reflejar la identidad de su territorio en sus vinos, elevan los niveles de biodiversidad a través de una viticultura tradicional, responsable, sostenible y respetuosa».

Diversas certificaciones avalan su modelo, que también cuenta con el respaldo de consumidores de todo el mundo. Muchos de ellos, fieles, atraídos por la calidad constante de sus vinos, con una producción de sorprendente regularidad (aunque pueda variar al «priorizar la calidad sobre la cantidad), que cada año ronda las 600.000 botellas, repartidas entre sus seis referencias: Cepa Gavilán Crianza, Viña Pedrosa Crianza, Finca La Navilla, Viña Pedrosa Reserva, Viña Pedrosa Gran Reserva y Pérez Pascuas Gran Selección, todas elaboradas con 100% de tinta del país (tempranillo), procedente de viñedo propio, reconocido recientemente como ecológico.

Nueve lustros después de lanzarse a perseguir su sueño y atraparlo en barricas, la familia Pérez Pascuas tiene el deseo de «seguir elaborando grandes vinos que sigan emocionando». Y como el futuro, dicen, se construye mirando al pasado, ese anhelo incluye el de «seguir cuidando la tierra con la misma pasión y seguir compartiendo cada copa como un acto de celebración», con o sin aniversario.

«Queremos que las próximas generaciones sientan el mismo orgullo que nosotros al mirar atrás, que el vino siga siendo un motivo de encuentro. Porque los verdaderos legados no solo se heredan. Se comparten», afirman.

Con ese espíritu precisamente afrontan los fastos por el cumpleaños que les permitirá desquitarse del que no pudieron conmemorar a los 40 por la irrupción de la pandemia. Han planeado para hoy mismo un acto «muy emotivo, con nuestra gente» en el que la gran protagonista será una edición limitada muy especial: Viña Pedrosa Gran Reserva 2019, que lleva por nombre ‘El legado de una vida’, lema elegido para la ocasión. «Hemos querido hacer algo que vaya más allá del vino, algo que hable de lo que somos. Por eso, hemos contado con una obra creada por el artista Cristino Díez, tan ligado a la tierra de Burgos. Conecta profundamente con nuestra manera de entender la vida y el vino: con raíces, con historia y con respeto por lo que permanece», subrayan.

En esa misma línea, el homenaje también incluye un guiño a Atapuerca, símbolo de memoria y de vínculo con lo esencial. Ambas ideas convergen a su vez con el ADN Pérez Pascuas, pues comparten ese afán por dejar huella en un camino que, sin duda, continúa.

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